Hoy en día es poco probable que un vino que luzca en su contraetiqueta el sello de la DOP Utiel-Requena nos defraude. Los estrictos controles de calidad que implementan las bodegas y las normas que aplica el Consejo Regulador son la garantía de que cada vino de esta región vitivinícola reúne las características exigidas. Por su puesto, el trabajo de los agricultores en el viñedo y las excepcionales condiciones climáticas de esta comarca resultan fundamentales para que los vinos de Utiel-Requena mantengan los altos niveles de calidad que se les exige. Por último, antes de poder insertar en la botella el logotipo de la Denominación de Origen Protegida Utiel-Requena, cada vino debe haberse enfrentado a diferentes pruebas y controles, entre ellas una cata ciega realizada por un comité de cata compuesta por profesionales del sector que determina que el vino es apto para salir al mercado.

A pesar de que la mayoría del viñedo que se cultiva en esta zona es de la variedad Bobal, los bodegueros han tratado durante estas últimas campañas de no encasillarse en un determinado tipo de vino. Así, y a pesar de la predominancia de los vinos de Bobal, encontramos una amplia variedad de vinos hechos con esta uva autóctona: los tintos clásicos con crianza en barrica de roble, los tradicionales rosados tan reconocidos en todo el país, tintos jóvenes cargados de fruta o incluso criados en ánforas y tinajas de barro. Algunas compañías van incluso más allá, defendiendo en el mercado otros tipos de vinos hechos con este varietal, como el blanco presentado este mismo año por bodegas Vicente Gandia y firmado por el enólogo Pepe Hidalgo o el espumoso elaborado con el método tradicional y la técnica de blanc de noirs que desde hace años produce Pago de Tharsys

Al margen de los vinos elaborados con la variedad Bobal, las tierras de Utiel-Requena son también el hogar perfecto para otras varietales locales y autóctonos como las tintas Garnacha, Tempranillo, Merlot o Syrah y las blancas Macabeo, Chardonnay o Sauvignon Blanc. Esto ha supuesto que la mayoría de bodegas hayan configurado un porfolio de referencias que satisfacen los gustos de todo tipo de consumidores.

Ante este contexto, con millones de botellas comercializadas en todo el mundo, las bodegas se han ido adaptando a cada uno de los mercados en los que operan y a los gustos y tendencias que van marcando los consumidores. En los últimos años han aflorado decenas de pequeñas bodegas, basadas en parcelas muy concretas, que buscan despertar la curiosidad del consumidor con vinos fieles a su origen que sean capaces de contar una historia. También las bodegas con más años de trayectoria han ido adaptando su manera de elaborar, apoyándose en el gran patrimonio de Utiel-Requena, los cientos de hectáreas de viejos viñedos, cultivados a una altitud media de 700 metros sobre el nivel del mar, con los que extraen la esencia de esta tierra con miles de años de tradición vitivinícola.

Los veintiocho vinos que aparecen en estas páginas son una buena muestra de todo lo que ofrece un territorio como el de Utiel-Requena. Vinos expresivos, muchos de ellos innovadores y otros con un toque clásico que los hace inconfundibles; vinos hechos con las uvas que cultivan los miles de agricultores que añada tras añada ponen a disposición de los enólogos los mejores racimos. Ahora que lo que toca es hacer pequeños planes al abrigo del hogar resulta buen momento para ir descorchando algunas de estas botellas para vestir nuestras mesas y disfrutar de unos caldos a la altura de los mejores.