Investigar y experimentar. Sobre estos dos ejes, Eduardo Guerrero crea su arte. Si Sombra Efímera era la voluntad del bailaor de continuar con la investigación sobre la tradición del baile flamenco y la experimentación artística a través de las nuevas tecnologías y la instalación, Sombra Efímera II, su nueva propuesta, integra todo lo anterior «en un paisaje simbólico, alimentado del potencial onírico para representar los cuerpos, los sonidos, las formas y sus posibles proyecciones en el espacio», explica el bailaor, uno de los referentes del flamenco contemporáneo. «La pieza forma parte de un proceso expandido; un proyecto que vivo en constante construcción», apunta. «En Sombra Efímera II inicio una nueva etapa dentro de este proceso, donde el diálogo con el espacio escénico ofrece otras posibilidades, otras miradas, otra profundidad de campo, una plasticidad diferente en relación con la caja negra que nos obliga a crear un discurso integrador de las diferentes disciplinas», desgrana.

En constante construcción, las coreografías de Guerrero profundizan en la tradición del flamenco y la relacionan «no solo con acercamientos contemporáneos a la danza, sino también a las artes plásticas y visuales», defiende. Así, el espectáculo se convierte en una exploración, en una realidad poética. Eduardo Guerrero y «sus colaboradores en el espacio», invitan al espectador a ser «parte del pensamiento y de una investigación compartida». Sus coreografías, explica, profundizan en la tradición del flamenco, pero también la relacionan con la danza contemporánea, las artes plásticas y visuales en una escenificación onírica, poética, llena de fuerza y belleza.

Nacido en Cádiz en 1983, Eduardo Guerrero fue un niño prodigio del baile flamenco. Con seis años empezó a bailar en la escuela de Carmen Guerrero de su ciudad natal y se formó con grandes referentes como Mario Maya, Antonio Canales o Manolo Marín, entre otros. A Guerrero se le considera un bailaor total. Además de flamenco, ha estudiado danza contemporánea y clásica. Dicen de él que es un creador rupturista que no se impone límites espaciales pues ha llegado a bailar en un concesionario de automóviles y en más de una ocasión ha sorprendido al público con un vestuario impactante en el que, por exhibir cueros, botas, túnicas o faldas, parecía un guerrero antiguo. Su exquisita técnica contrasta con una interpretación visceral, que le lleva al límite de la expresividad y de la emoción, sin perder nunca la elegancia.

En este Sombra efímera II, el bailaor gaditano exprime su amplio conocimiento del mundo flamenco con una técnica tan purificada como estética. En escena, magnetiza. En el espectáculo está muy bien acompañado. Javier Ibañez se encarga de la guitarra y Manuel Soto y Samara Montañés al cante.

Teatre El Musical. Día 20, a las 20:30 horas