Las curiosidades y tendencias en Instagram son inagotables. #AbandonedSpain (España abandonada, en inglés) es un hashtag asociado a fotografías relacionadas con recorrer lugares donde la soledad y el misterio se ha instalado. Y en la Comunitat Valenciana existe un grupo de instagramers que localizan enclaves impactantes, con historias que han quedado pausadas en el tiempo y que aportan inquietantes sensaciones, no solo en lo que reflejan, también para quien las vive, las recorre y las decide plasmar con auténtica maestría.

Toda una inspiración para quien quiere experimentar nuevas sensaciones, nutrir sus redes sociales de profesionalidad y conocer el pasado de diversidad de empresas, edificios y personas que tuvieron en su día gloria y hoy se han estancado en el olvido más remoto. Hoy iniciamos una serie de publicaciones que se irán desglosando en Urban en próximas semanas con algunos de estos puntos, que van más allá de la ciudad de València en este caso. Y entre esas curiosidades está la forma de trabajar de todas estas personas curiosas que, cámaras y móviles en mano, recuperan de la degradación infinidad de zonas enigmáticas.

Las consignas: no desvelar su ubicación exacta (es parte de la poesía de esta afición que engancha); y dejar aquellos lugares «exactamente igual» a como los encuentran «para que quien llegue detrás los encuentren en las mismas condiciones, con los mismos encantos y también con sus miserias», nos explican los protagonistas de hoy.

Helados por la ruina

El famoso criadero de pollos que nació y floreció en Alzira dio un vuelco en la década de los 60. Esta exitosa empresa familiar que muchas personas reconocerán, con sus verdes azulejos, se reconvirtió de forma sorprendente y radical a un negocio totalmente diferente y que conquistó los hogares españoles, produciendo helados, postres y dulces. Es uno de los grandes reclamos de los 'buscadores de ruinas'.

El eco de las telas

Hierros, madera, cristal, cemento e hilo por todas partes. En este antiguo taller de telas abandonado en el polígono de Xàtiva todo tipo de artilugios, maquinaria y materiales hacen eco. Una gran nave que envuelve y que, como ocurre con el resto de enclaves en ruinas, transforma su poesía con la salida y la caída del sol, con infinidad de ventanales de otra era, de otros tiempos que dejaron de tejerse.

Piscinas que hacen aguas

Más recintos interesantes, piscinas que no se terminaron de construir. Un ejemplo cercano a la ciudad de València, en Mislata. La evolución en la decoración en techo y fachada exterior contrastan radicalmente con el abandono interior, con estructuras proyectadas y restos de obras en pausa. Un buceo por unas instalaciones que tuvieron que sucumbir a la incertidumbre con deportividad.

Frío en la sala

Lo recintos hospitalarios siempre resultan una fuente de recursos melancólicos y escalofriantes. Adentrarse en pasillos viendo camas, camillas y vivencias de sufrimiento y sanación latiendo entre paredes son una excusa perfecta para quien busca algo que narrar, también gráficamente. En esta propuesta, viajamos a una clínica abandonada en los límites de la provincia de València. Sin protagonista humano a la vista, pero sí en la imaginación de lo que pudo haber allí ocurrido.

A la luz del vino

Jugar con luces y chispas de fuego es una técnica extendida entre los rastreadores de historias en la noche y entre ruinas. En este caso, una fábrica de vinos es el escenario de un segundo espectáculo, impactante y efectista. No hay incivismo en estas visitas, sino todo lo contrario: el respeto por las historias de la Historia, con sutileza y arte para integrarlo en la ventana más potente de las redes sociales de la imagen. Montacargas, cubas, barricas, embotelladoras y depósitos, un brindis por lo que fue y en lo que se ha convertido.

Cuando el ladrillo ya no es negocio

València cuenta con diversidad de edificios pendientes de culminación, pruebas y huellas del estallido de las huchas del ladrillo y la gran mentira inmobiliaria. Cerca de la playa de la ciudad de València encontramos uno de estos inmuebles que invita a imaginar un proyecto que debió frustrar no solo un negocio, también ilusiones de los futuros -ya no- habitantes.

Se apagó el motor

En la entrada de Sagunt se ubican las ruinas del llamado Taller Götz, el imperio de un mecánico alemán que instaló sus conocimientos y avanzadas técnicas de motores Diesel en tierras valencianas. Fue el gran referente en la reparación de motores con su don de saber cuál era su mal con solo oírlos sonar y podía presumir de contar con todos los recambios. Pero la ley, que puso veto a la ubicación de talleres en las proximidades de estaciones ferroviarias, amenazó la continuidad de la empresa y dando lugar a este espacio, donde ruge la quiebra.