La pandemia, dice, le ha robado tiempo de su vida. Quizás por eso, tras seis meses alejada de los escenarios, ahora lo quiere exprimir. Lola Herrera vuelve a meterse en la piel de Carmen Sotillo, un personaje que periodicamente ha venido interpretando desde 1979. «Cinco horas con Mario» es, entre otras muchas cosas, un documento vivo de las décadas cincuenta y sesenta. De las preocupaciones económicas, religiosas, políticas, sexuales y morales entonces imperantes que Miguel Delibes, a través del lenguaje de su protagonista, dejó retratadas con nitidez, de forma que la vida española de entonces llega a palpitar viva en sus palabras.

¿No se cansa de interpretar a Carmen?

La culpa de ello la tiene Miguel Delibes. Una no se cansa nunca de hacer un personaje que siempre te da algo y que se va posando en todo lo que hay anteriormente hecho o registrado. Cada vez que he cogido esta obra, con distinta edad y diferentes experiencias en la vida, se ha ido agrandando en mí el personaje y he ido encontrando más cosas de Carmen. Es un personaje de una riqueza infinita; un personaje aparentemente tan simplón y a la vez tan rico.

Esta interpretación, ¿no le desgasta psicológicamente?

No, no, soy actriz y hago mi trabajo en el teatro, cuando salgo del teatro hago mi vida. A lo largo de los años, he representado esta obra en diferentes ocasiones y en cada ocasión he disfrutado de distintas cármenes. He ido analizando y averiguando lo que había detrás de ellas en todo momento, y entre otras cosas, ahora veo que había bastante amor por parte de Delibes al explicar un montón de cosas. Con Carmen me divierto. Carmen llora por muchas cosas, hace un duelo por ella misma, porque se le ha muerto el marido, por lo que ha perdido, por lo que no ha hecho, por tantas y tantas cosas, que yo creo que mucha gente se siente identificada porque todos tenemos que llorar por algo y lamentar algo. Todos tenemos una frustración y en Carmen se dan unas cuantas.

Durante la pandemia, ¿el trabajo introspectivo de Carmen le ha ayudado a conocerse más y mejor a sí misma?

Yo siempre he buceado en mí y no sé nadar. He buceado en mi interior porque esta es la única manera de ir aprendiendo y experimentando cosas. Entre otras cosas, en mi vida he aprendido a estar sola, pero no con resignación, sino con verdadera alegría y gozo porque la soledad es maravillosa. El aislamiento de la pandemia lo he compartido con mi hija y ha sido más costoso que vivir en soledad porque las noticias de las muertes, tantas muerte, te hacían ver que todo era como una guerra terrible pero sin bombas; una guerra que veíamos y sentíamos de muy cerca. En estos meses he tenido algunos momentos de decaimiento y ansiedad.

«Cinco horas con Mario» se prolonga y estará en cartel hasta mayo, pero ¿ya tiene nuevos proyectos a la vista?

Ya tengo cosas preparadas para decidir. Yo considero que toda esta pandemia me ha robado meses de mi vida. Cuando eres muy mayor, como yo lo soy ya, cada día cuenta y seis meses no te quiero ni contar. Siento que el coronavirus me ha robado y me está robando tiempo. Espero que no me robe la vida y me deje estrenar mi próxima obra.

No pronuncia la palabra jubilación y parece que no concibe su vida sin el teatro.

No lo concibo mientras esté como estoy ahora mismo, con mi cabeza bien y en su sitio. Mientras pueda hacer lo que me gusta y lo que he hecho durante toda mi vida, no pienso dejar de hacerlo, porque me parecería una tontería por mi parte. Lo más importante que ahora tengo es mi trabajo porque es el eje de mi vida. Mi trabajo me da lo que necesito, me va engrasando el cerebro, enriqueciendo y otras muchas cosas. Cuando tienes la suerte de dedicarte a un trabajo tan duro pero tan hermoso mientras esté con los cinco sentidos bien ahí estaré.