Pasó el confinamiento en Edimburgo, donde vive con sus tres hijos y con su marido, el guionista Paul Laverty. No sin antes pasar unos meses en la Comunitat Valenciana, donde rodó La boda de Rosa, que hoy inaugura el Festival de Málaga. La película está protagonizada por Candela Peña, que interpreta a Rosa, una mujer que decide romper con todo para hacer, por una vez, lo que ella quiere. La película también ha contado con la interpretación de Nathalie Poza, Sergi López, Ramón Barea o los valencianos Xavo Giménez o Paula Usero.

P Rosa lo da todo por los demás y no se ve reconocida por ello. ¿Hay una persona real tras esa mujer?

R Todas somos Rosa. Está claro que hay muchos 'Rosos' en el mundo. Hay muchos hombres que lo dan todo por lo demás y que les faltan horas para cumplir con todo. Pero nosotras, las mujeres, crecemos con ese mandamiento, el de entregarse a los demás, grabado en la piel. Nos dicen que tenemos que cuidar, que cumplir con lo que se nos exige y no ser egoístas.

P ¿Detrás de Rosa también está Icíar?

R Claro. Cuando escribes intentas ponerte en la piel del personaje. A la hora de escribir me acordaba mucho de mi madre, aunque ella eso de llegar a todo forma parte de su personalidad. Con 80 años sigue conduciendo. ¡Hay tantas Rosas! Ser Rosa significa mantener una actitud ante la vida que es proactiva y generosa, hasta el punto de querer echarse todo a la espalda. Aunque eso supone dejar de hacerte caso.

P La protagonista quiere rebelarse.

R Sí, a la hora de escribir el guion nosotras quisimos investigar sobre qué es lo que pasa para que una persona decida decir «basta». Nos dimos cuenta de que en muchos casos era una cuestión generacional. Cuando estás entre los 45 y los 50 te da por hacer balance de los años que han pasado y es ahí cuando te das cuenta de que no has hecho lo que querías. Aunque tampoco se trata de grandes cosas pendientes, sino de detalles que hacen sentirte mejor, más fiel a ti misma.

P ¿Crees que la actitud de Rosa frente a la vida, en su rol de madre y mujer, es una cuestión generacional? ¿Acabaremos algún día de ver mujeres con tanta responsabilidad en el seno de la familia? ¿Cree que ahora mismo hay futuras Rosas en la guardería?

R Sí, lo creo. Las niñas de hoy en día seguirán viviendo este legado cultural que tenemos. Hay que cambiar muchísimo. Primero tenemos que ver a mujeres en otros roles profesionales y luego tenemos que cambiar la manera en la que educamos a las niñas. Estoy segura de que ahora mismo hay niñas que están siendo educadas para cuidar, y eso les aporta una responsabilidad enorme en el seno de la familia. Se suele decir que somos todos iguales, pero en muchos casos, los niños crecen viendo cómo sus madres hacen malabares para cuidarles, ir a trabajar y ponerse al día en las labores del hogar. De modo que si somos todos iguales, hay algo que no encaja. Los hombres van incorporándose en la igualdad pero no me cabe ninguna duda de que queda mucho para que lo de ser Rosa se convierta en una elección, no en un rol que te adjudican desde que eres niña.

P Para esta película decidió apostar por un equipo mayoritariamente femenino.

R El equipo más femenino que he llevado a rodar una película. Vanessa Garde firma la banda sonora, Alicia Luna ha coescrito el guion, Beatriz Sastre dirige la fotografía, el equipo de producción está formado por cinco mujeres, la dirección de arte recae en Laia Colet... Un día nos sentamos para hacer una reunión y allí estábamos unas 20 mujeres. Fue impresionante. Hubo mucha polémica sobre las ayudas a mujeres para hacer películas, pero lo cierto es que son necesarias. Ya se están viendo los frutos.

P La idea para la película surgió de una noticia del periódico «The Guardian».

