Está siendo un año intenso para Irene Escolar, la cuarta generación de una saga de actores, los Gutiérrez Caba, que nunca ha dejado de aparecer en la programación de los teatros españoles. Ahora, la benjamina de la familia también copará parte de la parrilla para estrenar su segundo proyecto televisivo. «Dime quién soy», la serie que adapta la novela de Julia Navarro, llega hoy a Movistar +. Escolar encarna a Amalia Garayoa, una mujer «fascinante» que vive uno de los sucesos más convulsos de la reciente historia europea. La actriz llega hoy a València para coprotagonizar «La gaviota», una versión libre de la obra de Chejov a cargo de Àlex Rigola. La obra se representará hasta el domingo en el Principal. La actriz confiesa que lo primero que hará en València será ir a pasear por la playa de la Malva-rosa.

A pesar de estar siendo un año muy extraño, la estamos viendo mucho, tanto en teatro como en televisión.

Sí. Desde el mes de enero no he parado. «Dime quién soy» se acabó de grabar a principios de este año y «Escenario 0» se rodó durante el confinamiento. El arte me ha acompañado durante toda esta pandemia. Ha sido mi salvación.

¿Qué le hizo apostar por la serie de Julia Navarro? La escritora ha asegurado en varias ocasiones que pensó en usted a la hora de escribir sobre Amalia Garayoa.

Me fascina tanto el personaje como el contexto, ya que la serie recorre 50 años de historia de Europa. Es muy difícil recibir un personaje con tantas posibilidades. Me atrajo la idea de encarar un reto como este y, por otro lado, hacerlo tan bien rodeada. Me sentía muy arropada. Además, la serie también suponía un gran enriquecimiento personal para mí. Me permitió vivir cuatro meses en Budapest (Hungría).

Sin lugar a dudas, Amelia salió de la cabeza de Julia Navarro, pero ¿qué cosas podemos ver de Irene en el personaje?

Las dos queremos vivir la vida con mucha intensidad y querer disfrutar de cada experiencia. Ella lo abandona todo por descubrir cuál es su propio deseo. Vivir la vida de esa manera es muy admirable. Pero Amelia es muy diferente a mí en muchas cosas. Ella es muy valiente. Tiene una capacidad de resistencia mucho mayor que la mía, y puede encarar situaciones con cierta frialdad, algo que yo no podría hacer.

Ha dicho que Amelia se parece a María Teresa León, escritora y mujer de Rafael Alberti.

Amelia pasa por un montón de momentos históricos, así que me tuve que aproximar a la época a través de varias novelas. Sentí que necesitaba leer biografías de personas que habían pasado por algo parecido a ella. En la primera etapa de preparación del personaje leí sobre María Teresa León. La descubrí en el documental Las sinsombrero, que habla de mujeres invisibles. Entonces di con su biografía, Memoria de la melancolía. Ahí comprobé todo lo que tenían en común. Lo curioso es que Julia recomendó a los guionistas que se leyeran precisamente esta biografía. Fue una gran casualidad.

¿Si Amelia hubiese existido también nos referiríamos a ella como una mujer invisible?

Seguramente sí, por eso es alarmante. A pesar de todo lo que hizo, es muy probable que Amelia también acabara en el olvido. Las mujeres más jóvenes tenemos la oportunidad ahora de descubrir a otras mujeres de la historia que fueron relegadas a lo doméstico o quedaron ensombrecidas por una figura masculina. Quizá algunas mujeres más mayores pueden sentirse identificadas con Amelia porque también tomaron decisiones así, y a lo mejor otras ven lo que podría haber sido su vida si hubieran investigado cuál era su deseo real o su identidad, más allá de aquello a lo que estaban predestinadas.

¿Qué diferencias hay entre rodar una serie y una película? ¿Ha cambiado su manera de relacionarse con la cámara? ¿Y con el personaje?

