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Dani de La Orden

"El optimismo exacerbado es otra pandemia"

El director de «Loco por ella» y «Élite» debuta en la literatura con la novela «Darse un tiempo y otras mentiras (Planeta), donde narra la historia de David, un joven que decide romper con su novia para encontrarse a sí mismo lejos de la comodidad de una pareja. De la Orden reflexiona sobre el amor y las relaciones citando varias comedias románticas. Pero advierte: «El exceso de comedias románticas perjudica seriamente la salud».

Dani de la Orden con su primera novela.

A sus 32 años, Dani de la Orden (Barcelona, 1989) es uno de los directores más prolíficos del cine español. Acostumbra a estrenar una película por año. De él han nacido las historias que vemos en El pregón (2016), El mejor verano de mi vida (2018) o Barcelona, noche de verano (2013). También ha dirigido una de las series españolas más exitosas de Netflix, «Elite». Por eso, la cadena ha vuelto a confiar en él para estrenar su nueva película, Loco por ella (2021), la comedia romántica más exitosa de la temporada. Ahora, este cineasta se atreve con la literatura.

«Darse un tiempo y otras mentiras» (Planeta) es tu primera novela. ¿Crees que será la última?

Bueno, igual sí. O igual no. Siento que me he colado en el mundo de la literatura. Veo este mundo desde fuera.

Llevabas tiempo pensando en hacer una novela.

Sí, pero nunca me había atrevido a dar el paso. Al final fui encontrando huecos y la hice. Siempre quise hacer un libro sobre un chaval con mal de amores.

¿Ha sido terapéutico para ti?

Sí, bastante. No porque el personaje sea un alter ego mío, sino por lo que cuenta. Las inseguridades, la toxicidad, el aceptarse a uno mismo, valorar a los amigos... Son cosas que siempre han formado parte de mí. Yo sabía que Darse un tiempo y otras mentiras era buen título, pero en realidad, no era consciente de la trascendencia de la frase. Hasta que no me puse a escribir no supe el significado que tenía para el protagonista. Para él, darse un tiempo es reconocer que la monotonía a la que ha llegado su relación ya no le interesa. Quiere volver a la casilla de inicio, a la primera pantalla del videojuego, que es cuando las cosas molan. Donde todo es emocionante.

¿Por qué seguimos utilizando esa frase para cortar con alguien?

Por inseguridades. Nos da miedo tomar el paso definitivo, apartar a esa persona de nuestra vida definitivamente. Pero también no somos lo suficientemente valientes como para decirle algo doloroso a quien quieres.

Nos cansamos antes del amor. ¿Crees que esto es algo generalizado para los millenials?

Bueno. Ahora tenemos muchos más estímulos, más opciones y más estilos de vida entre los que escoger. Sin embargo, seguimos persiguiendo un objetivo: encontrar el amor. Es normal, porque es lo que hemos vivido de cerca. Desde nuestras familias a las películas. Estar con alguien es algo muy jugoso. A lo mejor, el amor antes estaba más dirigido a formar una familia, y ahora, lo vivimos desde una dicotomía. Muchas veces piensas: «No sé si ahora me atrevo a apostar por esta persona, sabiendo todo lo que hay ahí fuera». Pero lo cierto es que si pensásemos así siempre, nuestra búsqueda nunca acabaría. Siempre estaríamos de pendoneo.

De ahí, la existencia de ‘Tinder’.

Sí, existen esos dos mundos. Pero hay un punto de egoísmo en esto. Al final, no queremos invertir más tiempo en una persona, siendo que ya tenemos a nuestros amigos íntimos. Me he dado cuenta de que esto de los amigos si que ha cambiado respecto a la generación de nuestros padres. Los amigos son casi igual que nuestra familia. A veces, son casi el contrapunto a una pareja.

El protagonista de la novela emprende una búsqueda. Quiere conocerse a sí mismo fuera de la comodidad de una pareja.

Esto es porque cada vez pensamos más en nuestra identidad y en nosotros mismos. Antes, el proceso amatorio era más básico. Ahora nos replanteamos más las cosas, incluso qué tipo de relación queremos. Tenemos más libertad para elegir, pero entre tantas opciones también podemos encontrar caos. Sin embargo, creo que los jóvenes estamos viviendo un periodo muy bonito, en el que podemos aprender y disfrutar mucho. Pandemias aparte, claro.

Durante la novela, citas comedias románticas que te han marcado. Parece que el protagonista es, en general, un enamorado del amor.

Efectivamente. Él ha desarrollado su imaginario con esas películas. Por ello, tiene referentes amorosos un poco inalcanzables. Esas comedias también me formaron a mí. Me ha hecho ilusión poder hablar de manera coloquial sobre esas pelis. Mi intención era hablar de ellas sin que el libro pareciera una enciclopedia.

¿Dónde está Dani de la Orden en esta novela?

Si me conoces, identificas muchas cosas. En el libro hay anécdotas que me han pasado, pero también cosas que he pensado pero nunca he hecho. Me ha servido mucho utilizar mis propias vivencias para esta nueva experiencia en la literatura. Me sentía muy cómodo escribiendo. También lo he hecho con mis anteriores películas, como Barcelona, noche de verano (2013).

¿Qué te ha costado más, escribir una novela o rodar una película?

Escribir ha sido un proceso más solitario y más inseguro. El cine es mucho más colectivo. Sin embargo, tienes muchísima más presión. Si esta novela no fuese bien en las librerías, creo que mi vida no cambiaría en nada. Pero no puedo decir lo mismo de una película.

Acabas de estrenar tu última película, «Loco por ella», que lidera desde hace semanas el ranking de producciones más vistas de Netflix.

No esperaba que gustase tanto, la verdad (ríe). Sabía que iba a empatizar con la gente, pero la verdad es que ha calado. Esto solo ocurre con las películas con alma, y esta la tenía. Lo que hay detrás de esta peli es algo muy emocional. Tanto los guionistas como yo llevábamos el trasfondo de esta película en el corazón. Eso se ha podido trasladar a la pantalla.

En ella te has atrevido a hacer lo que muy pocos han hecho, que es reflejar el amor visto por una persona con trastorno bipolar.

Teníamos muy claro que debíamos escoger la bipolaridad para reflejar el daño que puede hacer el positivismo tóxico. El optimismo exacerbado es otra pandemia. Creer y decir que todo va a salir bien ayuda muy poco a personas como Carla, la protagonista de la película. La gente entiende el trastorno bipolar como que una persona se levanta triste y después se pone contenta. Y no. La bipolaridad pasa por muchas fases, entre ellas, la manía, que es igual de peligrosa que la depresiva. Lo importante es aceptar y respetar el estado de cada persona.

El protagonista quiere que ella sea feliz.

Claro, pero la enfermedad de Carla no lo permite siempre. Y eso hay que respetarlo. Al final, la película viene a decir que el amor no puede con todo.

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