R Sí, era sobre una mujer que organizaba «solo weddings» en Japón, es decir, bodas en las que una persona se casa consigo misma. Pero pronto nos dimos cuenta de que en el caso de Japón se trataba de algo más superficial. Las mujeres acudían allí porque estaban solteras y no encontraban pareja. Deseaban pasar por el altar como fuera porque tenían la ilusión de vestirse de novia y tener un álbum de fotos. Al conocer esto decidimos ponernos en contacto con un grupo que también organizaba este tipo de bodas en España. Aunque de un rollo muy diferente. Esas mujeres querían comprometerse consigo mismas y con su felicidad.

P ¿Cuál es el paso previo a ese compromiso?

R Estar conectado con uno mismo. Aunque esto es muy difícil, es una lucha diaria. Tienes que preguntarte: ¿Esto lo hago porque quiero o porque quieren? Todos podemos querer ayudar, pero en un momento determinado podemos tener otras preferencias. ¿Lo hago porque se espera esto de mí?

P En la película también trata la condición de inmigrante y la precariedad de los jóvenes.

R Sí. La interpretación de Paula Usero es encomiable. Ella interpreta a Lidia, la hija de Rosa. Hay un momento en la película que ella le dice a su madre: «Yo no soy artista ni soy emprendedora». Me parte el corazón. Los jóvenes tienen mucha presión por parte de esta sociedad. Se espera que triunfen y que escalen puestos. Sin embargo, no se les pregunta lo que quieren hacer de verdad.

P Tras el éxito de «El olivo», decidió volver a rodar en la Comunitat Valenciana para contar la historia de Rosa. ¿Cómo ha sido el rodaje?

R Fue estupendo. Me ha dado la oportunidad de conocer València. He venido muchas veces pero no para tanto tiempo. El rodaje duró unos dos meses en localidades como València, Paterna, Silla, Alcàsser, Catarroja o Benicàssim. La luz era estupenda y nos pusieron muchísimas facilidades para grabar.

P La película y sus personajes tienen un marcado tinte valenciano.

R Sí, quería aprovechar el carisma de los valencianos para contar esta historia. Ya que estábamos aquí, quería contar una historia desde lo local y lo familiar, así que nos venimos arriba. Además, estar en València nos permitió tirar tracas y petardos, lo cual, me parece fantástico (ríe).

P ¿La película llega en un buen momento para los espectadores?

R Creo que sí. Venimos de meses muy oscuros y no está mal recordar que el optimismo no está de más. He intentado irme hacia la comedia con este filme porque creo que lo necesitamos. La boda de Rosa habla de cosas serias, como es el amor a uno mismo, pero lo hace desde el humor. Sin embargo, creo que no llega en un buen momento para las salas. Necesitan nuestro apoyo. Las plataformas siempre están ahí, pero si queremos continuar viendo películas en una sala acompañados de otras personas tendremos que ir al cine. Creo que ver una película es un rito colectivo.

P ¿Tiene miedo a lo que vendrá si los contagios sieguen al alza?

R La verdad es que sí. No sé cómo van a ser los rodajes en los próximos años, pero sin lugar a dudas, la enfermedad supone un antes y un después en nuestra manera de vivir.

P Pasó el confinamiento en Edimburgo, donde reside con su familia. ¿Cómo lo vivió?

R Un poco angustiada por el avance de la pandemia. Pero he de decir que en Reino Unido podíamos salir a la calle de vez en cuando, por lo que no he vivido el confinamiento que se vivió aquí en España, que fue tremendo. Además, yo ya estaba acostumbrada a trabajar desde casa. Grabamos el doblaje de La boda de Rosa durante el confinamiento, lo cual lo complicó un poco todo. He tenido suerte porque no he tenido ningún caso de coronavirus cerca.

P Debutó en el cine con tal solo 15 años. Fue en «El sur», de Víctor Erice. Después vinieron «Malaventura» o «Tierra y libertad». ¿Le apetecería volver a la interpretación?

R Nunca digas nunca, dicen ¿no? (ríe). No estaría mal. El oficio de actriz me parece divertidísimo, muy interesante, aunque muy difícil.