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Jorge Dexler Cantante y compositor

Drexler: «Necesitaba dejar de mirarme el ombligo»

València está marcada en rojo en el calendario de Jorge Drexler. Aquí actuará el domingo, en Viveros, y aquí celebró sus dos últimos conciertos en España antes del «cierre cultural» por la pandemia.

Jorge Drexler, durante un concierto.

Drexler está «feliz». Año y medio después, el domingo volverá a subirse a un escenario. Necesita, confiesa, recuperar sensaciones y «defender» sus canciones. Si antes era el silencio el que protagonizaba sus conciertos, ahora, bromea será el ruido lo que agradecerá porque este será sinónimo de público. En vísperas al concierto de Viveros (22 horas, y en el que Calequi y Las Panteras, proyecto del argentino Javier Calequi, se encargará de abrir el escenario con su mezcla de cumbia y sonidos electrónicos), el uruguayo ganador de un Óscar a Mejor canción original de 2005 por «Al otro lado del río», acaba de lanzar la canción «La guerrilla de la concordia», una llamada a la empatía frente al discurso del odio en la que comparte su música con el coro Gospel Factory. Define la canción como «un tema diverso, generoso, combativo, alegre, decidido y empático».

«La guerrilla de la concordia» es una canción muy poco del estilo Jorge Drexler.

Es un canto global con la voluntad de empujarnos a salir del ensimismamiento en el que hemos estado atrapados en los últimos tiempos. Una llamada a la empatía frente al discurso del odio. Es, de alguna manera, el reverso de «Codo con codo» que era un tema introspectivo para tiempos de confinamiento. Si aquel cerraba una puerta, este la reabre con energía. Estoy muy contento y la intención era dar una inyección de conexión y expansión después de un tiempo de desconexión y de introspección que todos hemos tenido porque, en este periodo, todos nos hemos mirado hacia dentro y nos hemos movido mucho dentro del ámbito de lo personal. Quería dejar de ser un individuo solo encerrado en casa. Quería dejar de mirarme el ombligo y me apetecía mucho hacer un trabajo colectivo, escrito en plural y diciendo ‘armémonos de valor, amémonos’.

¿Amar es cosa de valientes?

Amar implica abrirse al otro, entender la complejidad de las personas que son muy diversas y variadas, amar implica relacionarse con el caos que es una interacción entre personas donde no todas las variables están controladas. Odiar es mucho más sencillo porque se odia un objeto simplificado, odiar es resumir, odiar es esquematizar a otra persona y encuadrarla dentro de un concepto donde uno se centra en unas cualidades y obvia el resto. Hay una frase que le dijo a Bob Dylan su abuela y que me encanta: «Sé bueno con la gente porque cada persona que conozcas en tu vida está peleando una batalla complicada». Y eso es amar, entender la complejidad de las personas. Pero eso requiere de valentía porque hay que abrirse. Amar es exponerse y amar, a veces, duele. En esta época, el odio y la discordia se han vuelto una moneda de cambio muy rentable.

Vivimos una ola de violencia e intolerancia preocupante.

Una ola que viene siendo fomentada desde entidades tan importantes como la política a alto nivel y las redes sociales que son las que gobiernan hoy en día nuestras relaciones humanas. Ahora, con los chats, nos retroalimentamos con gente que piensa igual que nosotros y eso genera bucles de pensamiento obsesivos e intolerantes que se alimentan en la diferenciación del nosotros con respecto al ellos. Ahora lo fácil es meterse en ese circuito y regodearse en ese grupo de wasap donde todos piensan igual y te ríes de los otros. Eso es más fácil que estar dispuesto a escuchar opiniones diferentes y exponerse al caos que son las relaciones humanas, porque nosotros somos una especie muy caótica y, cuanto más nos acercamos, más complejos somos y con más matices nos encontramos. Quiero nombrar al pensador Antonio Escohotado que cumple 80 años y al que el concepto de guerrillas de concordia le pertenece.

Drexler actúa en Viveros Levante-emv

En «Codo con codo» canta ‘Ya volverán los abrazos, los besos dados con calma’ ¿Realmente lo cree?

