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«Es un lujo poder transitar por los estados de emoción que propone Delibes porque son hechos desde la más absoluta sencillez», afirma José sacristán

Sacristán es Delibes

El actor es el alter ego del escritor en «Señora de rojo sobre fondo gris», hasta el 26 de septiembre en el Olympia

José Sacristán en «Señora de rojo sobre fondo gris». pablo sarompas

Siento que volver a Miguel Delibes, ahora con su sobrecogido Nicolás, supone entregarme a una tarea que bien pudiera ser o significar la culminación de una aventura de trabajo y de vida que viene durando ya más de sesenta años». Con esta frase, José Sacristán define el momento en el que regresa al Olympia para representar ‘Señora de rojo sobre fondo gris’. Lo hace, disfrutando del presente y dejando entrever el futuro. Porque su retirada profesional, precisamente, podría llegar en junio cuando acabe de girar con una obra con la que no deja de «aprender a mirar». Hasta que eso ocurra, o no, el Premio Nacional de Cinematografía 2021 «juega» día a día con la versión teatral de la novela de Miguel Delibes. Un «proyecto muy personal». Una historia de amor que habla de la felicidad y de la pérdida y que refleja la vida, y el mundo personal y humano del escritor.

Hasta el 26 de septiembre, el actor madrileño dará vida en València, como único protagonista de la historia y a través de un monólogo, a un pintor con muchos años de oficio que desde la muerte de su mujer, que lo era todo para él, se encuentra sumido en una crisis creativa que le impide volver a pintar. En este estado recuerda tanto los acontecimientos felices que le tuvieron enamorado de ella durante toda su vida, como la aparición poco a poco, de una enfermedad que le condujo a una muerte inesperada a los 48 años de edad.

Delibes

‘Señora de rojo sobre fondo gris’ está reconocida por Delibes como un desahogo y el medio para contar la historia de su vida junto a su mujer Ángeles de Castro, retratar su personalidad y describir el proceso de la dolencia que le condujo a la muerte -falleció el 22 de noviembre de 1974 con 51 años por un tumor cerebral-. Pero, en extremo pudoroso, Delibes se escondió tras la figura de un pintor, Nicolás, para oscurecer el este retrato.

El libro que se publicó en 1991, escrito como un monólogo, es fundamental para conocer el mundo personal del escritor, que realiza una especie de homenaje a la que fue su mujer y madre de sus siete hijos . Pero el libro, tan bello como desolador, es más también el retrato de la España del verano y otoño de 1975. Un momento en el que la hija mayor del matrimonio estaba en la cárcel por sus actividades políticas y fue desde allí donde vivió la enfermedad y muerte de su madre. Esta circunstancias le sirvió a Delibes para dejar constancia, y denuncia, de la situación del momento .

Fue en 2008, cuando Delibes y Sámano perpeñaron una primera adaptación que no acabó de convencerles. Por problemas de salud de ambos, el trabajo quedó interrumpido. Así, en vida, cuenta Sacristán, Delibes se negó a que esta obra fuera llevada al teatro o la televisión porque «no le quería poner cara al personaje», pero tras su muerte (12 de marzo de 2010), los hijos del escritor permitieron realizar la adaptación ya que sabían que dos años antes de morir, el escritor había consentido que el actor leyera un par de pasajes de la novela. Sacristán relata que, el día del estreno de la obra, uno de los hijos del escritor -el que se negaba a ceder los derechos- se le acercó y le dio las gracias: «Esta noche es como si hubiera vuelto a ver a mi padre», desvela que le dijo.

«Es un lujo poder transitar por los estados de emoción que propone Delibes porque son hechos desde la más absoluta sencillez», confiesa Sacristán, quien afirma que cuando «prevalece la memoria del amor, es capaz de vencer a la propia muerte».

Sacristán, que se mueve en una escenografía en tonos oscuros, grises y melancólicos, defiende que Delibes «utiliza las palabras como una especie de herramienta de la más absoluta sencillez, con la que es capaz de llegar a unas alturas líricas bellísimas y a la profundidad del conocimiento». Así, admite que para «acercarse al texto de Delibes» hay que «hacerlo con cuidado y sensibilidad». Y él lo hace con maestría para expresar el desasosiego de la pérdida. «El amor, afirma, siempre sobrevive a la muerte». Como el arte.

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