P ¿De dónde nace la idea de Intensamente azules?

R El espectáculo está basado en una anécdota personal. Soy miope y pisé mis gafas. Tenía que bajar a comprar leche para el desayuno y preferí exponerme al ridículo antes que romperme la crisma, así que me puse las gafas de piscina, que están graduadas. Ahí nació el germen de esta historia porque descubrí que no sólo cambiaba mi forma de ver las cosas. También cómo la gente me miraba a mí.

P¿Y cómo cambia la perspectiva cuando uno se pone unas gafas de piscina y sale a la calle?

R Sentí lo que era ir contracorriente con un acto de lo más inocente. Pensaba que sería cuestión de unas horas, de un día como mucho. Pero me tuve que pasar todas las Pascuas así. Y resultó que un gesto de libertad tan sencillo como usar gafas de nadar como si fueran de vista, acababa siendo amenazador para algunas personas. Les parecía una disidencia, en vez de una diferencia. Y otros preferían ignorarme, directamente, para no tener que admitir la realidad de que había un señor con gafas de piscina en la calle. Pero también tenía sus cosas buenas. Al verlo todo monocromo, empecé a descubrir rasgos y detalles en las personas que antes no veía, incluso en mí mismo. Las gafas se revelaron como un agente transformador.

P ¿Cómo pasa esa anécdota a convertirse en obra de teatro?

R Esa misma semana empecé a escribir. Todavía no sabía lo que iba a ser, pero todos mis textos siempre tienen vocación oral, las palabras que escribo buscan cuerpo y voz. E, inmediatamente, sentí que César Sarachu era el cómplice ideal para contar esta historia.

P Tras Reikiavic, vuelves a trabajar con César Sarachu. ¿Las gafas de piscina que se pone el espectador para ver Intensamente azules también permiten descubrir nuevas facetas de este actor para aquellos que únicamente le recuerdan por Camera Café?

R Por supuesto. César es un payaso maravilloso y un actor inmenso. Ha trabajado en grandes espectáculos en Londres, Suecia y en París. He tenido la suerte de colaborar con él en otros proyectos y sabía de la humanidad, del talento que podía aportar a esta obra. César es capaz de interpretar a un protagonista totalmente inocente y, a la vez, a todos los que se van cruzando con él a lo largo de la historia. Con solo quitarse las gafas, haciendo un cambio de gestualidad, de voz, de actitud, se transforma con una facilidad asombrosa en quienes van interactuando con el

personaje principal. Él solo es capaz dar vida a toda esta historia. Me siento muy afortunado de que haya querido explorarla conmigo.

P ¿Tiene algo en común Intensamente azules con trabajos anteriores?

R Pues a simple vista, puede parecer muy distinto. Pero, en esencia, trata un tema que es crucial para mí, que siempre aparece en mis obras: la tensión entre la realidad y el deseo. Me interesa mucho la diferencia entre cómo uno se ve a sí mismo y qué esperan los demás de él. Aquí también se refleja. Y, aunque muchos creen que la pieza tiene un punto de humor surrealista, del que no reniego, para mí es profundamente realista. Y, sobre todo, es una invitación a la alegría, a la felicidad.

P Estás considerado un referente del teatro contemporáneo pero, ¿qué es para ti el teatro contemporáneo?

R Creo que el teatro verdaderamente contemporáneo es el que desafía el sistema teatral contemporáneo. El que rompe los esquemas del espectador, le plantea preguntas que no se ha hecho hasta ahora y le pone en riesgo llevándole más allá, desafiándole. Se puede hace teatro contemporáneo adaptando un clásico como La vida es sueño, con un montaje que abra incógnitas al público. Y se puede ser tremendamente anticuado tratando temas de actualidad, con apariencia moderna. Intento servir a un concepto de artes escénicas que incluye la acción, la emoción, la poesía, el pensamiento. Creo que tenemos que escribir un teatro que de miedo a los cobardes.