Aunque pueda no parecerlo en un principio, el mundo del vino y el del cine guardan ciertos paralelismos. En ambos casos hablamos de sectores en los que se cuentan historias: unas, en el caso del cine, generalmente de ficción; y otras, en el caso del vino, mayoritariamente reales. En cualquier caso son cada vez más los actores, directores y productores de cine que han caído en las redes del vino y la enología. Y no tanto por su afición a beberlos sino por el interés de formar parte de un mundo rodeado de misticismo y pasión.
En el ámbito internacional encontramos a decenas de rostros muy conocidos de la gran pantalla que han entrado de lleno en el sector vinícola. Brad Pitt y Angelina Jolie regentan uno de los casos más conocidos, el Château Miraval, en la Provenza francesa. Allí la pareja afrontó en su momento el reto de ser capaces de producir el mejor vino, algo que lograrían en 2012 cuando su Côtes de Provence Rosé Miraval fue reconocido como el mejor rosado del mundo. Carol Bouquet (musa de Buñuel y chica Bond) también ha desarrollado un interesante proyecto vitivinícola en Italia, reivindicando el trabajo agrícola y apostando por tradición y artesanía en cada etiqueta que produce. Dan Aykroyd, Drew Barrymore, Emilio Estevez, John Lasseter, Kyle MacLachlan, Gerard Depardieu, Kurt Rusell, Olivia Newton-John o Sam Neill son otros de los rostros destacados de la gran pantalla que se han adentrado (con mayor o menor intensidad y fortuna) en el mundo del vino, aunque ninguno durante tanto tiempo y tanto éxito como Francis Ford Coppola, que hace casi medio siglo, tras finalizar el rodaje de la segunda parte de El Padrino, adquirió una de las propiedades más importantes de California, Inglenook, donde se inició en el mundo del vino. Posteriormente, ya en 1999, lanzó Sofía, un vino para homenajear a su hija. Ya en el siglo XXI Coppola ha inaugurado dos bodegas más, también en California: Château Souverain y Virginia Dare Winery.
En nuestro país encontramos también un buen puñado de rostros y apellidos estrechamente vinculados al cine. Imanol Arias tiene una profunda relación con las vides y las bodegas tanto en la ficción (su personaje de Antonio Alcántara en la serie «Cuéntame» funda una bodega a partir de los viñedos heredados de la familia en su Sagrillas natal) como en la realidad, ya que hace algunos años decidió invertir en una de las firmas de mayor prestigio de Ribera del Duero, Emilio Moro, y posteriormente en Cepa 21, proyecto de tendencia más moderna impulsado también por los hermanos Moro. Su hermano en la exitosa serie de TVE, Juan Echanove, es también un confeso aficionado al vino, y desde hace años desarrolla un proyecto de profesionales y amantes del cine y el vino, ‘Cinema Wines’, con vinos en Rueda y Ribera de Duero.
Otro de los grandes del cine español, Antonio Banderas, tuvo en su momento un estrecho vínculo con el vino. En 2009 entró en el accionariado de la compañía burgalesa Bodegas Anta (que desde ese momento pasó a llamarse Anta-Banderas), si bien en 2012 entró en concurso de acreedores y desde 2018 está gestionada por el grupo riojano CVNE (Compañía Vinícola del Norte de España). El polifacético Emilio Aragón (con cuatro candidaturas a los Goya en 2010 y 2013) es otro de los nombres que se vinculan a una bodega, en este caso Martúe, en el municipio toledano de La Guardia, al igual que el actor Iván Massagué, que elabora su propio vino en la comarca tarraconense de Terra Alta.
El cineasta José Luis Cuerda, ganador de 4 estatuillas Goya, es el que con mayor pasión se introdujo en el mundo del vino
Pero sin duda es el cineasta José Luis Cuerda el que con mayor pasión se introdujo en el mundo del vino. El albaceteño (ganador de cuatro estatuillas de los Goya) adquirió una coqueta finca en Cubilledo (Orense) -dicen que con los beneficios que obtuvo por la producción de ‘Los Otros’- donde estableció su refugio en sus últimos años. Bodega Sanclodio toma su nombre del vecino monasterio enclavado en pleno valle del Avia, en el corazón de la DO Ribeiro. Hasta su fallecimiento en 2020 Cuerda se dedicó en cuerpo y alma a la bodega. Era él en persona (siempre que su agenda se lo permitía) quien se desplazaba a ferias y eventos para profesionales por todo el país para defender su vino (la bodega elabora una única referencia, el blanco Sanclodio, hecho con uvas de Treixadura, Godello, Loureira y Albariño); era él en persona quien supervisaba, junto a su equipo de viticultores, el momento óptimo para vendimiar sus uvas; era él en persona quien recibía en su hogar gallego (la bodega cuenta con una casa rural en la que el cineasta estableció su residencia y en la que conservaba a la vista de sus invitados algunos de los Goyas con los que la academia premió su trabajo) a quienes llegaban ávidos de conocer más sobre la intrahistoria que hay detrás del director manchego y el vino.
Tuve la fortuna de visitar su bodega con un grupo de periodistas y prescriptores nacionales en el año 2010 en el contexto de unas jornadas organizadas por la DO Ribeiro para conocer en primera persona la profunda transformación de la zona en la última década gracias al impulso de pequeñas bodegas como la de José Luis Cuerda. Bodegas Eduardo Peña, Pazo Casanova, Viña Costeira, Casal de Armán o Coto de Gomariz fueron algunas de las paradas de la ruta, pero ninguna tan entrañable y reveladora como la de Bodega Sanclodio, donde Cuerda nos recibió a las puertas de su hogar para conocer como elaboraba el vino y poder compartir en la imponente terraza de su casa una copa de ribeiro y una conversación en la que todos quedaron prendados de la pasión que Cuerda profesaba a este apasionante mundo del vino.
