Cuando terminé de leer Eduardo ll.Ojos de niebla, lo imaginé puesto en escena: rotundo, irónico, intrigante, crítico y emocionante», apunta el actor Jose Luis Gil (Zaragoza, 9 de diciembre de 1957). « Ojos de niebla es un texto sólido, trabajado, pensado y medido, para transmitir en cada personaje, en cada frase de todos y cada uno de ellos, una historia, fiel a la historia, que refleja la cruda realidad en las altas esferas de aquellos que nos gobiernan. Los poderes repartiendo naipes marcados o convenidos, en un juego desleal y sin escrúpulos cuyo único objetivo es ganar la partida. Un rey presionado hasta el chantaje por su inaceptable homosexualidad; pactos que se incumplen a conveniencia del que se sabe más fuerte; servilismo del gobernante ante la necesidad del dinero, imprescindible para hacerse respetar en el campo de batalla; prestamistas usureros insaciables haciendo negocio a ambos lados de la guerra... Y todo esto en el siglo XIV. Pero lo más impactante de Eduardo ll. Ojos de niebla, es que todo resulta cercano en nuestro siglo, en nuestros días», desgrana el protagonista de un montaje que instala al espectador «en los más bajos intereses del dinero, la religión, los gobernantes, con absoluto desprecio de la esencia del ser humano: los sentimientos. El amor. Puro e incondicional».

Ojos de Niebla narra el amor de Eduardo II por Hugo LeDespenser, el resentimiento de su esposa, la reina Isabel, humillada por los amores que su marido le niega; el odio de Mortimer, Barón de Wigmore, que le empuja a conquistar a la reina en su afán de poseer algo más que la corona; las intrigas de la Iglesia para acrecentar su poder y coronar reyes que sean fieles a sus propósitos; la ambición de un banquero judío decidido a prestar dinero a amigos y enemigos con tal de enriquecerse; la lucha de dos religiones por permanecer a la sombra de los poderosos.

Pero quizá lo más importante, tratándose de la diferencia en el tiempo, es la actualidad que refleja la obra : la Iglesia continúa condenando la libertad sexual, las religiones continúan sembrando el mundo de fanatismo y dolor, y el poder del dinero somete más que nunca la voluntad de los pueblos. Es curioso que unos hechos ocurridos en 1327, siete siglos más tarde, tengan tanta vigencia.

Ojos de Niebla, podría ser un drama actual solo con cambiar los nombres de los personajes.