Álex de la Iglesia lo tuvo claro cuando vio la primera película de Eduardo Casanova: "Este tío es un genio". El joven madrileño está a punto de estrenar una serie -la segunda temporada de "La casa de las flores" (Netflix)- y una película -"La piedad"-. Pero hace años que Casanova está centrado en el mundo del arte contemporáneo. Así lo demuestra en "Márgenes", uno de los fotolibros más polémicos del año, donde retrata a vagabundos y drogadictos en su cama de sábanas doradas.

Pregunta: ¿Es su trabajo más provocador?

Respuesta: En cierto modo sí. Es un libro que habla de mí, pero también de los elementos que conforman un sistema.

P:Ha sido polémico el uso de ratones en sus fotografías.

R: Y no lo entiendo. No me he inventado nada, solo he mostrado la realidad. Esos ratones puede ser comprados por 1,25 euros en un gran almacén. Ellos están destinados a morir por el sistema.

P: Decidió programar un «aperitivo» a la publicación. Expuso las fotografías que componen «Márgenes» en la Fresh Gallery de Madrid. El espacio se llenó. ¿Esperaba esta acogida?

R: Fue increíble. A la inauguración vinieron 300 personas. La gente tiene ganas de ver algo rotundo, que le conmueva y le cambie. Estas fotos son muy disfrutables en gran formato.

P: No sé si le va a gustar lo que le voy a decir, pero el verbo «disfrutar» no sé si se puede asociar a «Márgenes».

R: (Ríe) ¿Por qué no? Lo feo y lo bello es muy relativo. A mí me interesa explorar esa línea.

P: El libro muestra algunos patrones estéticos que están presentes en sus trabajos anteriores, como el color rosa, la deformación física o la desproporción de elementos.

R: Yo diría que es algo totalmente diferente a lo que he hecho antes, ya que retrato a gente real.

P: A primera vista se nota que es un trabajo suyo.

R: Claro. Para la gente, puede ser una cosa más, pero para mí, es algo totalmente diferente. Con los años he logrado configurar un lenguaje que es solo mío. Pero es diferente en cuanto a contenido. Con «Márgenes» he trabajado el realismo, que es algo que no había hecho nunca. La ficción estaba presente en cortos como «Lo siento mi amor» (2018), «La hora del baño» (2015) o en la película «Pieles» (2017). Antes me sentía fascinado por una ficción bien maquillada, pero recientemente he descubierto una realidad muy magnética.

P: Se podría decir que la realidad ha superado la ficción de Eduardo Casanova. En «Márgenes» fotografía a vagabundos, drogadictos€ sobre su cama, en su casa.

R: Sí. Me parecía de justicia poética sacar a una persona de la calle para fotografiarla en otro contexto. El objetivo era que su realidad quedara patente. No soporto cierta estética ni la forma de operar de la sociedad. La realidad no me interesa para nada. Solo me interesa si la puedo transformar en un guion. En el caso de «Márgenes», esas personas me importan, pero no me interesa contar su entorno. De hecho, me parecía que ese entorno era el antagonista del libro. Para mí era necesario sacarles y ponerles en un contexto en el que estuviera representado yo. Por ello les fotografié en mi propia cama.

P: Si no le interesa contar la realidad de esas personas, ¿qué le llama la atención de ellas?

R: Lo único que tenemos en común es que somos humanos. El arte nos emociona cuando sentimos que hay algo de nosotros mismos volcado en ese lienzo o en esa fotografía. Lo mismo ocurre con las personas de «Márgenes». Nosotros podríamos ser ellos.

P: Sin embargo, la primera reacción del espectador es de rechazo. Hablo por mí, al menos. Realmente no sé la razón, lo cual me genera un dilema. No sé si considerarlas antiestéticas o considerarme a mí misma una hipócrita por no querer mirarlas, ya que retrata a personas reales.

R: En eso trata precisamente mi trabajo, en generar esos dilemas. Me encanta que se haya preguntado eso. Empatizo mucho con mis seguidores cuando me dicen: «Oye, Eduardo, qué difícil nos lo pones». Lo entiendo, pero es lo que quiero.

P: ¿Siempre ha sido así?

R: Sí. Soy un morboso, siempre he sido incapaz de dejar de mirar ciertas cosas. Me acuerdo que cuando era pequeño, iba con mis padres en el coche, y mi madre dijo una vez: «No miréis a la derecha, que hay un accidente muy grande». Yo me quedaba mirando a escondidas buscando la sangre.

P: ¿En qué momento de su vida se encuentra?

R Mi trabajo siempre me ha servido para curarme de mis problemas. Vuelco todos mis traumas. Después de una etapa grande en mi carrera que giraba en torno al color rosa, entendí que lo que había bajo de ese rosa era negro, un color que aparece en «Márgenes». Estoy en una época más cruda, como el negro. El rosa, solo era un envoltorio.

P: El próximo 18 de octubre estrenará la segunda temporada de «La casa de las flores».

R: Sí. Ha sido divertidísimo. Me ha encantado volver a trabajar con Paco León y con su hermana, María León. La serie ha gustado mucho a los espectadores.