Una de las ventajas de vivir lejos es el cambiar de continente. Desde España, si lo permite el bolsillo, uno tiene toda Europa al alcance de la mano para una escapada de pocos días. Desde México€ toda América se te abre.

En esta ocasión nos hemos dado un salto a Lima, capital de Perú. De Virreinato a Virreinato. Del de la Nueva España al del Perú. La distancia en avión no es poca, unas 5 horas de vuelo, pero el cambio horario prácticamente inexistente. Todo un lujo que te permite una escapada de pocos días.

A diferencia de México, en Lima poco queda del pasado colonial. El terremoto de 1746 se encargó de destruirlo prácticamente todo. La plaza de Armas, la casa de Pizarro, la catedral, el centro histórico€ Todo se vino abajo. El tsunami posterior acabó la tarea. Se llevó por delante el famoso puerto del Callao, de donde habían partido, en los siglos XVI y XVII, los navegantes españoles encargados de la exploración del Pacífico y, donde atracaba el Galeón procedente de Manila.

Pocos años después del terremoto, en 1776, el Virreinato se escindirá en dos, creándose, también, el del Río de la Plata. Esta reforma borbónica le restaría poder a Lima y ya nunca volvería a ser lo que fue.

El empobrecimiento prende la llama del descontento que conducirá a la independencia en 1824. Con el nacimiento de la joven república peruana serán frecuentes los enfrentamientos con los países vecinos y el poder del ejército estará, con frecuencia, demasiado presente.

Esta decadencia comienza a revertirse cuando Vargas Llosa hace de esta ciudad, su ciudad, el escenario de buena parte de su obra. Novelas como La Tía Julia y el escribidor, La ciudad y los perros, Conversación en la Catedral o la más reciente, Cinco esquinas, recogen cada uno de sus rincones. En sus páginas, uno descubre el cielo plomizo de Lima y la bruma constante de una ciudad que mira al Pacífico desde los acantilados. Una urbe dura, injusta e implacable hacia los más débiles. Pero a pesar de ese duro retrato, resumido magistralmente en el colegio militar Leoncio Prado, comienzan a brillar los nombres de San Isidro y Miraflores hasta hacerse mundialmente famosos.

Hoy en día Lima es una macrourbe de unos 8 millones de habitantes. Caótica y desordenada, como buena parte de las capitales latinoamericanas. Con un casco antiguo en situación de semi abandono, porque las clases pudientes lo dejaron hace demasiado tiempo. Pero a pesar de ello, y de seguir sufriendo la lacra de las terribles desigualdades sociales, la ciudad vive un maravilloso boom cultural basado gracias, en gran medida, a su gastronomía.

Los, ya mencionados, barrios de San Isidro y Miraflores, ahora muy cosmopolitas, son un verdadero derroche de restaurantes que le han otorgado a la ciudad el merecido título de capital latinoamericana de la gastronomía. Y otros barrios, como el de Barranco, son buena muestra de ese boom cultural limeño. Galerías de arte, centros culturales, street art€ Un nuevo renacer gracias a los proyectos culturales de artistas jóvenes. Lima vive momento de esplendor cultural muy prometedor al que merece la pena asomarse.