Se esperaba con ganas y hay que reconocer que ha hecho correr ríos de tinta. Pero, a menudo, en sentido negativo. El documental «Rompan todo», producido por Netflix y subtitulado «La historia del rock en América Latina», ha generado un sinfín de artículos a favor, pero casi más en contra. Ya desde su título se presenta como una obra que resume medio siglo de música: desde La bamba de Ritchie Valens hasta los puertorriqueños Calle 13; pero sus seis horas de metraje se centran, principalmente, en los triunfadores comerciales. Los protagonistas son los grupos que lograron atravesar fronteras. Y la mayoría, de Argentina o México: Soda Stereo, Café Tacuba, Molotov, Charly García, Maná, Aterciopelados...

El documental es un tráiler infinito que alterna citas actuales de rockeros ilustres e imágenes de archivo, pero en su voluntad enciclopédica olvida esbozar algún eje o tesis de conjunto. Y, si la hay, es la siguiente: de no haber nacido el productor Gustavo Santaolalla, el rock latinoamericano tal vez ni existiría, pues él fundó o produjo a la mayoría de los grupos destacados por la serie. Y, vaya por dónde, Santaolalla es el productor del documental. El director es Picky Talarico, realizador de videoclips de numerosos artistas de la órbita Santaolalla.

A los pies de la gran industria

«Rompan todo» explora los orígenes de la castellanización del rock, destaca antros emblemáticos (La Cueva de Buenos Aires, los hoyos funkies mexicanos...), repesca figuras de culto (Rockdrigo, Tanguito…), documenta fechas clave (aquel Woodstock mexicano que fue el festival de Avándaro, la revuelta instigada por Billy Bond en Luna Park) e insiste una y otra vez en el carácter rebelde y subterráneo del rock en Latinoamérica. Pero la historia que explica es, en líneas generales, la de los que encajaron en el engranaje de la industria discográfica. Y las estrategias que desarrolló la industria para vender sus productos: la campaña ‘Rock En Tu Idioma’, por ejemplo, que tendría su lanzadera transatlántica a través de la gira Calaveras y Diablitos que llegó a España en 1998.

‘Gustavoamérica’

Si «Rompan todo» se hubiese subtitulado «Historia del rock gustavoamericano», la lista de quejas y memes tal vez hubiese sido menor. En el portal de opinión argentino ‘Va Con Firma’ critican el documental porque «hace prevalecer a las industrias discográficas, entroniza como gladiadores indispensables a los productores ejecutivos y artísticos de esas corporaciones y ubica en la categoría de dioses de la comunicación a la cadena MTV». «Nada cuenta como importante fuera de la industria corporativa», remata el columnista Fernando Barraza. En La Nación analizan el feo que hace Santaolalla a Charly García. No porque hable mal de una canción suya, sino porque en seis horas de metraje apenas aparecen opiniones negativas sobre otros artistas. De hecho el documental solo glorifica, nunca cuestiona nada. Hasta Andrés Calamaro, presente como opinador y miembro de Los Abuelos de la Nada y Los Rodríguez (aunque desaparecido como solista), asume que a Gustavo Santaolalla se le ha ido la mano con alguna ausencia. «Saint es muy buen amigo mío, pero es como es», lanzaba en su cuenta de Twitter.

Como señala el propio Calamaro, irritarse porque falten grupos concretos es perder el tiempo porque nunca cabrían todos en una serie de seis horas. Sin embargo, la ausencia de tantos países en una historia que se anuncia como de América Latina ya es más problemática. En «Rompan todo», Centroamérica no existe. Tampoco, Ecuador. La ausencia más notoria es la de Brasil. Y de ello se deriva una consecuencia: el retrato del rock latinoamericano como un universo 100% blanco. «Me hubiera encantado incluir a Costa Rica, Paraguay, Bolivia… Pero hubo que seleccionar», se excusaba Talarico ante el diario Clarín. Nadie niega que Argentina y México sean las dos grandes potencias, pero tanto desequilibrio en el guion ha indignado a la prensa ecuatoriana, a la venezolana, a la colombiana... Cronometremos cuántos minutos ocupa cada país en el tercer capítulo: Argentina: 35. México: 11. ¿Y el resto? Cero: no sale ningún otro país.

Objeciones infinitas

La lista de objeciones sería infinita. Sorprende que aparezcan Toreros Muertos pero no se mencione ni de pasada a Manu Chao, tan latinoamericano como Pablo Carbonell, pero más relevante en la vertebración de algo que remotamente pudiéramos denominar sonido latinoamericano. «Ojalá vengan más documentales; digamos, uno del rock underground», ha propuesto Pacho Paredes, batería del grupo mexicano Maldita Vecindad. Y es que «Rompan todo» se centra en bandas que triunfaron más allá de su país. Lo cual no debiera restar importancia a artistas clave de consumo interno: El Kinto en Uruguay, Desorden Público en Venezuela, Wara en Bolivia…

No sería raro que Rompan todo provocase un boom de documentales musicales centrados en países concretos de América Latina. «Ojalá se hagan otros y podamos dejar este atrás», dispara el crítico argentino de cine Santiago García. De hecho, ya se está rodando uno sobre el rock en Venezuela.