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Javier Rey: "Soy muy disfrutón del trabajo"

Javier Rey se adentra en una historia de leyendas, costumbrismo y misterio en «La casa de caracol»

Javier Rey da vida al escritor Antonio Prieto.

Defiende la teoría de que un actor debe «mostrar poco su vida personal» para que sus personajes sean creíbles. Y lo cumple a rajatabla. Cuando habla de sus personajes todo cambia. Javier Rey, en «La casa del caracol» da vida a un escritor al que abandonan las musas y se retira a buscarlas a un pueblo en el que pasa de todo. O no, porque la historia juega al despiste y nada es lo que parece.

¡Vaya papelón!

He intentado dar al personaje lo que Macarena me pedía. El personaje de Antonio Prieto tiene muchas capas por lo que le ocurre, la mochila que lleva, lo que ve, lo que siente y en lo que se inspira.

¿Moldeasteis entre los dos al personaje o ella, a pesar de ser su ópera prima, es una directora rígida?

Macarena tiene un talento de la hostia y es increíble. Su gran virtud es que es muy estricta y no te pasa ni una cuando tiene su visión, pero en cambio, cuando la convences y le muestras algo en lo que ella no había pensado, no lo duda ni un segundo y aunque sea en su propia contra, lo acepta. Toma muchos riesgos y por eso la peli ha quedado tan chula. ¡La tía trabaja y se la juega mucho! Es muy pasional con todo esto.

Javier Rey en La Casa del caracol Daniel Medina

¿Te costó construir el personaje?

Me costó porque no lo considero como un personaje y sí como varios. Al final es como un cóctel por todo lo que tiene delante con su propia creatividad, frustración, su familia o sus miedos para salir adelante. Fue complicado dar con la tecla porque se podía quedar muy plano. Al final creo que le dimos la profundidad necesaria y eso sí que costó un poco.

¿Para el comportamiento te inspiraste en alguien? Recuerda a Jack Nicholson en ‘El resplandor’.

Consideramos que él debería ser alguien muy atlético, pero realmente es un señor que para inspirarse bebe y esa dualidad entre lo físico, su frustración, sus musas o el alcohol tiene como resultado esa manera de moverse y comportarse. Pero no, no nos inspiramos en nadie en concreto.

¿Qué te hizo confiar en Macarena?

Una videollamada. Había trabajado con la productora y con ellos confío. Me pasaron el guion y me gustó mucho. No conocía a la directora y como estábamos confinados me hizo una videollamada y ahí le dije que sí porque me transmitió su pasión y me dio mucha confianza. Creo que es una peli que va a gustar mucho porque está muy guay. Estoy muy contento de haberla hecho.

Tu transformación física choca.

¿Ah, sí? Está bien. Soy un actor que está al servicio de los personajes. Si consideran que tengo que ser atlético pero luego un dejado, yo se lo voy a dar; si me dicen que mi personaje tiene obesidad, se la voy a dar. No quiero encasillarme y estoy contento porque lo estoy consiguiendo. No me gusta la transformación gratuita pero sí darle al personaje lo que necesita, independientemente de lo que sea mejor para mí o no.

¿Has acabado amando u odiando a Antonio Prieto?

Tengo la mala costumbre de enamorarme de mis personajes porque, como estoy con ellos mogollón de tiempo y los trabajo, descubro muchas cosas de ellos y tengo tendencia a apiadarme, comprenderlos en sus partes más oscuras y en las partes más claras ir de su mano. Y sí, he llegado a comprender a Antonio Prieto, es un alcohólico, un chulo, tiene un ego desmesurado, un soberbio y con sentimientos raros en los que mal entiende qué es el éxito y el fracaso y tiene muchas cosas que son odiables pero cuando descubres de dónde vienen las cosas... te apiadas un poco de él.

En la peli hay maldiciones, supersticiones, malos augurios. ¿Tu crees en eso?

Si no lo veo no lo creo pero soy gallego y al final vengo de las meigas y la Santa Compaña y al final respeto mucho las creencias de la gente.

¿Pero todo lo que se ve y oye, existe?

Eso se dice en el guion y me parece una gran frase. Quiero creer que sí.

Javier Rey y Paz Vega, protagonistas Daniel Medina

En un momento escena, Prieto dice que se ha reconciliado con el oficio. ¿Tu te has peleado con él en algún momento?

Me peleo constantemente con el oficio, pero no con la industria. Me peleo con mis personajes y con mi trabajo, mis ensayos, el rodaje... Me peleo por profundizar y dar al personaje lo que creo.

El escritor también habla de la crisis del artista. ¿La has experimentado?

Sí, claro, cada equis años tengo una crisis con esto porque lo que va ocurriendo es que van pasando los años y uno va mejorando. Eso pasa en cualquier profesión creativa, trabajes más o trabajes menos, porque la vida acaba haciendo que uno sea mejor. Evolucionamos y nos convertimos en mejores profesionales. Si no fuera así, mala cosa.

¿El rodaje fue tras el primer confinamiento?

Justo al terminar, cuando solo podíamos salir al supermercado.

Y se estrena con la normalidad.

¡Qué alegría! Para mí significa mucho más que otra peli porque tengo la sensación de que me ha salvado la cabeza por cómo estábamos en aquel momento porque algunos días eran apocalípticos. El decir vamos a rodar y vamos a hacerlo y que salga el sol por donde salga, me dio la vida. Yo empecé a vivir la normalidad en ese rodaje.

¿Te costó engrasarte o fue como volver a montar en bici?

Para nada, fue mejor, porque al estar confinado y no estar rodando otras cosas, le dediqué a la preparación amor y muchas horas. El ser humano tiene la inmensa capacidad de acostumbrarse demasiado rápido a las cosas, tanto para lo bueno como para lo malo, de tal forma que ya nos hemos acostumbrado a cosas que hace unos meses dijimos que jamas haríamos. Creo la gente se va a olvidar muy rápido de por todo lo malo que hemos pasamos.

A pesar de todo, ¿es un acto de valentía estrenar en cines?

Sí, hace unos meses estrenamos ‘El verano que vivimos’ y Bambú fue hipervaliente porque no sabíamos qué iba a pasar. Cuando tu haces un estreno, piensas en tener un buen resultado porque esto es un negocio y buscamos que la gente vaya a las salas, pero creo que estrenar es un acto generoso para con la industria también porque estamos intentado volver a una normalidad y no podemos decir a la gente que vaya a los cines si no ofrecemos películas nuevas. Estrenar me parece un acto maravilloso. Cuando estrenamos ‘El verano que vivimos’ sabíamos que no íbamos a tener el volumen de público que la peli se merecía, pero se hizo. Con ‘La casa del caracol’, estamos haciendo exactamente lo mismo. Vamos a ciegas porque no sabemos qué es lo que va a ocurrir. Estrenamos porque es nuestra responsabilidad y el momento en el que hay que hacerlo.

Transmites mucho entusiasmo al hablar de la película.

Yo soy muy disfrutón del trabajo y disfruto mucho de todo el proceso. Cuando estoy con una película que me gusta, disfruto al hacerla y disfruto al promocionarla porque cuando te sientes contento y orgulloso de algo da gustito hablar de ello.

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