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Rozalén Cantante

Rozalén: «Cuando no canto me muero un poco por dentro»

El próximo 22 de julio, Rozalén actuará en València, concretamente, en la Marina Sur, dentro del ciclo ‘Sons al Mediterrani’.

Rozalén(Albacete, 1986).

La cantante manchega actúa el próximo 22 de julio en la Marina Sur de València, dentro del ciclo ‘Sons al Mediterrani’. Presentará su último álbum El árbol y el bosque, con letras «terapéuticas» surgidas de un ejercicio íntimo e introspectivo. La cantante asegura que con él ha tenido suerte ya que el disco lo preparó en realidad mucho antes de la pandemia. Fue durante los directos cuando Rozalén se dio cuenta de que el público necesitaba esas letras. «Cuando comencé a hacer conciertos supe que el público estaba más que abierto a recibir estas canciones». Según la cantante, pese a la subida de contagios, la «gente está mucho más animada que el año pasado, cuando se podía palpar la tensión en el ambiente».

Un año de la pandemia. ¿Se acordaba de hacer conciertos, dar entrevistas y firmar autógrafos?

Claro. Lo echaba muchísimo de menos. Me di cuenta durante el primer directo que hice el año pasado, cuando nos empezaron a dejar. Me entraron muchos nervios antes de salir al escenario. Yo siempre he sido muy de nervios, pero es que esa vez fue demasiado. Tenía muchas ganas de salir. Mi cuerpo me había pedido cantar ante el público durante el confinamiento.

¿Se pasa mal cuando uno no actúa?

Muy mal. Me moría de ganas. Aunque te confieso que tenía más ganas de volver a la carretera que de cantar, y eso que me apetecía muchísimo eh. En realidad, desde la pandemia, no he dejado de cantar o hacer entrevistas. En cambio, me he visto obligada a separarme de mi equipo y de viajar.

¿Le ha cambiado su perspectiva sobre la música?

Sí. A veces nos pasa que damos las cosas por sentadas y cuando te fallan es cuando te das cuenta de lo que te has perdido. Durante la pandemia me he dado cuenta de que cuando no canto me muero un poquico por dentro. No soy la misma. Me entra mucha tristeza. A ver, yo canto mucho cuando estoy en casa. Pero me he dado cuenta de que esto de cantarle a la gente es para mí como una adicción (ríe).

¿Una cantante sigue siendo cantante cuando no canta?

Por supuesto. Si estuviera muda yo me seguiría sintiendo artista. Aunque es diferente para una cantautora. Al componer, yo siento que ya estoy siendo cantante. Sin embargo, imagino que no le ocurre lo mismo a los intrumentistas que giran por ahí. Todos necesitamos trabajar. Pero el hecho de no hacerlo no tiene por qué condicionar tu etiqueta de «artista». Uno es artista desde que nace, independientemente de si le fichan o no.

¿La incertidumbre por la situación sanitaria y social ha condicionado su creatividad?

No considero que haya compuesto menos. Todos estamos viviendo una agitación emocional tremenda y cada uno la manifiesta como puede. Para algunos puede ser pintar un cuadro pero para otros puede ser la nada. En mi caso, el confinamiento fue una época muy creativa para mí porque me otorgó el tiempo que necesitaba para estar en casa, estar tranquila conmigo misma.

En València presentará «El árbol y el bosque», su nuevo disco. ¿Hay ecos de la pandemia en él?

Con este álbum he tenido el don de la oportunidad. La verdad es que ya tenía el proyecto en mente antes de que pasara todo lo de la pandemia. Cuando ahora lo canto sobre los escenarios me doy cuenta de que sus letras están muy ligadas al momento que vivimos. El árbol y el bosque es un disco terapéutico. Es un viaje interior que te obliga a mirarte al espejo, y eso es precisamente lo que hemos tenido que hacer en el último año. Acabé la producción y la música del disco en plena pandemia, cuando todos estábamos ya abiertos a recibir estas letras.

¿Lo nota también en los conciertos?

