P Más de 25 años dedicada al teatro, primero como actriz y desde hace 15 años como directora. ¿Es Fraude una celebración?

R ¡Ni siquiera me había parado a pensar en esta especie de cumpleaños! Este montaje, como la mayoría de los anteriores, viene dado porque han aparecido, de manera casi casual, las circunstancias favorables para llevar a cabo un proyecto que estaba a la espera, guardado en un cajón. Hace años leí una noticia que me impactó porque podía vincularla a una experiencia personal, así que desarrollé sobre el papel una pieza escénica, pero no encontré financiación en su momento. Con la ayuda de la residencia de investigación que me concedió el Consorci de Museus y el apoyo estructural ahora por parte del TEM, en cuanto a la cesión de un espacio de ensayos, voy a poder poner en pie, al fin, esta pieza.

P¿Cómo ha evolucionado el teatro en estos años? ¿Y cómo ha ido cambiando la escena valenciana en este tiempo?

R Mi evolución ha sido un proceso lógico dado por el paso del tiempo y la experiencia fruto de trabajar mucho, intentando no desfallecer y haciendo proyectos cada vez más grandes. En cuanto a la escena valenciana, creo que el teatro en esta ciudad continúa creciendo, tanto en calidad como en cantidad. Y lo hace de manera exponencial, al margen del contexto institucional y político. Se hace mucho teatro y muy bueno. Continúan apareciendo creadores jóvenes con mucho talento, con muchas ganas de luchar. El problema es que el contexto no cambia. Las mismas estructuras de poder hegemónicas siguen condicionando la evolución de la cultura. Y no hablo sólo de cargos políticos, también de los programadores, críticos, gestores y directores de escuelas. Salvo honrosas excepciones, los lugares de poder y toma de decisiones continúan ostentándolos señores mayores y con cierto anquilosamiento que rechazan nuevas maneras de hacer, de producir arte y de colaborar. Se necesita un cambio real de gestión para que se deje de prejuzgar lo diferente, lo nuevo, lo experimental y lo femenino.

P ¿Existe un sello Zapico?

R Supongo que sí, la preocupación por contar desde una narrativa no convencional. Me interesa mucho narrar desde la construcción de la imagen. Mis obras se caracterizan por el deseo de encontrar una narrativa lógica dentro de una narración teatral que se escapa de lo que como espectadores reconocemos como lógico.

P Dentro de ese estilo tan propio, hay un concepto que se asocia a tu creación, ‘dramaturgia de la imagen’. ¿En qué consiste y de dónde te viene ese interés por la estética?

R El concepto ‘dramaturgia de la imagen’ engloba muchas y diferentes propuestas que pasan especialmente por la interdisciplinariedad. En mi caso, se trata de utilizar el cuerpo del intérprete como una herramienta más para narrar. El movimiento genera una plástica que hace que el lenguaje escénico viaje hacia la abstracción. Es un juego que me fascina. Me gusta mucho que el intérprete pueda pasar de representar un personaje de forma naturalista y reconocible, a insertarse en una imagen para crear otro plano de narración. Todo esto dentro de esa búsqueda personal de un código particular de narración que interpele al espectador desde otro lugar diferente al habitual. Cuando empecé a plantearme la posibilidad de dedicarme a crear y dirigir, comencé a investigar mucho más sobre la danza y las artes plásticas que sobre el teatro en sí mismo. El componente visual de mis obras y la hibridación de diferentes lenguajes siempre han estado presente.

P En tu trayectoria has tocado varias disciplinas. Has colaborado con La Coja Danza en Medul·la, y con la compañía Bambalina en Mr. Kidd. ¿Cambia la manera de trabajar cuando te enfrentas a este tipo de espectáculos?

R Cambia porque es diferente enfrentarte a una idea que has generado tú, y que responde a tu propia necesidad de contar algo, a tener que ejecutar la idea de otro. Pero sí es cierto que, aunque he hecho muchas direcciones por encargo, he tenido la suerte de que siempre me han dejado trabajar y construir desde mi propio lenguaje, sin condiciones. Incluso en encargos institucionales, como el Tirant que hice para el Institut Valencià de Cultura y la Compañía Nacional de Teatro Clásico, ha habido confianza total hacia mi propuesta. Estoy muy agradecida de que siempre haya habido un respeto absoluto hacia mi lenguaje y mi forma de crear.

P Fraude habla de la mentira, ¿el teatro no podría verse como otra mentira? ¿qué va a encontrar el espectador que acuda este fin de semana a su estreno en El Musical?

R Sí, es cierto que el acto de representación teatral es una mentira en sí mismo. Y Fraude, a través de una especie de meta-teatralidad eventual, también habla de esto. Lo que va a encontrar el espectador en esta obra es un juego formal de palabra e imagen que tendrá que resolver. La obra es como un puzzle, cuyas piezas el público tiene que ir descubriendo y ordenando.

P Y yendo al detalle del título, «o las consecuencias del fracaso», ¿cómo encaja el fracaso en esta sociedad?

R La pieza, aunque narra algo reconocible por todos, puede actuar como metáfora del sistema capitalista liberal y su representación paradigmática en la familia heteropatrialcal tradicional. Un sistema construido sobre el engaño, un sistema que te anuncia un bienestar que puedes conseguir a través del consumo y de lo material, pero que nunca llega. Eso también es un fracaso.

P ¿Cómo es el trabajo con los actores cuando preparas una pieza con un componente físico y estético tan importante? ¿qué aporta el elenco al espectáculo?

R Para mí los intérpretes lo aportan todo. Trabajo siempre a partir de lo que ellos ofrecen generosamente en el proceso de creación. Tal como yo entiendo la puesta en escena de un montaje es indispensable contar con intérpretes creativos, imaginativos y que confíen en un proceso creativo que a menudo no sigue un desarrollo lógico. Además, por el tipo de espectáculos que dirijo, suelo involucrar a actores que tengan un buen control corporal y que estén acostumbrados a trabajar en lenguajes contemporáneos e interdisciplinarios.

P Aunque de estilos muy diversos, hay grandes creadoras en la escena valenciana, como por ejemplo María Cárdenas, Guadalupe Sáez, Mafalda Bellido... ¿Piensas que la mujer está bien representada a la cartelera valenciana?

R Creo que se está haciendo un esfuerzo de paridad muy valorable. Pero también creo que, por parte de los poderes, muchas veces postureo por la necesidad de mostrarse inclusivos y políticamente correctos. Como mujer creadora, a pesar de tener ya 47 años y poder acreditar una larga experiencia y trayectoria, continúo encontrándome con situaciones de tutela, paternalismo y discriminación. Y me consta que no soy la única. Me parece que esto tiene que ver con que para el poder masculino hegemónico, las mujeres creadoras y que, por ello nos colocamos en un lugar jerárquico diferente, somos un elemento intimidatorio. Tratamos de ocupar lugares que, hasta ahora, no nos han pertenecido. Me gustaría que la presencia de mis compañeras no fuera anecdótica, me gustaría que su trabajo, esfuerzo y talento pudieran tener el mismo espacio de siembra y crecimiento que tiene para los hombres.