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Miguel ríos | cantante
Miguel Ríos Cantante

Miguel Ríos: "¿Yo Inmortal? ni harto de vino"

El rockero, que actuará en Les Arts el día 21, viene a València con un formato acústico «más próximo y placentero».

Miguel Ríos, en el estudio de grabación. JAVIER SALAS

Miguel Ríos dice que ahora, en lo personal, se cuida «más y mejor que nunca» y que en lo profesional se ha reinventado porque no le gusta «repetir fórmulas». Confiesa que es «muy consciente» de los límites que su edad «tardía» le presenta («77, pero en junio 78»). Pero ahí sigue. Con 65 años decidió bajarse de los escenarios porque estaba «un poco seco», pero como es «un yonqui del aplauso», regresó y el día 21 actuará junto a su nueva banda The Black Betty Trío en el Palau de Les Arts. La gira que lo trae a València se llama Un largo tiempo.

Miguel Ríos, un rockero que ya es todo un clásico Javier Salas

‘Un largo tiempo’ ¿para qué?

«Un ancho espacio y un largo tiempo» es el verso completo del poema «Para que yo me llame Ángel González», una de las canciones que aparecen en mi último disco. Según el poeta, es una de las cosas que necesitó para que su ser pesara sobre la tierra. Recomiendo, fervientemente, su lectura.

¿Cómo va de energía?

Voy bien, pero porque me administro y soy muy consciente de los límites biológicos de la edad tardía en la que me encuentro.

Se cansó de actuar, bajó el telón, recuperó fuerzas, regresó y en este 2022 tiene la agenda llena. ¿Necesitó parar para relanzarse?

En cierta forma sí. Aunque mi retirada fue sincera. Tenía 65 años, casi 50 de carrera, y estaba un poco seco a nivel creativo. Tenía un contrato con la Editorial Planeta para escribir mis memorias y durante tres años creí haber encontrado una nueva carrera. Volví porque mis compañeros querían celebrar el 20 Aniversario de El gusto es nuestro, y no me iba a negar. Después, como un yonqui del aplauso, recaí.

Un cantante, ¿se cansa alguna vez de cantar?

Recuerdo hacer giras mastodónticas y estar loco por pillar una playa, descansar o tomarme un año sabático. Pero al mes volvía a estar loco por salir a cantar con el primero que me invitara. Cuando te gusta tu oficio y la gente quiere oírte….

Miguel Ríos actúa en Les Arts

Miguel Ríos actúa en Les Arts JAVIER SALAS

¿Disfruta más ahora cuando se sube a un escenario?

Disfruto de otra forma. Me siento mucho más seguro en el dominio de mi voz. Sigo con mis ejercicios y me cuido más y mejor que nunca. Y cuando logras conectar con las emociones del público y ser parte de la banda sonora de sus vidas, te sientes muy afortunado de estar en este oficio.

¿Qué piensa cuando mira a la grada y ve al público, mucho más joven que usted, cantando todas y cada una de sus canciones?

Lo que más me cuesta en esta gira es controlar la emoción que me provoca tener al público tan cerca y escucharlo cantando mis canciones. Estamos actuando en escenarios nuevos para mí, y yo estoy más acostumbrado a cantar en sitios muy grandes. En estos espacios, todo es más próximo y placentero.

¿Es eso en lo que se diferencia esta gira de las anteriores?

Ahora, con el formato acústico, me reinvento de nuevo y, además, estreno nuevas canciones. Siempre he intentado sentir que estoy haciendo algo nuevo. Que no me limito a repetir, año tras año, la misma fórmula. De ahí mi inquietud por probar diferentes formatos para cantar mis canciones. En 2018 actué en la Plaza de Toros con una orquesta sinfónica, y ahora vengo al Palau con The Black Betty Trio.

Les Arts es el único espacio escénico valenciano en el que todavía no he actuado

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¿Qué va a ofrecer el día 21 en Les Arts?

