En agosto de 2020 Elma Sambeat (València, 1980) y su compañía La Galopante llevaron a los escenarios «Muerto de amor», un recital poético teatralizado con música en directo donde combinaba las creaciones propias con los inmortales textos de Federico García Lorca. Aquel proyecto ha desembocado ahora en un disco de 11 canciones compuestas por la música y actriz valenciana con la colaboración de pianista francés Baptiste Bailly, basadas todas en fragmentos y poemas completos del escritor. «Lorca tiene algo

relacionado con la magia y el magnetismo. A mí me gusta, me pongo a leerlo y me engancho, le voy descubriendo cosas. Y como no lo hago desde un punto de vista académico, soy más una especie de apasionada, tengo la libertad del que no se rige por normas. Lorca es el punto de partida desde el que yo he dado vía libre a mi creatividad».

¿Qué le aportan tus canciones a esa inmensa huella de Lorca en la música popular?

Espero que aporte belleza a la gente que le guste. Como artista me interesa la belleza, no tengo ningún afán comercial. Necesito crear por mí, por mi forma de ser.

De todas las caras de Lorca -la popular, a la sensual, la misteriosa, la desgarrada-,¿cuál es la más difícil de abordar?

Hay distintas dificultades. Está la dificultad a la hora de componer, que podría ser la de la cara surrealista de Lorca, como en «No son los pájaros». Son poemas más difíciles de entender, menos rimados, más esenciales. Y también es difícil meterse en su cara más desgarrada, en la que notas sus dolores y sus tristezas, y que te hace meter también los tuyos. Lorca tiene siempre dos caras.

Como las de la muerte y el amor que dan título al disco. Lorca escribe sobre un mundo en el que se ama mucho y se odia mucho.

Sí, y tengo la sensación de que Lorca era así también. Las personas que son tan sensibles viven igual de intensamente los dolores que el amor. ‘Muerto de amor’ es el nombre de un poema suyo del ‘Romancero gitano’. Me gusta pensar que Lorca murió por amor. Podría haberse ido y se quedó en su país por amor a su tierra, a su cultura. Este proyecto tiene mucha felicidad pero también mucho trabajo y sufrimiento. Como todos los proyectos artísticos, imagino.

¿Podrías haber hecho este disco en otro momento más fácil y menos extraño que éste?

Espero que sí, aunque es verdad que las circunstancias difíciles son un motor para la creación. A mí las circunstancias me han movido a crear, aunque ahora estoy en un momento de mi vida de madurez, tengo dos hijas, 40 años... Siento que eso tiene un lado bueno, te da una visión y una templanza para tomar decisiones, para decidir que, a pesar de todo, voy a decir lo que quiero y cómo quiero, invertir todo el dinero en algo que es superdifícil de vender como este disco, pero me da igual porque necesito la belleza para vivir, así lo decidí en su día.

¿Es complicado colocar en la agenda cultural un producto tan difícil de encasillar como éste?

Para mí es complicado porque el comercio se escapa de mis habilidades, me sobrepasa. Pero por otro lado tengo fe porque, al ser un producto de alta calidad, si llega a la gente creo que sí gustará.

¿La poesía es ahora un arma cargada de futuro para la música, como lo era por ejemplo en la transición?

La poesía tiene que depender del arte, de la fidelidad del artista a lo que crea, no del entretenimiento. Es lo que hace que perdure. El arte es compromiso, yo me comprometo con mi arte y por eso no puedo hacer algo en lo que no creo. Yo he parido este disco que creo que puede gustar a mucha gente pero sin pensar en que tiene que gustar a mucha gente.

Haces gala de una militancia artística muy minoritaria.

Sí, y lo asumo. Aunque por otro lado estoy tratando de seguir los cauces actuales, sacando canciones cada cierto tiempo en Spotify, redes sociales, distribución digital... Porque, aunque sé quienes me van a comprar el disco, también tengo que encontrar a otro público que no me conoce. Sé que es un disco minoritario, pero quizá lo minoritario no sea tan poca gente.

Has cantado folclore, jazz, flamenco, ópera... ¿Tienes algún estilo preferido?

Todo ese recorrido que he hecho lo veo ahora como una búsqueda. De pequeña quería ser cantante de ópera, pero uno va descubriendo sus talentos, debilidades y deficiencias. Al final he ido decantándome a lo que me va mejor y así he llegado a la música de raíz. Quizá por eso que te decía de que soy una persona empática, sobre todo ante músicas que vienen de lo más profundo de la cultura. El problema es que eso requiere un trabajo muy profundo y muy lento. Y ahí volvemos a Lorca, que me ha permitido llegar a esa raíz profunda, a la pertenencia a algo, a una cultura y a un pueblo con todo eso de árabe, de gitano, de europeo... Yo soy un poco de eso, una mezcla de cosas a las que no renuncio.