Ha sido un 2019 raro e intenso, finiquitando y renaciendo de aquel momento crítico de 2017. Aquel concierto en la playa se convirtió en un punto de inflexión. Y lo que puedes escuchar ahora es consecuencia de todo el proceso que comencé entonces». Esto lo escribía Gonzalo Fuster/El Ser Humano en la revista digital Muzicalia, donde durante un año fue contando el proceso creativo de Casa, su último disco. «Con mis 40 años y el culo pelado aún tenía ilusión de tener alguna recompensa. Pero en ese concierto desde el primer momento percibí frialdad por mi parte y por el público. Había desgana y mientras tocaba me planteaba ‘¿por qué vienes? ¿por qué vendrán?’ No estaba ni en el lugar ni en el siglo correcto». Gonzalo descubrió que el lugar y el siglo correcto era su casa de Russafa, con su mujer, sus hijos y un puñado esencial de colaboradores que le han ayudado a componer, tocar y producir sin salir de una habitación este álbum de pop «serhumano» que presenta el sábado 7 a las 19.00 horas en el Centro Excursionista.

P ¿«Casa» es a donde querías llegar?

R Una de los pensamientos que tuve en aquel concierto de 2017 es algo que sientes muchas veces de niño: quiero estar en mi casa, qué hago aquí. No es miedo a lo desconocido sino elegir dónde estar y poder ser uno mismo.

P ¿Habría cambiado mucho el disco si no lo hubieras grabado tú solo en casa?

R Totalmente. Desde el concepto de cómo abordar las grabaciones al hecho de que habría estado implicada otra gente y se hubiera profesionalizado y hubiera sido un producto más frío. No he querido hacer el sexto disco de El Ser Humano. He querido dar piececitas por ahí, sin nada que lo contamine como ha pasado con otros discos mios. Que ojo, no renuncio a ellos pero que al entrar más gente se convierten en industria. Pero este disco no es industria, es un selfie.

P Escribiste cuando grababas «Casa» que «no me importa la coherencia de mi camino sino que sea sincero»

R Sí, es algo que me he repetido siempre como un mantra. Pero cuando colaboras con gente, hacer música se profesionaliza y se convierte en una ficción, sobreproduces, y un disco sobreproducido es como maquillarte y ponerte un traje distinto para que te digan lo guapo que eres.

P ¿Por eso cuando cantas sobre cómo quieres a tu mujer lo haces de forma más descarnada que en otros discos?

R Claro. Grabar un disco es como un diálogo con otra gente. Pero en este disco, como componía y grababa en casa y no había más gente, me decía a mí las cosas. Deseo no hablar con nadie y estar conmigo porque no paro de conocerme. Es un disco más descarnado porque no tengo que maquillar nada.

P ¿Uno pierde el pudor conforme cumple años y saca discos?

R Sí, mucho, desde la rima hasta lo que dices. Cuando grabé este disco no pensaba ni presentarlo ni nada, y no me veía cantándolo al público, por lo que me he sentido mucho más libre.

P ¿Como músico te sientes parte de alguna escena, de algún movimiento, de algo que no seas tú y tu casa?

R De nada. Antes me sentía fuera quizá por sentimiento de inferioridad. Pero ahora es algo premeditado. Sé, por ejemplo, que tengo que sacar el disco, pero no quiero promoverlo. Cuando estás pendiente de respuestas, estás inquieto. Hace un par de años que me da igual. Soy como un francotirador que no apunta a nadie, solo a mí.

P En dos canciones del disco la «casa» se traslada a «Dénia» y a «Corbera».

R Dénia es la infancia. Teníamos una casa ahí que se derruyó y el recuerdo y el dolor es más descarnado. Y en Corbera no teníamos nada, pero al estar ahí con mi familia noté que mi casa eran más que las cuatro paredes, eran las personas con las que comparto mis cosas.

P Traduces al castellano «L’Abitudine» de Mina. ¿Hay que ser un insensato para versionear a Mina?

R Sí, pero lo grabé por la misma razón que decía antes, porque a Mina la canto en casa y no tengo que pensar qué van a decir los demás cuando lo hago. Yo funciono por obsesiones. Me he pasado dos años escuchando solamente a Mina, y si quería hacer un selfie de mi casa y de mi familia, Mina tenía que aparecer porque me ha acompañado en todo el proceso.