En la plaza Xúquer hay un local de copas que ha merecido el apelativo de «mítico» en más de una ocasión. Este bajo, ubicado en el número 3, ha sido escenario desde 1978 de muchos bares, cada uno con su personalidad, con su hilo musical y con un diferente barman detrás de la barra. Pero nunca ha sido tanto un refugio para los músicos como lo es ahora La Vitti, el proyecto que lidera Marcos Herrero desde 2018. Decorado con objetos personales y piezas procedentes del Rastro de València, este café es una parada obligatoria para melómanos, curiosos y viajantes sin rumbo.

El exterior del local. m.a.montesinos

Antes de la llegada del coronavirus, este local tenía una programación musical fija, con jams y conciertos en acústico. Los lunes era día de jazz; los jueves, de soul; los sábados era el turno del concierto de alguna banda; y los domingos tocaban música clásica, folk y acústico. Los que pisaban el escenario eran alumnos de la Berklee, músicos valencianos y nombres muy conocidos de la escena musical de la ciudad, como Mariano Steimberg, Ales Cesarini, Joan Soler, Javier Vercher, Joan Saldaña, Rozane Arnal, Batiste Bailly, Víctor Jiménez y hasta Perico Sambeat.

Recortes en el interior de La Vitti. m.a.montesinos

Sin embargo, como consecuencia de la pandemia, el público tendrá que seguir a la espera de un ambiente más propicio para los conciertos en vivo en La Vitti, donde el aforo es menor a 50 personas en el interior. La intimidad es parte de la personalidad de este local. Fuera, los visitantes son recibidos por la mismísima Mona Lisa, quien hace las veces de portera junto a una mecedora de madera. Dentro, hay discos de vinilo, pósters, portadas de la revista Rolling Stone y recortes. El hilo musical está compuesto por Rainbow, los Beatles, Yes, Neil Young, Serge Gainsbourg y música negra.

Un cocktail

El ideólogo de La Vitti fue Borja González-Ayllón, músico detrás de proyectos como Bob Lazy, Los Premios o The Risin’ Doors. Ahora, es promotor de conciertos en locales como el Loco Club. «Borja creó la marca en 2012. Antes, aquí estaba el bar Caramull, muy mítico en la época», explica Marcos, quien se incorporó al proyecto en 2018, cuando él todavía estudiaba Arquitectura en la Universitat Politècnica de València. En la barra de La Vitti fue donde conoció a Borja, su futuro socio. «Llegué a La Vitti con unos compañeros de Arquitectura. Entré y me encantó. Pedí prestada la guitarra que tenían dentro y me puse a tocar junto a mis amigos en la terraza. Hasta que ellos se hartaron de mí y me pidieron que dejara de tocar. En ese momento decidí ir dentro, a tocar en la barra, ahí conocí a Borja».

Marcos es el alma de la banda Yo Diablo, ganadora de Sona la Dipu en 2018, el mismo año que este joven de Port de Sagunt decidió apostarlo todo por la música y por La Vitti. Dejó Arquitectura, sacó un disco y se sumergió en el ambiente musical de la ciudad a través de este local de la plaza Xúquer. «Quería un trabajo que me permitiera ensayar, hacer conciertos y estar en contacto con la música. Cogí el proyecto de La Vitti porque me flipaba, era mi bar favorito. Vienen músicos de todas partes y camareros de otros bares musicales. Intercambiamos ideas y experiencias», añade Marcos. Tanto los camareros de La Vitti como sus clientes conforman una tribu urbana que tiene en común la nostalgia por los 60 y 70, el gusto por los encuentros improvisados y el gin tonic.