La pandemia nos ha distanciado sentimental y físicamente porque, entre ambas cosas, no hay una barrera. Valoramos los abrazos y el apretón de manos porque es un alimento del espíritu humano. Somos una especie que necesitamos el contacto, pero yo creo que con la vacuna, ya están volviendo los abrazos. Yo, que ya estoy vacunado, sí los doy. Pero no descarto que vuelvan a alejarse. Las enfermedades virales tiene un ciclo y este ciclo ya va a terminar porque se ha hecho un gran esfuerzo para encontrar y poner vacunas para que dejen de producirse variantes y podamos arrinconar este virus de mierda que nos tiene asustados.

Actuó en València, en febrero de 2020, cuando el coronavirus ya se extendía peligrosamente y regresa cuando, parece, empieza a mitigarse.

Fueron mis dos últimos conciertos en España y uno de mis últimos porque cerré en Bogotá en marzo. Desde entonces no he vuelto a subirme a un escenario. Este va a ser un reencuentro importante. Tengo la suerte, como soy autor, de poder componer y hacer otras cosas como artista que me han permitido tener algunos ingresos, pero mi fuente principal son los conciertos y estos se cortaron. Todo mi equipo técnico, que solo vive de este trabajo maravilloso que consiste en juntar gente dentro de un espacio cerrado, se vio muy afectado y para ellos ha sido un año espantoso y han vivido una situación realmente dramática. Hemos hecho todo lo que podíamos y hemos intentado paliar eso manteniendo una conexión estable con todo el equipo de trabajo hasta para hacer gimnasia en grupo y ver cómo estábamos todos. Hemos intentado hacer conciertos por streaming para poder tener algún tipo de ingreso y hacer algunas grabaciones, pero bueno, se trataba de mantener esto rodando de mala manera porque nada se puede comparar con hacer una gira.

Las crisis también son oportunidades.

Esa, dicen, es la definición de la palabra crisis en China y yo también estoy seguro de ello. No hay nada más satisfactorio que revertir una situación negativa en un resultado positivo. Hacer algo sublime a partir de algo malo. Pero no quiero ser simplista porque no todo el mundo tiene la disponibilidad ni la situación para ver esto como una oportunidad, porque esto es un desastre sin atenuantes.

Muchos compositores dicen que, desde el desamor o en periodos de crisis personales, crean sus mejores canciones. Su nuevo disco saldrá a finales de año. Tras un momento de angustia como este, ¿estaremos ante su mejor álbum?

Es que este mal momento ha sido muy peculiar y novedoso, con un tipo de malestar muy diferente y sin el contacto con las otras personas. A mí me costó muchísimo componer. Empezaba canciones pero no las podía terminar. Me di cuenta de lo importante que era la presencia del otro para la composición. Pensamos que uno escribe solo porque la composición es un acto solitario en el que uno se encierra para poder entrar dentro de uno mismo, pero después de llevar muchos años en una disciplina mixta como la mía en la que compongo solo, las preparo en equipo y las muestro en público, que te quiten dos variables a mí me paralizó. Fue volver a pensar en la gira y me volvió la sangre al cuerpo, me dio el subidón y empecé a terminar las canciones. A mí las canciones me gusta poder defenderlas en una gira y, hacerlas y dejarlas solitas sin defenderlas, no tenían sentido. «La guerrilla de la concordia» es una canción importante para mí porque la acabé cuando me enchufé. Es una canción expansiva, cantada en plural y cantada por un grupo de personas muy diferentes entre sí. ¡Amémonos, soltemos el aire! El coro es el símbolo del colectivo, un lugar donde el ego se pone al servicio de una causa común. Y quería tener una canción coral, escrita desde el plural y cantada por el plural aprovechándonos de la energía que estaba año y medio paralizada.

Imagino que esa canción la interpretará en Viveros.

Aún no lo sé porque no sé como lo haré sin el coro. Algo haremos. Grabar una canción con doce voces es difícil llevarla al vivo porque allí seremos tres en el escenario. Buscaremos la manera pero aún no lo tengo claro. Es un desafío.

¿Qué tiene preparado?

Sólo te digo, y me comprometo, a que será un buen concierto.

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