Tiene el autoproducido El mal pas, el último disco de los valencianos Tardor, algo de respuesta casi punk a Patraix, el álbum que publicaron en 2017 con producción del cotizado Ricky Falkner. El sonido es más libre, el estilo más despreocupado y las letras (sin perder esa especie de «ternura» marca de la casa) más irónicas y a veces hasta ácidas. «Patraix, era tan ambicioso, con una inversión tan fuerte, con un productor mejor, un estudio mejor, siguiendo los pasos que ha de seguir un grupo que quiere crecer, que nos generó unas expectativas que no se cumplieron», reconoce Àlex Martínez, voz, guitarra y compositor de Tardor, que contesta a esta entrevista junto a Toni Hurtado (bajista) y Cesc Domènech (batería). «Además nos dio a conocer ciertos escenarios de la industria musical que no nos gustaron, hubo como un desencantó. Así que nos entraron ganas de hacer las cosas de otro modo, y este disco es el resultado».

P Las letras de canciones como «Vull ser com tu», «Els cosins» o «Si no m'agrades és perquè mai somrius» dejan «Patraix» como un álbum bastante naïf.

R Hemos sido siempre un grupo diplomático y correcto, pero nos hemos dado cuenta de que siendo así en algunos sectores te toman el pelo. En Patraix defendíamos una vida ideal. Aquí hemos dado una respuesta más agresiva a lo que no nos gusta ver.

P Sí mantenéis esa idea de búsqueda de un refugio, aunque aquí en vez de en un barrio lo buscáis en la familia, en la pareja, en la infancia...

R Sí, en las personas que piensan o ven la música como nosotros, con nuestras motivaciones, sin responder a intereses de qué hacer para que gustemos más a tal crítico o a tal programador o a tal agente cultural. No tenemos ganas de caerle bien a quien no le caemos bien.

P ¿A eso os referís en «Si no m'agrades és perquè mai somrius»?

R Sí, pero no hablamos de una persona en concreto. Al final te das cuenta, y más en València donde somos cuatro gatos, que hay ciertas personas que tienen una actitud pública un poco snob, situándose por encima de ti, y que tienes tú que arrimarte a ellos para caerles bien y que hablen bien de ti o te incluyan en sus conciertos.

P ¿Aún es València musicalmente demasiado pequeña a nivel musical?

R València ha de crecer, pero no a nivel de bandas sino de infraestructuras. No puede ser que cuatro o cinco personas programen todo lo que pasa en esta ciudad, porque siempre van a escoger a los mismos.

P El cambio de «El mal pas» también viene en lo musical. Hay solos de guitarra, baterías con reverb, saxofones, pianos «springstinianos»... ¿Por qué apostar por cosas que no están de moda?

R Esa es una de las razones por las que no tenemos un productor, porque al final te orienta, para bien y para mal. En otros discos proponíamos cosas como un solo de saxo y nos decían que eso no se llevaba. Pero si todos hacemos lo que se lleva, todo será igual. Si un saxo, durante tantos años, ha gustado tanta la gente, ¿por qué es algo ahora repudiable? ¿Por qué no podemos hacerlo si pensamos que a alguna canción le va bien? Nosotros mismos decíamos mientras grabábamos: «que no suene indie, que suene mainstream». ¿Cuántos grupos suenan a Izal o a Los Planetas y no serán nunca ellos?

P Bueno, como las modas son cíclicas quizá algún día los solos de saxos volverán a ser «mainstream»...

R Claro. Una de las cosas que queríamos era sonar diferente, y para eso hay que beber del pasado y librarte de la losa de la actualidad. Somos un grupo mainstream, nos gustaría sonar en radiofórmulas y llenar estadios. Y, como al 80 % de la población, nos gusta Michael Jackson, Bruce Springsteen, Queen...

P Pero eso no queda demasiado bien decirlo...

R Exacto. Este es un disco desprejudiciado totalmente. No nos avergüenza decir que escuchamos más Kiss FM que Radio 3. Es nuestra forma de disfrutar la música.

P ¿Os consideráis una banda nostálgica?

R Nos damos cuenta de que nos estamos haciendo mayores. No es nostalgia, no estamos escuchando todo el día música de los 80, pero sí nos damos cuenta de que el origen de lo que nos gusta está ahí.