Con Un inmens i infinit continent (que publica hoy Malatesta Records) Néstor Mir emprende varios viajes. Un viaje al exterior, al lugar en el que le gustaría estar y no puede. Un viaje al interior, al lugar en el que nacen sus canciones y del que hasta ahora se había escondido. Un viaje a la sencillez, a la música que le hace feliz y que hasta ahora no había logrado del todo. Y un viaje al hombre adulto, que es consciente de que ya no es joven pero que tampoco está tan mal. «La intención del disco es que abra las puertas para que viajemos todos», explica el músico valenciano, que ha contado en este trabajo con la producción de Miquel Àngel Landete y Luis Martínez y el acompañamiento musical de Pau Aracil, Juan Barcala y Amadeo Moscardó.

P Tu primer disco en valenciano después de haber cantado en francés (en De l'amour à l'abime o La nuit subatomique) y castellano (La disolución doméstica y La batalla vital). ¿Por qué?

R Ha sido un proceso premeditado y lento. Cuando estaba en la etapa francesa, compuse temas en valencianos pero no me sentía con la soltura lingüística para hacerlo bien. Pero cuando con Home Gran empecé a traducir las canciones de Neil Young al valenciano me di cuenta de que era un idioma que servía bien para mi voz y el estilo narrativo que tengo. También ha habido una decisión política: mi madre nació en Natzaret, hablaba en valenciano y dejó de hacerlo porque durante tiempo estuvo mal visto. Así que quería reivindicar esas raíces.

P También es notable que hayas pasado de contar otras vidas como en La batalla final y La disolución doméstica a convertirte tú en personaje principal.

R Siempre había hablado de lo que hablo en este disco pero de forma muy abstracta y subterránea. Pero aquí han entrado mis influencias, artistas como Kurt Vile o War on Drugs que en sus canciones ponen toda la carne en el asador, cantan cosas muy propias y personales y con un halo de intención narrativa. Puede que sea la primera vez que me desnudo tanto para contar algo propio. El disco lo compuse en una época en la que me estaba pasando algo muy heavy a nivel personal, y hacerlo fue una manera de exorcizar la frustración.

P «Ho confesse he viscut amagat darrere de les esquenes de la gent», cantas en uno de los temas.

R En el pop y en el rock hay mucha apariencia y poca gente está dispuesta a mostrarse como es porque sabes que la información que das puede ser usada en tu contra. Has de estar muy seguro de ti mismo si vas a exponer todo eso sabiendo que después te pueden machacar.

P «Tindre parella, tindre fills, acomiadar-se a foc lent del jove que vas ser». ¿Se ve el rock diferente cuando se alcanza cierta edad y posición social?

R Siempre he tenido la sensación de que quemé toda las naves desde los 14 a los 24. De los 24 a los 34 aparenté algo que no podía ser. Y de los 34 a los 44 no te quiero ni contar. Para mí es muy difícil intentar mantener la ficción de la juventud, y siento que todas las etapas que tenía que quemar las he quemado, así que no es una despedida triste. No quiero hacer nada de lo que suponía ser joven. Todo lo que tenía que hacer lo he hecho.

P En el origen del disco está un viaje que haces a Canadá con tu familia. ¿Qué supuso para ti?

R Aquel viaje fue en un tiempo en el que estábamos muy encorsetados por el nacionalismo, por el España es pequeña pero hagámosla más pequeña aún, y este viaje fue romper y mostrar que el mundo es más extenso de lo que vemos y que a España le falta multiculturalidad y visión del mundo. Viajar para mí es una pasión, he hecho viajes renunciando a hacer conciertos, lo prefiero y es más enriquecedor. Es una posición ante la vida, es viajar no como turista sino intentando imaginar cómo vivirías en el lugar al que vas. El disco cuenta esa imposibilidad de poder vivir unos años en Montreal con mi familia, y de la imposibilidad nació el disco. Me creé yo mismo el inmenso continente, no es real pero tengo nueve canciones con las que he viajado al lugar al que no he podido ir. De la frustración puedes sacar un viaje interior.