La ciudad de las estrellas suma otra versión de su historia. La de Ryan Murphy. El creador de series como «American Horror Story» o «Glee» acaba de estrenar «Hollywood», la crónica de los años dorados de La Meca del cine, cuando la aparición del cine sonoro dio paso a una multitud de estrellas que se convirtieron en pilares de una cultura popular global. Pese a que la producción de Netflix refleja ese amor propio, tan común en las producciones hechas por Hollywood para Hollywood, la serie de Murphy intenta desviarse del brillo de otros homenajes a la industria, como lo fue la película La la land, y da la voz cantante a los sectores marginados por la homogeneidad de las industrias americanas. Es decir, el colectivo LGTBI, las mujeres, la comunidad negra, los inmigrantes y... las buenas personas. En «Hollywood», Murphy canta las cuarenta a los propietarios de las majors y nos dice que, en realidad, Weinsteins ha habido muchos. También pone en su sitio el falso moralismo estadounidense, dejando claro que el sexo siempre fue una moneda de cambio para alguien que quería lograr el sueño americano.

«Hollywood» sigue los pasos a seis jóvenes que quieren labrarse un futuro en el cine. Dos de ellos son excombatientes de la Segunda Guerra Mundial, otros dos pertenecen a la comunidad negra, otra es la heredera de un imperio y el último es el hijo de unos granjeros que intenta plantar cara al destino. Cada uno intenta lidiar con el papel que Hollywood les ha impuesto. Para ello, necesitan colocarse una máscara de frivolidad que no siempre encaja con el personaje que les gustaría interpretar sobre la alfombra roja. Entre el elenco protagonista encontramos pocas caras conocidas. Solo hay una reconocible, la de Darren Criss, el actor que interpretó al asesino de Gianni Versace en la segunda temporada de «American Crime Story», también del currículum de Murphy. De entre los actores secundarios destaca Jim Parsons, el actor que interpretó a Sheldon Cooper en «The Big Bang Theory». En «Hollywood» encarna a un despiadado y excéntrico representante de actores que vendría a ampliar en concepto del «Me Too» en nuestros días.

Como acostumbra a hacer en los últimos años («Pose»), Murphy se propone hacer justicia a los desheredados de la historia estadounidense poniendo el micro frente a víctimas de la violencia y la discriminación racial y de género. A pesar de ello, Murphy no produce dramas ni series lacrimógenas sobre la desdicha de un joven gay hijo de inmigrantes. El showrunner decide hacerle justicia dándole un final feliz. Eso es lo malo de Murphy, que cuando crees que el destino cerca al protagonista, va y se pone a cantar. Supongo que, a pesar de todos los golpes, las luces de Hollywood brillan con demasiada fuerza como para espantar a las luciérnagas.