Fue un cruce de caminos y un por qué no. La pasión por la poesía y la poética unió hace ya 25 años a Lola López, Lluïsa Cunillé y a Paco Zarzoso. Hongaresa, la compañía que crearon, celebra sus 25 años. Y a pesar de que «todo empezó» con «Libración», mañana celebrarán la efeméride con la reposición de «Umbral», el texto más longevo de Zarzoso en el Centro Cultural Mario Monreal de Sagunt (luego se representará en el Teatre Talia del 24 al 28 de marzo). «Todo surgió por el deseo puntual de estrenar una obra juntos pero esa intencionalidad acabó convertida en un proyecto vital con la voluntad de escribir, dirigir e interpretar muchas más obras juntos», apunta Lola López. Y tantas, porque desde entonces, la compañía ha estrenado 29 montajes. Obras con un sello definido ya que en cada nueva propuesta, tanto textual como escénica, late el intento de Hongaresa de explorar nuevos campos teatrales, lo que les ha animado a experimentar con todos los géneros, desde la tragedia al cabaré metafísico pasando por la tragicomedia o el vodevil postdramático. «La intención de la compañía ha sido siempre la de investigar y experimentar los diferentes mecanismos dramáticos, evitando repetir fórmulas», explica Paco Zarzoso, mientras López incide en que su teatro está caracterizado por el amor a la palabra y un decidido y sólido compromiso y posicionamiento ético y estético.

El embrión, la sala Beckett de Barcelona

Lola López fue a la Sala Beckett de Barcelona para interpretar la obra «Libración» de Lluïsa Cunillé dirigida por Xavier Albertí. Por aquellas fechas, Paco Zarzoso acudió a la Beckett a recibir un taller de José Sanchis Sinisterra. Allí se encontraron. Allí se conocieron. Allí surgió la amistad. «Fue un cruce de coordenadas», apunta López. «Casi de inmediato descubrimos que teníamos ganas de hacer teatro juntos», incide. «Lluïsa y yo -relata Zarzoso- escribimos «Intempèrie» y al año siguiente la estrenamos dirigida por Lola López e interpretada por ella y por mí. A partir de ahí ya no paramos…». Un 14 de diciembre, «un día de frío polar como el de estos días», bromea López, se estrenó la obra. «Intemperie», esa es la pieza fundacional de la Compañía Hongaresa que decidió poner este nombre porque no se pudieron inscribir como Compañía húngara, primera opción, y optaron por la traducción, hongaresa. Curiosamente a la Sala Beckett, el embrión de todo, regresará la compañía del 21 al 31 de este mes con la pieza «Piedra y encrucijada». Este monólogo de autoficción a tres voces, donde el espectador asiste a un juego metateatral entre la realidad y la ficción y en el que se abordan encrucijadas personales que se convierten en universales, está programado dentro del ciclo Lluïsa Cunillé.

El éxito de su longevidad, coinciden los fundadores, ha sido saber resistir a todo y pese a todo; a combinar piezas pequeñas con grandes formatos y a permitir que, cada uno de los componentes, emprendiera proyectos al margen que les permitiera oxigenarse y nutrirse con otras experiencias. «En la compañía confluyen poéticas diferentes y cada uno puede desarrollar una parte del alma. En ningún momento nos hemos ahogado entre nosotros en la propia creación. Además -explica Zarzoso- hemos tenido la suerte de que Hongaresa haya sido un cruce de caminos para muchos actores, lo que nos ha ayudado a nutrirnos de su imaginario, de sus ideas, de su arte y de su oficio».

Hongaresa, como todas las compañías, ha disfrutado de las luces y sufrido con las sombras. «Hemos tenido, como todos, momentos en los que desfallecer y tirar la toalla cuando nos hemos encontrado con problemas financieros o económicos, pero también hemos disfrutado de momentos mágicos y maravillosos como pudo ser el estreno de Saguntilíada», recuerda Zarzoso. Este montaje, el más ambicioso de la compañía, se podrá ver en el Teatre Principal de València del 5 al 7 de febrero. «La obra se escribió durante el confinamiento y se estrenó en Sagunt cuando se abrió una ventanita para respirar. Es una obra de amor al teatro, que hace un barrido por toda la historia de las artes escénicas, desde los griegos hasta la actualidad, pasando por todos los géneros y estéticas, y con la intervención de todas las artes de Baco: música, danza y teatro», apunta.

Con la mirada puesta en cumplir otros 25 años, «y muchos más», incide Lola López, los fundadores de Hongaresa se enorgullecen de la trayectoria realizada. «Uno de los retos cumplidos durante estos años es que cada producción ha supuesto el estreno de un nuevo texto, ya fuera de los autores de la propia compañía o de otros dramaturgos. Nuestra intención siempre ha sido la de investigar y experimentar los diferentes mecanismos dramáticos, evitando repetir fórmulas», desgrana López. «Hemos querido que Hongaresa fuera un laboratorio de probaturas, una mezcla de poesía y palabra: buscábamos un teatro que hablara de la condición humana», completa Zarzoso.

Probar, experimentar. Memoria y poesía. Amor al teatro.