El trabajo de tonelero es uno de los que menos ha cambiado a lo largo de los años. Las tonelerías más prestigiosas cuentan con la experiencia de varias generaciones que producen de manera artesanal las barricas donde dormirán para su afinado algunos de los mejores vinos del planeta.

En el municipio riojano de Cenicero, la familia Gangutia construye barricas «a la carta» desde hace más de 150 años. Fundada en 1870 por Estanislao Gangutia, en la actualidad es Fernando (quinta generación de esta saga de toneleros) el que dirige la empresa.

Con una producción de alrededor de 15.000 barricas al año, los Gangutia han conseguido tecnificar un oficio tradicional sin perder la esencia. Ahora, términos como I+D están cada vez más presentes, pero en el fondo sigue siendo vital trabajar codo con codo con cada bodega para poder crear una barrica que ensamble perfectamente con el vino. Bajo estas premisas trabajan con robles seleccionados de las mejores zonas de Francia y América, pero también con otras maderas como la acacia, el castaño o incluso el eucalipto. El secado natural de las maderas y el tostado a medida confieren a cada barrica una personalidad única que se traduce en vinos más afinados y expresivos.

Presentes en casi todas las zonas vinícolas de España y en diversos puntos de Francia y América, es en Rioja y Ribera de Duero donde se concentran la mayoría de barricas de Gangutia, que produce (principalmente en el formato tradicional de 225 litros pero también en otros de mayor capacidad que en breve darán paso a pequeños tinos) para firmas del prestigio de Bodegas Riojanas, Marqués de Cáceres, Coto, Murua, Valduero, Emilio Moro o Martínez Lacuesta entre otras.