Todo empezó de forma tan voluntariosa como profética en 1995. Fue en el velódromo de Benicàssim y allí seguramente se puso la semilla de toda la hipérbole festivalera que domina cada año el panorama musical en España desde la primavera hasta bien entrado el otoño. Guitarras distorsionadas y rostros cubiertos por greñas coparon el primer escenario del FIB por el que pasaron The Jesus & Mary Chain, The Charlatans, Cranes, Los Planetas, Australian Blonde y Los Flechazos, entre otros. Desde aquel han pasado 23 FIB más y desde ayer -con Fatboy Slim como padrino de la fiesta- está en marcha el 25.

La competencia ha crecido y en Benicàssim ya no está instalado el radar y el altavoz para España de las nuevas tendencias musicales (quizá esa ya es labor concedida al Primavera Sound de Barcelona), pero lo cierto es que cinco lustros después el FIB está más que consolidado, ha superado el bache de público que sufrió en el último cambio de década (aunque la cifra de asistentes de 2019 será algo menor que en las dos ediciones anteriores) y su cartel, si bien ya está muy alejado de la ortodoxia indie que alumbró el proyecto, ofrece ahora posibilidades para casi todos los públicos.

Quizás demasiadas posibilidades, todo sea dicho. Este año chirría que, en busca de atraer de nuevo a un público nacional que abarrota otros festivales más jóvenes, ese FIB que siempre ha presumido de cierta exclusividad haya recurrido a una banda tan omnipresente como Vetusta Morla para encabezar su alineación del domingo (por mucho que la excusa sea que los madrileños acuden para interpretar en directo su primer disco, Un día en el mundo). Y aun así, tampoco faltan las medianías británicas (The Hunna, Gerry Cinnamon, Blossoms, You Me At Six) que, junto a la posibilidad de playa y cerveza relativamente barata, a tantos compatriotas suelen atraer. De todas formas, se trata de un peaje obligado que hay que pagar porque de ellos es gran parte del mérito para que el FIB haya sobrevivido a su propia travesía del desierto.

Además de Fatboy Slim (ayer jueves) y Vetusta Morla (pasado mañana domingo) los dos nombres con mayor cuerpo en el cartel vienen de Estados Unidos -Lana del Rey y Kings of Leon- y ambos lo hacen con conciertos únicos en España y sin disco nuevo bajo el brazo. Bueno, en el caso de la diva de Nueva York su próximo álbum (aparentemente influido por el rock'n'roll surfero de los 60) está previsto para dentro de dos meses aunque de momento no ha adelantado ninguno de sus temas en la gira europea que pasa esta noche por la Comunitat Valenciana y que dio comienzo el pasado 22 de junio en Irlanda. En estos conciertos, Lana del Rey sigue tirando sobre todo de Born To Die publicado en 2012 y del que vendió más de siete millones de copias gracias a su pop AOR atmosférico, seductor, sereno y orquestal, pero de poco nervio y muy alejado de cualquier cosa que se incluya bajo el paraguas de «festivalero». Pese a ello, las expectativas están altas.

Lo de Kings of Leon sí es más cercano a los presupuestos que, al menos hasta el momento, han predominado en este tipo de eventos. Los de Tennessee son desde hace años cabecillas de ese «indie» íntimo y ampuloso al mismo tiempo y con vocación para los grandes espacios que hoy en día practican cientos de bandas que pueblan con sus guitarras, bajos y baterías los escenarios veraniegos. El último trabajo del clan familiar Followill (integran el grupo tres hermanos y un primo) fue Walls, de 2016, lo que no les ha impedido seguir recorriendo los Estados Unidos y prodigarse bastante menos por Europa. Por ello (y sí, vale, también por su música y por su imponente sonido), su presencia mañana en el escenario principal del FIB constituye un atractivo evidente para el festival.

Además de Lana del Rey, esta noche destaca la presencia en el escenario principal de The 1975, la banda mancuniana que en 2018 publicó el tan interesante como intrigante Brief Inquiry into Online Relationships y que habían anunciado para antes de este verano un nuevo trabajo que, de momento, sigue inédito. La cuota anual de «hip hop» británico la encabeza hoy Krept x Konan, y la electrónica (británica también) llegará con Gorgon City. También conviene estar atentos al indie de claro aliento soulero de Yellow Days, a los contagiosos Superorganism y a Gus Dapperton, el «nerd» norteamericano que con su pop entre sesentero y «new wave» tan buenas sensaciones ha dejado en los escenarios valencianos el par de veces que ha tocado últimamente por aquí.

Con Kings of Leon, uno de los grandes atractivos de la jornada del sábado será sin duda Jess Glynne, celebre entre otras cosas por ser la cantante con más singles número uno la historia de Inglaterra aunque siga pendiente del reto de trasladar ese éxito fuera de su país. La bandera «hip-hopera» (manchada de pop, trap, dancehall o afrobat) la enarbolará mañana el también británico AJ Tracey, y la de la electrónica estará defendida por el holandés Bakermat. Y ya en la jornada del domingo, ante la intensidad de Vetusta Morla convendrá aprovechar la presencia de esos creadores excelsos de riffs impepinables que son los escoceses Franz Ferdinand. O de la frescura (un poco cursi) de George Ezra, o de la contundencia de Octavian, o del garajerismo de Black Lips. Pero si de alguien disfrutaremos como enanos será de ese ser hacedor de melodías maravillosas llamado Ezra Furman, que ya nos dejó rendidos en 2015 con el fantástico Perpetual Motion Picture y que en 2018 nos agarró de las solapas y nos zarandeó con Transangelic Exodus.

Este año el esfuerzo por consolidar a un público nacional ha quedado patente con la presencia de Vetusta Morla, que llegan acompañados de otros habituales de cualquier festival veraniego como son La M.O.D.A. (el viernes), Carolina Durante y Belako (el sábado) y Soleá Morente & Napoleón Solo y Disco Las Palmeras (el domingo). La cuota valenciana es bastante residual y en ella el nombre que más destaca es el de Mueveloreina.