La diferencia más grande es el tiempo de rodaje. Es muy difícil grabar una serie, te deja exhausta (ríe). Estuvimos rodando durante ocho meses, todos los días. Vivía prácticamente en el set de rodaje. Al final, te acostumbras a que la cámara esté a pocos centímetros de tu cara. La cámara se convierte en algo habitual en tu vida. La serie me ha dado mucha experiencia y una capacidad de desenvolverme mucho mejor ante las cámaras.

Amelia vivió una guerra. Nosotros, una pandemia.

Estamos viviendo un periodo histórico muy importante, a todos los niveles. Tiene algunos paralelismos con lo que vivió Amelia. Una pandemia deja un poso imborrable en la memoria. Deja una huella que tienes que cargar durante mucho tiempo. A Amelia también le pasa. Todas las experiencias que vive en la serie se le quedan dentro, le afectan mucho y determinan mucho su vida. A nosotros nos pasará lo mismo, pero ahora mismo no somos conscientes a qué alcance. Yo relaciono lo que pasó en el siglo XX con las cosas que he leído últimamente. Veo un punto en común muy claro y ese es el miedo.

¿Tiene miedo a la enfermedad?

Sí, mucho. Yo la pasé recientemente. No lo pasé mal, pero ahora estoy notando secuelas. Me siento muy cansada. Es difícil encajar esa experiencia.

En verano la vimos en «Escenario 0», tanto como actriz como en los créditos. En concreto, como productora ejecutiva junto a Bárbara Lennie. La serie de HBO ha marcado un hito en la fusión de las artes escénicas y la televisión. ¿Volveremos a verla en un proyecto tan innovador?

Es pronto para saberlo. Este proyecto surge durante el confinamiento. Surge durante esa incertidumbre, de ese momento que estábamos atravesando. Bárbara y yo hablábamos mucho, y viendo que la función que teníamos con Pablo Remón, «Las ficciones», se iba a cancelar hasta el punto de ni poder ensayar, se nos ocurrió la idea de por qué no rodar una serie sobre obras de teatro. Por la sencillez de esa grabación, porque tal vez era el momento perfecto para hacerlo, porque normalmente estamos más ocupadas… todos esos factores fueron el germen de todo. Cuando lo hablamos y lo elaboramos se nos ocurrió que también podríamos incorporar títulos que tuvieran que ver con la dramaturgia contemporánea. Había muchas cosas a favor para que el proyecto pudiera salir hacia delante. Nunca me hubiese imaginado hacer «Escenario 0» porque jamás me hubiese imaginado estar confinada y que la gente no pudiese ir al teatro.

Vendrá a València esta semana con «La gaviota», dirigida por Àlex Rigola.

Pensaba que iba a tardar mucho más en pisar València, pero afortunadamente no va a ser así. Es importante que los teatros estén abiertos, porque son puntos de reflexión, que pueden cambiar vidas. Y más en este momento, que es capaz de sacar de su soledad a muchas personas. Puede sanar el alma.

«La gaviota» también es un canto de amor al teatro y a la vida. ¿Nos vienen bien esta clase de obras?

Siento que la relación con el público está siendo más intensa que nunca. He tenido la suerte de subirme al escenario en septiembre. Todo lo que te ayuda en un momento complicado es algo que colocas en otro sitio y lo valoras de otra manera. Es lo que le ha pasado a muchas personas durante el confinamiento. Ahora mantienen una relación más estrecha con la cultura gracias a que tuvo que estar muchas semanas encerrado en su casa. En pocos días, pudieron consumir mucha cultura porque había muchos artistas capaces de dársela y gratis. Yo soy positiva y me gusta pensar que ese vínculo con la cultura no se rompe. De momento, estoy encantada, porque voy a ir a València. Tengo muchísimas ganas de ver el mar. Mi intención es ir a la Malva-rosa a comer un arroz y quedarme un buen rato en la playa. Tengo muy buenos recuerdos allí.