Dice Mikel Izal que desde 2010 vive «un sueño» por el que trabaja cada día. La frase la corroboran Alejandro Jordá (batería y percusión) y Alberto Pérez (guitarra). Lunes y martes, su grupo, Izal, actuó en València.

P ¡Qué agosto más atípico! La maldita pandemia, como a muchos otros sectores, ha obligado a los músicos a reinventarse. Vosotros cambias festivales y plazas de toros en los que reuníais a miles y miles de personas por lugares más pequeños en los que difícilmente podéis alcanzar el medio millar de espectadores. ¿Cómo lleváis este nuevo concepto o formato de conciertos?

R mikel: Yo personalmente los estoy disfrutando muchísimo. Al ser conciertos mucho más tranquilos puedo matizar mucho mejor lo que hago en el escenario, escucho mejor lo que ocurre, y además creo que eso está llegando también al que escucha. Me da la sensación de que hay menos baile, pero más música.

R alberto: Es cierto que, aunque son tiempos extraños en nuestras vidas, volver a tocar nos acerca un poco más a nuestra antigua normalidad. Los últimos años hemos preparado shows para grandes recintos, con narrativas, pantallas y demás pero esta gira nos permite centrarnos más en lo estrictamente musical.

P Tantos años luchando y haciendo carretera para llegar a cantar y hacer enloquecer a miles de personas y ahora toca reivindicar lo íntimo con la gente sentada en sillas. ¡Cómo es la vida!

R mikel: Es lo que hay, adaptarse o morir.

R alberto: Creo que por un tiempo tenemos que vivir sin planificar tanto, aprender a disfrutar día a día de los conciertos que podamos hacer. Nadie sabe cómo se desarrollarán los acontecimientos.

P Tras meses encerrados en casa y profesionalmente en el dique seco, ahora con la gira en marcha, veís cómo se expanden los rebrotes. Ante el miedo a qué pueda pasar en un futuro cercano, ¿¿Disfrutáis más de cada uno de los directos?

R mikel: Hay una energía nueva, la del que ya no da todo por hecho. De valorar más lo que está sucediendo. Creo que todos nos creíamos un poco invencibles, que el escenario siempre iba a estar ahí esperándonos, que los conciertos siempre iban a existir, y de repente todo se tambalea. Y entonces ahora valoras cada minuto sobre las tablas. Y lo mismo hace el público. Hay ganas de disfrutar lo que ya no tienes tan claro que siempre vaya a existir.

P En algunos conciertos se guardan a rajatabla las medidas de seguridad pero en otros, y no quiero mencionar al grupo, no. ¿Desde el escenario percibís el miedo o el respeto del público al virus?

R mikel: No, del público percibimos su alegría y su desahogo. Hasta ahora todo ha sido respeto máximo y se toman muy en serio las medidas de seguridad, pero desde el disfrute de la música.

R alberto: No percibimos miedo, es una alegría contenida. Me tranquiliza la responsabilidad que están teniendo los organizadores y el público, que disfruta desde el respeto máximo a la seguridad común.

P ¿Extraéis algo positivo de esta crisis?

R alejandro: Hemos reforzado el sentimiento que hemos tenido siempre y sobre el que hemos volcado mucha energía. Valoramos todo lo que nos ha pasado profesionalmente. A nivel personal nos ha unido más si cabe. Nos hemos visto todas las semanas y nos hemos echado de menos.

R alberto: Damos muchas cosas por hecho. Yo lo he sentido como un toque de atención para salir de la vorágine en la que nos metemos a diario y que no nos permite ser plenamente conscientes de lo afortunados que somos.

P Han sido meses, nunca mejor dicho, de Autoterapia.

R mikel: Hemos tenido mucho tiempo para estar con nosotros mismos, y ver qué tal te caes a ti mismo. Y quizás intentar arreglar las cositas que menos te gustan de lo que has descubierto.

P En vuestro sector hay mucha gente que lo está empezando a pasar mal y el futuro, a corto plazo, no es muy halagüeño.

R mikel: Una de las grandes motivaciones y alegrías de tener esta pequeña gira de verano es poder hacer conciertos con una buena parte de nuestro equipo técnico de siempre. Juntarnos, pasarlo bien, pero también saber que nos viene bien a todos el trabajo. Se está haciendo bien las cosas en los conciertos que hemos hecho hasta ahora. Está comprobándose que la música en directo segura es posible y, yo recalcaría, que necesaria. Necesaria en palabras mayúsculas.

P ¿Sois ahorradores o vivís al día?

R mikel: En mi familia siempre fuimos austeros. Se me educó en el no derroche. Supongo que siempre voy a ser un consumidor moderado, pase lo que pase en mi vida y en el mundo.

R alberto: No concibo vivir al día. En algún momento de mi vida lo tuve que hacer por pura necesidad, nada de derroches. Ahora por suerte tenemos estabilidad, pero no me siento cómodo gastando en cosas superfluas.

P El mensaje de La buena sombra es que, de cualquier experiencia negativa, se puede extraer algo positivo. ¿De todo?

R mikel: De absolutamente todo. Del dolor y el miedo sacas como mínimo la supervivencia, el aprendizaje. De todo se saca algo bueno, lo que ocurre es que a veces el precio no compensa. Por ejemplo, cuando me han pasado cosas bastante desagradables saqué en claro quiénes son los, o las, que siempre están ahí. Otra cosa es valorar si prefieres no pasar por el trance y seguir viviendo en la ignorancia, pero creo que mis accidentes me han hecho mejor y más fuerte.

P Ahora que es difícil saber qué pasará, ¿cómo os planteáis el invierno?

R mikel: Yo ya tengo el chip de no planificar nada ni para pasado mañana. Así que para mí el invierno no existe. Existirá cuando llegue. Ahora mismo solo existe el hoy.

R alberto: Como dice Mikel, habrá que esperar a que lleguen los momentos y decidir teniendo en cuenta la posibilidad de que todo cambia de un día para otro.