Tengo muchas ganas de actuar en Les Arts, creo que es el único espacio escénico valenciano en el que todavía no he actuado. El concierto está basado en mi último disco ‘Un largo tiempo’ pero no me olvido de repasar los éxitos más emblemáticos de mi carrera.

¿Cómo se prepara para aguantar el tirón?

Luchando contra la enloquecida fuerza del desaliento. Como te decía antes, ahora me cuido con mucha más conciencia, tanto física como mentalmente. También ha aumentado el respeto que me produce la gente que viene a verme, mis mecenas. El que me sigan eligiendo después de tantos años me hace preparar el concierto como si fuera la última vez.

¿Cuál es el mejor placer que sigue sintiendo sobre los escenarios?

Cantar, cuando estás bien de la voz, es un placer físico que libera dopamina. Ahora, en este formato acústico, con espacio para que el sonido sea natural, la voz tiene mucha más libertad de expresión y la respuesta del público es muy estimulante.

Hay frases que tenemos asumidas como que ‘los grandes rockeros nunca mueren’, pero ¿qué piensa un rockero de eso?

[larga y sonora carcajada]. «Los viejos rockeros nunca mueren» fue un título afortunado de un tema que escribí en 1977, el año que murió Elvis y yo tenía la edad de Cristo. Fue mi homenaje a los pioneros del rock and roll, a las estrellas de los cincuenta. Ahora parece que hablo de mí.

Ahora canto el «himno de la alegría» contra la criminal invasión de Ucrania por orden del sátrapa Putin

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¿Se llega a sentir uno inmortal?

¿Inmortal? No, ni harto de vino.

¿El rock y usted son atemporales?

El rock pasará a la historia como la música que cambió el mundo al inventar la juventud, como grupo social. A impulsarnos de la nada a la jefatura moral de la mitad del siglo XX. Todo es temporal en este mundo.

«El blues de la tercera edad» ¿era necesario?

Para mí sí. Me apetece cantar sobre las cosas que me tocan en la vida. Siempre ha sido así. Es un pequeño homenaje a las mujeres de mi generación que, ademas de hacer el camino hacia la liberación generacional, siguen peleando por la igualdad.

¿Ha cambiado mucho, en los últimos años, su manera de mirar el mundo?

Pues sí, bastante. Afortunadamente la conciencia social se desarrolla con la edad. Si no quieres ver el mundo con las orejeras de la desinformación y tienes sentimientos, la compasión por los excluidos tiene que hacerte cambiar.

Pensaba en un mundo mejor, más justo y solidario, no en esta cloaca de desigualdad neofascista.

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¿Más o menos pesimista que antes?

Parece que la realidad social, más cercana a la distopía, tendría que aumentar el pesimismo. Yo que he cantado «Otro mundo es posible», pensaba en un mundo mejor, más justo y solidario, no en esta cloaca de desigualdad neofascista. No he cambiado de idea, el ser humano vencerá, solo que costará mucho más tiempo, dolor y lucha.

Sigue componiendo pero, en este mundo tan raro en el que vivimos, ¿dónde encuentra la inspiración?

La materia de las canciones brota de muchas fuentes emocionales. Tiene que ver con tu propia necesidad de entender la vida y tu sitio en ella. Es difícil conjugar indignación y esperanza, deseo y realidad. Algunas veces solo hace falta mirarse al espejo, sin hacer trampas, y que eso quede bien en un estribillo.

¿El «Himno de la Alegría» es ahora más necesario que nunca?

Por supuesto que sí. Es un canto pacifista y de esperanza en el ser humano. Creo que el éxito del «Himno a la alegría» en Estados Unidos fue porque se usó como una canción antiguerra de Vietnam. Yo, ahora la canto contra la criminal invasión de Ucrania por orden del sátrapa Putin.

¿Se siente, hoy, Miguel Ríos feliz con él mismo?

En estas circunstancias, con la que está cayendo, he aprendido a vivir en el contrasentido aparente de vivir feliz para adentro y cabreado hacia afuera. Y me va muy bien.

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