Lamento si el titular que abre este artículo les ha podido inducir a una interpretación errónea de su contenido. No es la intención. En realidad, esa frase («caen billetes del cielo») la vengo escuchando cada invierno en el que el manto blanco de la nieve cubre los viñedos de la zona donde vivo. Alrededor de la nieve existen ciertas creencias sobre sus efectos beneficios en el viñedo, de ahí que muchos agricultores aún hoy cuando ven nevar desde la ventana dicen que están cayendo billetes del cielo, en referencia a que esas nieves, en muchos casos, puedan ser preludio de una cosecha abundante y de calidad.

Pero no todo lo que se dice sobre los efectos de la nieve en el campo es cierto, al menos no del todo. Para aclarar algunas de esas afirmaciones hemos contactado con Nicolás Sánchez, jefe del departamento de viticultura y enología de la Escuela de Enología de Requena, quien asevera que «más allá de que todo lo que se dice sobre los efectos de la nieve en el campo sea ciertos o no, lo que es innegable es que una nevada como la de este principio de año es beneficiosa para la vid». El motivo es el aporte hídrico de la nieve al campo y la forma en la que se produce, ya que a diferencia de los episodios de lluvias torrenciales de otoño, la nieve permite que la tierra se vaya drenando poco a poco, absorbiendo el agua lentamente a medida que la nieve se va derritiendo e hidratando de manera continua y homogénea a la planta.

Sobre la nieve también se dice que permite que la planta cicatrice las heridas de la poda, aunque el profesor reconoce que esto no es exactamente así: «en realidad no sabría decirte si es preferible podar antes o después de una nevada. En esto cada agricultor tiene su modo de actuar. Lo que sí está claro es que el mejor ambiente para realizar la poda es un entorno seco, de manera que si se podó antes de la nevada, ésta no tendrá efectos negativos (a no ser que hablemos de una nevada de grandes dimensiones), y si se poda después conviene esperar a que desaparezca la humedad».

Otra de las afirmaciones respecto a los beneficios de la nieve en el campo tiene que ver con la limpieza del entorno y la eliminación de hongos, microorganismos y larvas. En este sentido, Nicolás reconoce que «los microorganismos siguen estando ahí, en la planta y en el suelo. El frío paraliza la actividad microbiológica, pero no elimina microorganismos, eso sucede con el exceso de calor. No es cierto que elimine todos los organismos, y si lo hace es básicamente a macroorganismos (insectos y larvas) que no resisten el frío extremo». Con todo Sánchez si cree que el efecto «limpiador» de la nieve puede incidir en un mejor estado sanitario de la planta en los meses posteriores a la nevada.

También habrán oído hablar del poder «retardante» de la nieve respecto a la brotación del viñedo, aunque en realidad, un episodio de nieves como el que nos ha dejado Filomena, en pleno invierno, no tiene ninguna incidencia en el ciclo habitual del viñedo y, por supuesto, no retrasa la brotación. Este momento, el de la brotación, arranca en función de la temperatura de la tierra donde se cultiva, de manera que solo si la nevada (o en su caso una helada) llega a finales de marzo o principios de abril podrá afectar y retrasar la brotación de la vid, siempre y cuando previamente el suelo se haya calentado lo suficiente como para despertar a la vid de su letargo invernal.

En lo que sí coincide la mayoría es en lo beneficiosa que resulta la nieve desde el punto de vista paisajístico. La imagen de interminables filas de viñas cubiertas con un manto blanco es una de las más atractivas y todo un reclamo de primer orden para potenciar el enoturismo, si bien este año, dadas las circunstancias, no lo hemos podido disfrutar en su plenitud y habrá que esperar tiempos mejores para gozar de una jornada en plena naturaleza, contemplando bellos paisajes y disfrutando de los grandes vinos que se producen en las bodegas de la Comunitat Valenciana.