Homenaje y reivindicación. Acción, reacción. De la realidad a la ficción. Iria Márquez reflexiona en ‘Un lugar de partida’ sobre el sentido de pertenencia y la migración en la primera obra de la compañía Vivirei Teatro. «Lo personal, muchas veces es universal», lanza la actriz, dramaturga y directora. Márquez se ha basado en la experiencia de sus padres, emigrantes a Alemania en los años 60, y su hermano, que se instaló en 2008 en Estados Unidos y posteriormente se trasladó a Panamá, para escribir la pieza que ahora se estrena en la sala Russafa. «Es muy curioso ver cómo cada uno de mis padres vivió la emigración de manera diferente y cómo al marcharnos por motivos de trabajo mi hermano y yo, con circunstancias muy distintas, seguramente hemos tenido conflictos similares, como la añoranza, la deslocalización, la búsqueda de un lugar que poder considerar propio...», reflexiona Márquez, quien dice que ha buceado en su propia historia familiar para entenderse a sí misma, pero también en una sociedad que muchas veces impulsa estos desplazamientos de población sin ser consciente de todas las adversidades que implican. «No es lo mismo un lugar al que ir y un lugar en el que estar», insiste, tras remarcar la importancia de poder o no arraigarse y poder o no desarrollar la vida en el lugar en el que se quiere. La creadora, comparte, buscaba poner en cuestión hasta qué punto este tipo de fenómenos responden verdaderamente a decisiones personales. «El franquismo animaba a salir de España con una promesa de prosperidad que sedujo a muchísima gente. Igual que los coletazos de la crisis inmobiliaria llevaron al éxodo a muchísimos jóvenes que querían buscarse un futuro. Pero nadie estaba teniendo en cuenta las consecuencias personales, emocionales y vitales, que tenía para esa gente el desplazamiento», comparte. De ahí el título de la pieza, ‘Un lugar de partida’, una obra que «no solo hace referencia al inicio de un viaje, también a la fractura que se sufre cuando tienes la cabeza y el corazón en un sitio mientras que el cuerpo está en otro», afirma.

La obra, se emociona, es especial. «Es un homenaje a mi familia, por lo que he tenido que hilar muy fino la frontera entre realidad y ficción pero también es la historia de un millón de españoles que en esa década tuvieron que salir del país por lo que cualquier espectador se podrá ver identificado ya que los conflictos de los que habla son similares para todos» argumenta Iria.

«En ‘Un lugar de partida’ se habla de la libertad y la toma de decisiones conscientes. La pieza plantea el interrogante de saber hasta qué punto las decisiones individuales no lo son tanto y son los países y las instituciones quienes las toman por nosotros. También habla de una cuestión fundamental como la conocida como ‘fuga de cerebros’ con la marcha del país de los jóvenes mejor formados; plantea cómo se sigue sin dar soluciones a la población migrante que busca refugio mucho más allá de nuestras costas y reflexiona sobre la complicada situación de la mujer en los años sesenta, la pérdida cultural e idiomática que supone un traslado y la enfermedad asociada a la distancia», resalta la creadora que crea ‘Un lugar de partida’ de la obra breve, ‘Un lugar al que ir’, que nació para ser estrenada dentro del Festival de otoño Russafa Escénica 2019 en la modalidad de «vivero» «Esa pieza, dentro de la propuesta ‘España’ la he desarrollado y ampliado a todos los niveles, desde la dramaturgia inicial hasta la puesta en escena con una producción deacuerdo a la historia que quería contar. Con aquella pieza de autoficción comprobé que al público le interesaba la propuesta, de ahí el ampliarla para que pudiera respirar y fluir», argumenta Iria que comparte escenario con Juan Carlos Garés. La obra estará en cartel hasta el día 9 de mayo.