El sonido de los ventiladores es lo único que se oye a las 20 horas en un rincón de La Marina. Funcionan a pleno rendimiento pese a que aún no ha llegado nadie a esa parte del puerto, donde se encuentran los pubs por donde cada noche pasan cientos de personas buscando amenizar las sofocantes noches del verano en la ciudad. Los camareros están ocupados contando el número de bebidas del almacén. La mayoría de ellas se verterán en vasos de tubo esta misma tarde. Otros empleados del local saludan efusivamente a quienes van entrando. Todo está en calma, incluso se oyen las gaviotas, cuando de repente unas trompetas salen disparadas de los altavoces suspendidos del techo. Les acompaña un piano con sonido juguetón. La salsa será la protagonista de la noche en el High Cube de València, donde cada domingo desde hace 20 años, unos cuantos monitores orientan a los neófitos de este género centenario. Algunos no lo llaman salsa, sino mambo, guaracha, chachachá y guaguancó. Tito Puente, el legendario percusionista de la sonrisa eterna, fue uno de los que negaron la existencia de la salsa como género. «Lo que llaman salsa es lo que he tocado desde hace muchísimos años. Todo viene de la influencia cubana y del grito de una generación de latinos». Entre otras cosas, lo que quería decir Puente es que la salsa es un fenómeno cultural que ha acabado cruzando el Atlántico. También ha llegado a València y es fácil comprobarlo. Más de 500 personas se apuntaron en Facebook a un evento de salsa en una discoteca de la ciudad el pasado sábado. Si queremos cerciorarnos aún más de este fenómeno solo hay que ir a La Marina un domingo por la tarde. Son las 20.30 horas ya y los monitores hacen un gesto a la cabina de música. El evento «Salseando hasta el amanecer» ha comenzado. Algunos revelan timidez sobre la pista, otros van lanzados. El ambiente cargado y la música acaban uniendo a los bailarines en un mismo son. Dicen que quien lo prueba repite, y así es desde hace algunos años en València. Aunque hay quienes dicen que los que escribimos nos hemos dado cuenta tarde. «València es desde hace muchos años la Capital de la Salsa en España», asegura Jordi García, director y coreógrafo de la Ritmos Mambo Brother's School de València. Este vecino de l'Eliana acaba de volver de Nueva York, donde ha dado clases con nombres destacados de la salsa. Acostumbra a ir al Bronx. «La salsa del Bronx la practicaban bailarines de origen dominicano. Se diferencia de otras por sus giros rápidos y sus frenéticos movimientos de pies», explica.

Lleva más 20 años bailando. Comenzó en la escuela de bailes de salón de sus padres, y acabó formando compañías y escuelas. Como todos los aficionados y profesionales de la salsa en València ha pasado por locales como Asúcar (Patraix), Noches de Salsa (Benicalap), La 57 (Patraix), Ágora Salsa (Arrancapins) o Caribbean's (Mestalla). Aunque cuando comenzó la «movida salsera valenciana», los locales estaban en la periferia, en localidades como Rafelbunyol o la Pobla de Farnals. El ocio nocturno de la salsa se trasladó a la ciudad a medida que llegaban bailarines y profesionales latinos a vivir a València. Se multiplicaron los locales y las academias de baile. De hecho, València llegó a acoger el Congreso Mundial de la Salsa en 2002, al que acudieron figuras como Johnny Vázquez (Los Ángeles), conocido como el «Príncipe de la Salsa»; Rogelio Moreno (Puerto Rico) o Swinig Rumbreo (Argentina). El primer congreso se realizó en Puerto Rico en 1997. «Supuso un antes y un después en el sector, ya que se establecieron las bases para internacionalizar el baile», explica Jordi. Tarea en la que también ayudaron personalidades como Eddie Torres, que «aconsejado por una bailarina de competición, puso nombres a los pasos. Eddie estandarizó la salsa. El paso Susie Q es el mismo en todas las partes del mundo», explica Jordi, quien formó un grupo de baile que representaba a España en algunos congresos mundiales.

El elianero asegura que el mundo de la salsa es como un iceberg, arriba está el entramado de profesionales y escuelas de baile. La parte de abajo, la que no se ve, es la base social, formado principalmente por aficionados. «El objetivo de los profesores de salsa es transmitir el amor por la música y el baile, para que aquellos que tengan ganas de probarse a sí mismos puedan llegar donde quieran siendo acompañados por un profesional», explica, dejando claro que «la intención siempre es disfrutar». Ahora, la base social se ha amplificado. A los locales de salsa llegan curiosos de todas las procedencias y edades. Además, se ha expandido. València ya no es la única capital de la salsa. Ciudades como Málaga, Murcia, Cartagena o Madrid (donde destaca la popularidad de la bachata) aspiran a quitarle el trono. ¿La salsa está de moda? Los bailes y la música latina lo están. Y en todo el globo, en forma de reggaeton, trap, pop, bachata, merengue e incluso flamenco. Figuras anglosajonas se animan ahora a cantar en español, como Beyoncé, Shawn Mendes o Jason Derulo. La música latina es imparable. Ahora, le toca el turno al baile.