Han pasado ya dos semanas de la celebración de la vigésima edición de la Experiencia Verema València y todavía se escuchan comentarios en los mentideros enológicos que ensalzan la notable capacidad de organización del colectivo Verema y el magnífico nivel de las catas y actividades programadas.

Sin duda, una de las catas que mayor interés suscitó entre profesionales y amantes del vino fue la de Lalomba, el proyecto de Ramón Bilbao que reivindica la pureza del viñedo de la Rioja a través de unos vinos elaborados con la mínima intervención que nacen de parcelas muy concretas. La bodega gestiona tres fincas (Lalinde, Valhonta y Ladero) ubicadas en la Rioja Alta y la Rioja Oriental), y aunque este mismo año ha lanzado sus primeros tintos, arrancó su aventura en 2010 con un rosado que se ha consolidado entre los mejores de España

Lo especial de la cata no eran los vinos a catar (que también) sino el hecho de que la bodega plantease una cata vertical (consistente en la cata de un mismo vino pero de diferentes añadas), algo que suele plantearse en vinos tintos con crianza (en los que se puede apreciar su evolución en botella), pero no con vinos jóvenes elaborados para su consumo en un corto espacio de tiempo.

Fue una cata única de seis añadas (del 2015 al 2020) que dejó patente el buen trabajo realizado por el equipo técnico que dirige Rosana Lisa para producir unos rosados de Garnacha (con un pequeño porcentaje de Viura) moldeados en depósitos de hormigón. Las añadas más antiguas mostraban evidencias del paso del tiempo en su aspecto, pero mantenían vivos sus matices frutales, por momentos más confitados. Las últimas añadas se mostraron frescas y delicadas, con excelente acidez, persistencia de la fruta roja y notas de fruta de hueso y matices florales. Unos rosados hechos para disfrutar ahora y más adelante que dejan huella.