Sí, la gente intenta vivir el concierto como puede. Aunque estén sentados y con mascarilla, intentan transmitirte su ánimo. Mueven los brazos que pa’ qué (ríe). A veces es imposible que la gente no se levante porque acumulan mucha emoción detrás de la mascarilla. Te prometo que estoy notando muchísima más emoción por parte del público que antes. El año pasado hicimos muy pocos conciertos en verano a causa del coronavirus, y ahí sí que notaba más tensión. La gente estaba mucho más triste y lamentablemente siempre había alguien haciendo una foto para decir que la cultura no era segura. Chapó por la gente que nos viene a ver.

En el álbum hay una canción que llama la atención porque no diría que responde al «sonido Rozalén». El tema del que hablo es «El paso del tiempo», que es muy funk.

Oye, ¿y por qué el funk no es un ‘sonido Rozalén’? (ríe). Nosotros hacemos de todo. Hacemos canciones súper variadas. A ver, es cierto que en este disco nos hemos atrevido un poco más a hacer ciertas cosas. Por ejemplo, en El árbol y el bosque podemos escuchar funk, disco, un son cubano... En mi público no he visto esta sorpresa, porque creo que ya los tengo acostumbrados al cambio. Yo veo la música como un juego y mi banda también. Somos muy melómanos. Nos gusta tocar y estudiar mucho.

¿Hay algo que se le resiste a Rozalén?

Claro, el flamenco. Todavía no me he atrevido. Tampoco con la bossa nova.

Cuando fuiste al programa «Liarla Pardo» contaste una anécdota que se convirtió en «Trending Topic». Cristina Pardo te preguntó por la historia vivida a raíz de una de las canciones de tu anterior trabajo, «Cuando el río suena», gracias a la cual tu familia consiguió encontrar los restos de tu tío abuelo, asesinado con tan solo 18 años durante la Guerra Civil.

Sí, fue un momento muy emocionante para mí. Ahora también me emociono al recordarlo porque mi abuela ya no está conmigo. Creo que se fue más tranquila gracias a encontrar a su hermano en aquella fosa común. Hay que hablar más con las personas mayores porque son historia viva de este país. De hecho, creo que lo más valioso que tengo ahora mismo en mi vida son las grabaciones que tengo en vídeo con mi abuela. Hay horas grabadas de conversaciones muy íntimas. Yo tenía una conexión muy fuerte con ella y me hizo reflexionar mucho. Hay que hablar más con ellos porque nos llevan ventaja. No entiendo como la gente no los aprecia.

También hablas de ello en la canción «El paso del tiempo», donde explicas cómo te han salido algunas arrugas.

Esta canción salió porque estaba harta de oír las quejas de algunas amigas y amigos sobre la vejez. Que te salgas canas y arrugas es una bendición. Es descorazonador ver cómo gente a la que quieres puede ver limitada su carrera por una arruga. No podemos ser eternamente jóvenes. Hay que aprender a amar la vejez. Por ejemplo, para mí, una de las actrices más guapas de este país es Ángela Molina, y no me refiero a la Ángela Molina de antes, sino a la de ahora, con sus arrugas y sus canas. Eso es belleza absoluta y es celebrar que estamos vivos pese al paso del tiempo.

¿La letra de esta canción la podía haber escrito un hombre?

Sí, aunque igual no con la misma intensidad. Creo que las mujeres y los hombres no estamos sometidos a la misma presión. Sobre todo si se dedican a la industria del entretenimiento. Desde siempre, si un hombre tiene canas es atractivo, pero si una mujer tiene el pelo blanco es que es una vieja.

También nos diferencian en otros sectores, aunque no por la estética sino por el talento. ¿Conoce la polémica en torno a la Chocita del Loro de Madrid? Según sus gestores, las mujeres humoristas no tienen gracia.

Bueno, es que esa polémica es impresionante. Creen que las cómicas no dejan de hablar de lo mismo, de «problemas de mujeres», y no es así. Sencillamente no es cierto. No son más que prejuicios.

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