Eso mi jefe no lo sabe. Eso a mi jefe no se lo digo. De esto mi jefe no se puede enterar. Observo que en muchas organizaciones los profesionales juegan al pocker, a poner cara de pocker más concretamente, a que no se note cómo están, qué sienten. Ello sucede cuando se cree que si el jefe se entera de que estás triste, tienes miedo, dudas, te siente astiado o lo que sea, el jefe va a concluir que no eres suficientemente «duro» para el trabajo y va a dejar de confiar en ti, o que cuando piense en un candidato para un ascenso te descarte porque has mostrado que no tienes la capacidad de afrontarlo.

En las organizaciones en las que rigen este tipo de creencias las personas dedican una buena parte de su energía a esconder sus emociones, lo que conlleva un gran coste tanto para esas personas como para las propias organizaciones.

En ocasiones es la cultura de la empresa la que, efectivamente, castiga a los que se muestran. En otras ocasiones son las personas las que presuponen que mostrar sus sentimientos les va a penalizar aunque eso no sea así.

En cualquier caso, os cuento un secreto: una persona que nunca tiene miedo, TIENE MIEDO. Una persona que nunca duda, DUDA. Una persona que nunca está triste, ESTÁ TRISTE. Una persona que nunca se cansa, SE CANSA. Una persona que nunca se muestra vulnerable, está ocultando, miedoso, sus vulnerabilidades.

Un profesional que no tiene la valentía de mostrarse vulnerable está cargando con un peso que le va a dificultar lograr sus objetivos, está robándose la oportunidad de que los otros le ayuden y está haciendo ciega a su organización, que se queda sin la oportunidad de conseguir que sus profesionales esté felices y comprometidos. ¿No merece la pena poner a prueba creencias sobre qué va a pasar si uno se muestra auténticamente?

Por otro lado, una organización que rechaza a las personas vulnerables está rechazando a las personas en general, está fomentando que sus profesionales escondan sus emociones y está expulsando talento de personas increíblemente valiosas lo suficientemente valientes y ambiciosas como para expresarse con autenticidad. ¿No vale la pena, en estos casos, revisar creencias sobre qué significa ser un buen profesional? ¿Cuánta gente ha logrado grandes cosas tras tener miedo? ¿Cuánta gente ha pasado un periodo de tristeza que le ha permitido redoblar su fuerza y determinación? ¿Cuántas personas han tenido grandes ideas gracias a sus dudas? ¿Cuántos han llegado más lejos que nadie gracias a pedir ayuda? ¿Quién es más fuerte, el que muestra sus vulnerabilidades o el que las esconde?