A lo largo de la historia, las mujeres han sabido hacer de la moda un arma que ha permitido desafiar las normas, romper con los estereotipos y reafirmar la independencia. La estética y la moda no son solo algo superficial y vacío: son en sí un símbolo, una expresión individual y colectiva y, como tal, un acto que puede ser político, tener poder e incluso cambiar sociedades. A través de la creatividad, la ironía, la subversión, la crítica o la burla, los jóvenes tratan de contarle al mundo quiénes son o quiénes quieren ser, qué no están dispuestos a tolerar y cómo organizarse para lograr lo que creen justo. De la revolución de las sufragistas al feminismo de las hippies o la rebeldía de las taqwacores, Laura Castelló repasa en «Vestidas para la revolución. La liberación de la mujer a través de la moda» (Lunwerg) los principales movimientos contraculturales que, con sus estéticas e ideologías, lucharon a favor de la libertad y de la igualdad de las mujeres.

La estética y la moda pueden llegar a ser revolucionarias: la historia está llena de ejemplos de cómo, a través de ciertos movimientos contraculturales, los jóvenes de diferentes épocas lograron reclamar sus derechos y luchar por la igualdad y la libertad. Y su forma de vestir fue una de sus armas de lucha, tal vez la más evidente. Muchas de estas subculturas que aparecen a lo largo del libro escrito e ilustrado por la valenciana Laura Castelló, parecen tener los mismos elementos en común: la juventud, la identificación con el grupo y la oposición al statu quo, a la norma, a la cultura dominante y, en la mayoría de los casos, a lo establecido en el núcleo familiar. En esta rebelión contra lo impuesto,hay una fuerte sensación de rechazo a las estructuras y un afán por sentirse diferentes y especiales. En un momento tan complejo como es la adolescencia, esta necesidad de definir su identidad individual convive con un fuerte deseo de pertenencia al grupo, de sentirse representados. La estética, y una actitud que refleja sus ideas, cuenta sus gustos y, por ende, quiénes son.

Estos movimientos se oponen a la represión y a los estereotipos estipulados históricamente, sobre todo hacia las mujeres. La apariencia femenina ha estado siempre controlada y predeterminada por unos cánones y unas pautas muy concretas, estrictamente relacionadas con la consideración que se tuviese de nosotras en cada época; en algunas ocasiones, incluso se llegó a prohibir por ley el incumplimiento de dichas pautas.

Nos encontramos ante restricciones y prohibiciones de la masculinización, el travestismo, el largo de la falda (centímetros exactos incluidos), el uso del pantalón, la profundidad del escote o la longitud del pelo... Sin olvidarse de la implantación de prendas que restringen los movimientos más básicos, como el miriñaque, el corsé o los pesados vestidos con milesde capas de la época victoriana que ni tan siquiera dejaban a la mujer agacharse, con todo lo que eso conlleva.

La historia de la moda y de las luchas feministas pasa (entre otras muchísimas cosas) por romper con la estética y los estereotipos autoimpuestos, con todos esos elementos limitadores y opresores que nos mantenían inmóviles, como si fuéramos un elemento decorativo del paisaje, como un mueble más del salón. Por lo tanto, es fundamental reconocer la valía de todos estos movimientos que cuestionan y rompen las viejas creencias a favor de los derechos y libertades de las mujeres y, en consecuencia, del mundo que nos rodea.

La importancia de estas luchas y sus conquistas radica en parte en las circunstancias y contextos en los que surgen. Nacen en su mayoría desde la marginalidad o incluso la clandestinidad, oponiéndose incluso a regímenes totalitarios, alejadas del mercado y medios de masas hasta que, en muchos casos, su popularidad las convierte en corrientes masificadas que llegan a provocar verdaderas revoluciones sociales.

Por ejemplo, los años veinte y treinta con las flappers y garçonnes fueron movimientos femeninos de trascendencia y repercusión mundial, claras influencias de los movimientos juveniles de los cincuenta y sesenta, el movimiento hippie de los setenta –la contracultura más masiva de todas– y posteriormente el punk de los ochenta. Por tanto, es muy difícil separar algunos movimientos por géneros ya que los mixtos fueron realmente importantes y decisivos en la lucha por los derechos de las mujeres. A través de la creatividad, la ironía, la subversión, la crítica o la burla, los jóvenes tratan de contarle al mundo quiénes son o quiénes quieren ser, qué no están dispuestos a tolerar y cómo organizarse para lograr lo que creen justo. Nos enseñan el camino hacia una sociedad más libre, nos empujan para avanzar y nos cuentan que lo raro y peculiar a veces es tan extraordinario que puede cambiarnos y transformarlo todo para siempre.

un camino hacia una sociedad más libre. Un recorrido por el mundo de la moda. 1 El origen del pin ups se sitúa en el burlesque del s. XIX.

2 Beatniks (1950-1960).

3 Pantalones (1940).

4 Modettes (1960).

5 Indie girls (1990).

6 La quema de sujetadores (1968). 7 Hippies (1960-1970). 8 Flappers (1920-1930). F