Tres años hará en julio que Bombas Gens entró en nuestras vidas. Un modelo cultural único por fuera y por dentro. La Fundació Per Amor a l'Art, impulsada José Luis Soler y Susana Lloret, rehabilitó una joya de la arquitectura art-decó e instauró la figura del mediador cultural, personas formadas que contextualizan las exposiciones y explican el patrimonio hallado en la antigua fábrica. Su despliegue digital en tiempos de pandemia ha sido obvio porque «desde Bombas hemos continuado trabajando igual, con esa mediación para hacer pública una colección privada», sostiene Carles Àngel Saurí, del equipo de Bombas Gens Centre d'Art y co-comisario de la muestra «Botánicas».

«Para mi un archivo es una fábrica», dice Fernanda Fragateiro, la artista portuguesa que crea espacios singulares como se observa en la exposición «Botánicas». La fábrica del arte ha saltado a la red con una programación incomparable. Ha formado dos bloques -arte y patrimonio-, a su vez subdivididos en familiar y adultos para facilitar la interacción. «Jonas Mekas era un señor que cuando era pequeño había nacido en Lituania. Cuando se hizo mayor, le gustaba tanto pensar que estudió filosofía», así empieza el video sobre el padrino del cine «underground» estadounidense.

Visitas interactivas a exposiciones, explicaciones guiadas de muestras, entrevistas a artistas, reflexiones sobre el proceso creativo, relatos colaborativos sobre el confinamiento, recreaciones sobre el patrimonio fabril o actividades infantiles, son algunas de las propuestas de Bombas Gens Virtual que se pueden ver en su página web.

La mediación virtual ha funcionado bien, según Carles Àngel Saurí. «Dentro de nuestro compromiso de acercar el arte a la ciudadanía, entendíamos que la figura del mediador no tenía que desaparecer durante el confinamiento», subraya. Destaca además que ha sido un tiempo donde se ha intensificado más el contacto con los artistas de la colección y pone el ejemplo de la entrevista a Carlos Bunga, uno de los artistas de la exposición de «Hiperespacios», inaugurada días antes del estado de alarma, que él explica a través de textos en la web. Los espacios, esos sitios y lugares del que tanto hablamos estos días, y que el destino ha hecho que sea una de los contenidos artísticos de la temporada cultural en València.

Bombas Gens ha tenido éxito desde su inauguración porque apeló a la propia memoria de la ciudad y se relacionó con su barrio, Marxalenes. Por eso Eva Bravo, la mediadora de patrimonio, ha mantenido muy bien conectado el grupo «Stories». Cada viernes ha citado a veinte personas para una escritura colectiva a través de Google Drive.

La postpandemia también es una incógnita, y como admite Saurí nadie sabe si esta nueva realidad de mediación cultural virtual ha venido para quedarse. «Una de las cosas interesantes de trabajar en arte contemporáneo es que esta reflexión ya había llegado. Muchos artistas ya habían empezado a trabajar en formato internet, no solo como difusión, también como creación». Admite, a nivel personal, que también estos días han sido de aprendizaje. «Es un momento de oportunidades y repensarse, de desaceleración. Estábamos sobresaturados y en el caso de Bombas nos ha llevado a estar más cerca de los artistas de la colección sin perder la conexión con la ciudadanía».

«El arte siempre busca la trascendencia de los límites del espacio físico», explica Vicent Todolí, uno de los comisarios de la exposición «Hiperespacios». Lugares como Bombas nos hacen más fácil la necesaria reflexión actual.