Interpretar a Verónica en la serie El embarcadero la ha lanzado a la popularidad. Pero, Irene Arcos (Madrid, 25 de julio de 1981) mantiene «pegados» sus pies en el suelo. Sabe, y lo tiene muy presente, lo que le ha costado llegar hasta ahí y, quizás por ello, lo disfruta «con tranquilidad». Hoy se estrena en Movistar +, la segunda temporada de la serie rodada en València, y en la que ella es una de las protagonistas. En esta entrega, Alejandra (Verónica Sánchez) confesará quién es realmente a Verónica y, con esta verdad, el orden de todo lo establecido entre ellas se resquebrajará. Los papeles se invertirán, y ambas se colocarán en tesituras distintas: Verónica, que hasta ahora había sido la amante, pasa a ser la engañada, y Alejandra, y su necesidad de entender racionalmente lo que le pasó a su marido, se volverá una mujer hedonista que vive una relación poliamorosa sin que las preguntas, los prejuicios y la culpa cercenen sus emociones y su identidad.

P ¿Por qué El embarcadero es una serie tan adictiva?

R No sé, quizás porque habla de la vida y por eso conecta con tanta gente. Habla de cosas cotidianas que nos suceden a todos; habla del amor, de la muerte, del duelo, de sentimientos por los que todos pasamos o por los que tenemos que pasar. En la serie se refleja un mundo interior que tenemos todos, de dudas, de que van pasando los años y que, en un momento, te planteas si tienes la vida que realmente quieres. Creo que la serie ha conseguido conectar con personas de todos los géneros y sitios porque, en este tiempo, a mi me han llegado mensajes desde Israel, Turquía, Mexico y eso es, en parte, es porque los sentimientos son universales y nos unen. No te creas, yo también tengo muchas ganas de ver esta segunda temporada porque la grabamos hace ya un año. Recuerdo que terminamos de grabar el 22 de diciembre de 2018 porque rodamos las dos temporadas juntas. Ya casi no me acuerdo de qué pasa y quizás por eso tengo más ganas de verlo.

P Verónica ha sido para ti un trampolín hacia la popularidad, pero ¿te ha cambiado la vida?

R En ese sentido sí. Si esto me llega a pasar con 18 años creo que hubiera sido diferente porque es una época en la que aun estas descubriéndote. A mí me ha llegado a una edad en la que tengo las cosas bastante claras por lo que mi vida no ha sufrido un cambio radical. La serie sí está siendo un trampolín para que conozcan mi trabajo y me pongan cara a pesar de que llevo doce años aquí. Es verdad que en el mundo audiovisual no he hecho personajes con tanto recorrido y mi trabajo no había tenido tanta repercusión pero... esta serie me está dando la posibilidad de seguir trabajando y de que me llamen para otros muchos casting.

P ¿Y has tenido que dar ya muchos noes?

R Me han llegado muchas cosas pero, la verdad, es que tras el boom tuve que alejarme y hacer un reset porque el papel de Verónica fue muy intenso para mí porque mi papel requería un laberinto emocional que pedía mucho de mí. Trabajé a corazón abierto y eso es algo que te toca por todos los lados. Tras el desgaste, porque trabajé con el cuerpo y las emociones, necesité viajar a México y por África para tener nuevas experiencias porque creo que, un actor, cuanto más vive y más años tiene, mejor puede hacer su trabajo porque está más lleno. Ahora estoy con ensayos porque, después de dos años, vuelvo al teatro con Traición al teatro Kamikaze con Raúl Arévalo y Miki Esparbé. Y este proyecto, que me salió a raíz de El embarcadero, va a ser un sueño hecho realidad.

P Y, en esta segunda temporada, ¿cómo evoluciona tu personaje?

R En la primera temporada se vio a una Verónica más luminosa y resplandeciente, como l'Albufera, y ahora todo, incluido mi personaje, se vuelve más sombrío. Digamos que, en esta segunda temporada, todos estamos más al límite de nosotros mismos. A mi personaje le hace bastante mella la culpa, las dudas y eso le lleva a replantearse su ideal de vida y a vivir un duelo más intenso. Ahora Verónica es más oscura y con más dudas.

P ¿Sientes que empezar detrás de las cámaras te ha enriquecido más?

R No sé, porque no puedo meterme en la piel de los otros compañeros para saber cómo lo viven ellos. Yo fui técnico porque hice Comunicación Audiovisual y luego, después de trabajar un tiempo y pasar por todos los departamentos, es cuando hice Arte Dramático. Pasar por ahí me ha permitido conocer todos los engranajes y saber lo que cada uno aporta. Siempre quise ser actriz y de pequeña jugaba a interpretar. Con 18 años me planteé qué quería ser de mayor y decidí matricularme en Comunicación Audivisual. Lo que pasa es que, tras acabar la carrera y trabajar un tiempo, decidí meterme en Arte dramático y en trabajar en cualquier cosas para poder pagarme los estudios porque no eran cosas compatibles. Nunca me he arrepentido y no me arrepiento. Ahora me siento como pez en el agua.

P Y llegó El embarcadero y tu popularidad se disparó. ¡Hay que ver lo que son las cosas!

R Es algo que no me sorprende. Desde fuera puedes pensar: ¡qué raro!, pero desde dentro... ¡Tengo tantos amigos con tanto talento que están ahí...! Lo importante, estés donde estés, es mantener la ilusión. Estoy muy orgullosa de pertenecer a este gremio porque somos gente que mantenemos la ilusión, nos aferramos a ella y eso es un esfuerzo de cada día.

P La serie se ha rodado en València y sobre todo en l'Albufera, ¿la conocías?

R L'Albufera es un paraíso. En València había estado de paso y me encantó disfrutarla. Recuerdo que, en un día libre, me fui sola a la playa de El Saler y me comí un arroz maravilloso. Un placer. L'Albufera es un sitio muy especial y Verónica es l'Albufera. Es un paisaje que entra por los sentidos, que se refleja en la serie y algo de ella se ha quedado en mis células. De los mosquitos, eso sí, mejor no hablar.