La crisis del coronavirus me coge lejos de España, pero como sigo en el planeta tierra, me alcanzará igual que a todo el mundo. En México prevén que golpee con dureza a finales de mes de marzo. Para cuando España esté recuperándose aquí llegará el caos. Mientras tanto a esperar y tomar precauciones. La mejor medida es, sin duda, #quedateencasa.

Antes de que comenzara la tormenta, a finales de febrero, cuando nunca imaginé que esto acabara así, salí de viaje. Mi destino era Israel pasando por España. El cierre de fronteras impuesto por Netanyahu nos cogió en Barcelona. Tuvimos que modificar planes y adelantar el regreso a México. El horizonte comenzaba a ennegrecerse, mejor volver a casa rápido.

Afortunadamente llegamos a Monterrey cuando los aeropuertos aun parecían lugares normales. Incluso daba gusto viajar porque no había cola en mostradores, ni en control de seguridad. Incluso en los vuelos transoceánicos disponías, sin problemas, de tres asientos para ti, de manera que parecía que viajabas en primera clase. Sólo la abundancia de gente con mascarilla anunciaba la que estaba a punto de caer.

Monterrey nos recibió con un mensaje de la escuela de mis hijas: se imponía una cuarentena de dos semanas a todos los padres o alumnos que hubieran estado fuera de México las dos semanas anteriores. No podíamos acercarnos al colegio. La historia duró poco, cinco días más tarde el centro decide cerrar sus puertas e implementar el programa de enseñanza a distancia. Los colegios públicos le han seguido a los pocos días. No está previsto que reabran hasta después de Semana Santa. Dudo que en España la historia se reduzca a 15 días.

El pánico empieza a cundir entre la clase más favorecida, la que viaja al extranjero. El número de casos empieza a aumentar. Pero aquí todo es muy extraoficial. Las cuarentenas voluntarias en este círculo están al orden del día.

Pero la gente normal sigue su vida como si nada pasase. En los supermercados de los barrios buenos empiezan a escasear productos, pero en los del centro se encuentra todo sin problema. El virus entrará a México por las zonas altas, en donde vive la gente que viaja a China, Europa o Estados Unidos.

Eso sí, cuando el COVID 19 pegue fuerte a quien más afectará será a los más humildes. Sólo nos queda rezar para que el virus sea sensible al calor. Por aquí las temperaturas ya alcanzan los 30 grados la mayoría de los días. De lo contrario, el sistema sanitario mexicano saltará por los aires. De momento el peso se está desplomando.