Una tienda de muebles es el escenario en el que Bruno Ruiz despliega su cocina. Él cambia el habitual comedor de un restaurante por el showroom de uno de los estudios de interiorismo más importantes de España. Pepe Cabrera es más que una tienda de muebles. Estamos en un edificio de 3.000 metros cuadrados repartidos en cuatro plantas donde encontramos grandes iconos del diseño junto a piezas de arte y mobiliario contemporáneo. Para llegar a su mesa, el cliente recorrerá un agradable paseo entre piezas de arte y sillones que lo parecen. Está invitado a ver, probar y preguntar. Forma parte de la experiencia y pocos se resisten a probar uno de esos sofás o a abrir los cajones de una cocina mágica.

Judías verdes, torreznos y carbonara de hierbas Urban

La singularidad del espacio es un atractivo muy importante de Aticook, pero no el único. Bruno Ruiz, es el otro. Tal vez, si no fuera por la excentricidad de estar en una tienda de muebles, su éxito no sería tan grande, pero cuando te vas de allí tampoco crees que hayas comido mal. De hecho, algunos de los platos son muy buenos, interesantes, ricos y con un punto de originalidad. Otros, no tanto. Entre los primeros están las judías verdes con torreznos y carbonara de hierbas o el tomate con tomate y tomate. Son platos atrevidos y perfectamente ejecutados. El primero trata de unas judías salteadas en mantequilla avellana que se cubren con una espuma de hierbas ligera e intrigante. El segundo es un golpe de sabor potente que te llega directo al paladar a través de diferentes caminos (con el tomate pasificado, en sorbete o en mousse). Pero en el mismo menú descarga un plato insulso y anodino como el bacalao con sopa de cebolla y huevo a baja temperatura preparado. Pero lo cierto es que el nivel medio del menú es bastante correcto.

Bacalao con sopa de cebolla y yema encurtida Urban

También cuando llegan los postres (una pasión pie y una tarta de queso líquida envuelta en galleta). El precio no es barato (60 euros más bebidas), pero ofrece tres entrantes, cinco platos y dos postres de una calidad más que aceptable.

Albahaca pasión pie. POR santos ruiz

En Aticook no puedes escoger la hora de llegada. El servicio empieza a las 14 o las 21 horas para todos los comensales. Se invita a llegar al cliente a partir de las 13:30 o las 20:30 para poder pasear por ese precioso jardín de muebles que es Pepe Cabrera. Con todos los clientes en la mesa comienza el servicio, que fluye con un ritmo muy medido. Es verdad que este tipo de gestión resta flexibilidad al cliente y un poco de naturalidad a la sala, pero, a cambio, permite ajustar costes y, consecuentemente, afinar precios. En el futuro tendremos que ir acostumbrándonos a estas servidumbres. La cocina creativa exige mucho y deja poco margen. Ya nos hemos acostumbrado a mesas sin mantel y nos habituaremos también a propuestas como esta. Y no pasa nada. Nos dará igual si a cambio obtenemos una comida suficientemente placentera porque hace tiempo que los cánones con los que el cliente mide su satisfacción comenzaron a cambiar.

Si el sol no aprieta, aconsejo tomar la copa de sobremesa en la terraza. Es grande, cómoda y con buenas vistas. Además, nadie te aprieta y puedes extenderla el tiempo que haga falta.