El compañero y rescatador de plantas Ramiro Segrelles (entre otros menesteres artísticos) disfruta viendo la transformación del antes y después de sus cuidados. Algunas de las recogidas eran plantas abandonadas en la basura o a punto de deshidratación, o rescatadas de la oscuridad en una vivienda sin dueños€ Y así, sin pretenderlo, la terraza de su casa se ha convertido en un vergel fruto del socorro, como muchos perros y gatos de protectoras y refugios que deben su vida a voluntarios. Un simple esqueje tirado en el asfalto se transforma en un jazminero que en verano te transporta con su fragancia. Un pimpollo solitario de pino con las raíces en carne viva se convierte en «el pino del Capitán» (me lo acaba de regalar en un guiño a mi padre). Las plantas también necesitan de cuidados intensivos. Y este pino ahora precisa de un trasplante urgente.

Pero hoy me llama Ramiro para lanzarme un aviso. Invadido por la ola de calor, está preocupado por los pajaritos que cada día acuden a beber a su casa: gorriones, carboneros, verdecillos... Y lo hacen en balsas adaptadas fáciles de hacer como una vieja cazuela de barro llena de agua con piedrecitas cogidas de la playa.

Seres del viento: si pasáis por el Perelló a vista de pájaro me veréis. Parad, refrescaos y daos un buen trago.

Pues que cunda el ejemplo.