Un político valenciano acaba de ser elegido presidente de la Generalitat. En su despacho, horas antes de su investidura, le sobreviene un tic, un tembleque, unos picores en la nariz que le deforman la cara y sin duda le condenan al ridículo y la mofa en el que ha de ser el momento más trascendente de su vida. Para intentar solucionar esta situación, el President recurre a un psiquiatra que dispone de media hora para remediar el problema a base de terapia de choque. El galeno hurga en la infancia del político y en sus debilidades, y le va quintando capas al personaje público para hallar los motivos de la salvaje desazón que se revela a través del «Molt Honorable» apéndice nasal.

El Teatre Talia presenta L’Electe, una comedia sobre la fragilidad, el miedo y el patetismo del poder escrita por el autor y actor catalán Ramon Madaula y que ha sido adaptada al «contexto valenciano» por el también autor y actor Juli Disla en una producción de Horta Teatre. Dirigidos por Carles Sanjaime, Josep Manel Casany, en el papel de President electo, y Alfred Picó, como su psiquiatra, protagonizarán hasta el 8 de noviembre este duelo teatral en el escenario de la calle Cavallers.

El contexto no es lo más importante, aunque es cierto que en su adaptación Juli Disla ha querido transformar al «electe» original catalán (que Madaula presenta como President de la República Catalana) en un «electe» valenciano que va desnudándose (psicológicamente) bajo la representación del brazo real de las ciudades y villas valencianas que Vicent Mestre pintó en 1592 para la Sala Nova del Palau de la Generalitat, a apenas unos cientos de metros del teatro que acogerá a L’Electe.

«El espectador tiene que identificarse y aquí los políticos y las instituciones son diferentes a las de Cataluña -explicó Isla-. Por eso optamos por adaptarla a nuestra realidad y hacer desaparecer el componente nacionalista porque no es tan importante y relevante en Valencia».

«Se habla de cosas concretas de la Comunitat Valenciana porque pensamos que ya va siendo hora de que creemos personajes con capacidad para ser reconocidos por sí mismos, hemos de empezar a acostumbrarnos a ver cosas locales con dimensiones universales», indicó Carles Sanjaime.

Casany reconoce que «hacer de President tiene un punto de morbo», pero asegura que él no interpreta ni a Puig, ni de Zaplana, ni de Camps, «aunque puede ser que tenga pinceladas de todos ellos e incluso de otros que no lo son». «Pero en esta obra no hablamos de política sino de lo que hay debajo del político. El psiquiatra le va quitando capas al presidente porque la función de la obra es hablar de sus carencias y sus miedos, sobre todo el miedo de que dejen de quererle», añadió.

Pese a las adaptaciones a lo valenciano, pese a las referencias a personajes reales de nuestra actualidad, pese a la llamada de teléfono de un importante empresario de la alimentación, pese a la pintura de Vicent Mestre, Picó -que además de protagonista, es productor ejecutivo de la obra-, insistió en que lo importante de L’Electe no es el envoltorio político sino el fondo humano. «Se puede trasladar a cualquier persona que ha llegado a un momento crucial en su vida -subrayó-. Tiene delante aquello por lo que siempre ha luchado y no puede seguir con ello, a pesar de que no hay nada externo que se lo impida, y tiene poco tiempo para solucionarlo».