El melocotón, también llamado albérchigo o durazno, es originario de China y es el fruto del melocotonero, Prunus persica, un árbol frutal que pertenece a la familia botánica de las Rosáceas, igual que la pera, la manzana, las almendras o las ciruelas. magnesio, hierro y fósforo. El melocotón aporta 39 kcal por cada 100 gramos.

Por cada 100 gramos de melocotón 89 gramos son agua, 9 g son carbohidratos, 1.5 g son fibra, 0.5 g de proteína vegetal y su contenido en grasa es prácticamente nulo. Sus vitaminas más destacables son la C, Niacina o B3, E, riboflavina o B2, tiamina o B1, piridoxina o B6, A (caroteno) y ácido fólico o B9. Los melocotones aportan minerales como potasio, fósforo, magnesio, calcio, sodio, hierro, zinc, yodo y selenio.

El melocotón es ideal para la gente que padece diabetes ya que su contenido en fibra es alto y esto hace que los hidratos de carbono se absorban progresivamente evitando picos de azúcar en sangre (hiperglucemia). Otra de sus virtudes es que la fibra insoluble que contiene es muy importante para mantener un tránsito intestinal regular y prevenir o combatir los casos de estreñimiento y para contribuir a prevenir enfermedades como el cáncer de colon.

Debido a su alto contenido en potasio y a su bajo aporte de sodio, el melocotón es un alimento muy interesante para incluir en la dieta habitual de personas con hipertensión o con cierta propensión a tener la tensión arterial alta. Además los antioxidantes ayudan a cuidar la vista y contribuir a prevenir enfermedades en los ojos como cataratas o pérdida de visión nocturna.