Siempre es un buen momento para viajar pero... hay que tener tiempo para ello. El verano brinda esa oportunidad. València está muy bien conectada y, por ejemplo, en un vuelo ‘barato’ y en solo dos horas uno puede ‘plantarse’ en la ciudad alemana de Núremberg. Una vez allí, en coche o en tren, no hay excusa para no acercarse a Bayreuth. En ambos sitios es imperdonable el no beber cerveza y comer salchichas.

La plaza más conocida de Núremberg A.B.

A solo dos horas de València y en un vuelo directo de Ryanair se llega a Núremberg, la segunda ciudad más grande de Baviera (tras Múnich). Las enormes fortificaciones que comenzaron alrededor de 1140 bajo el emperador Konrad III, todavía dominan el paisaje de Núremberg, la ciudad que tras ser destruida en los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, renació como el Ave Fénix de sus cenizas para ser, gracias a la exportación de cerveza, uno de los puntales industriales de Alemania. Dicen de la bellísima Núremberg que es una ciudad, sobre todo, orgullosa de sí misma. De su pasado y de su presente. Sede del juicio más famoso de la Historia, Núremberg es también la casa natal de Alberto Durero, máximo exponente del renacimiento alemán y sede del mercado de Navidad más famoso e increíble de Alemania. La ciudad, con una estética muy característica, mantiene la esencia de sus tabernas o biergarten tradicionales en las que beber cerveza y comer codillo asado o salchichas hasta hartarse. Como ven, Núremberg, no es ‘solo una montaña’.

Cada año Bayreuth, a 90 kilómetros de Nuremberg, se convierte en el epicentro de la ópera el Festival de Richard Wagner, su ilustre vecino. El ciclo se realiza en el Festspielhaus, un edificio que el compositor mandó construir bajo la exigencia de que fuera austero para que lo que primara en él fuera la música. La estética contrasta con el Teatro de la Ópera del Margrave, el teatro barroco mejor conservado de Europa. Pero en Bayreuth no solo la música y la estética es importante. Por ejemplo, en la coqueta ciudad se encuentra el Maisel’s Bier-Erlebniswelt, según el Libro Guinnes de los Récords, el Museo de Cervecería más completo del mundo.

Máquina de cerveza del complejo Maisel's Beer Adventure World A.B.

Núremberg, una ciudad con mucha historia

El puente del verdugo

El puente del verdugo A.B.

Icono de la ciudad y, probablemente, la postal más medieval de cuantas quedan en la capital de Franconia. El puente es de madera, aunque antes llegó a tener tres arcadas de piedra. El torreón que surge a un lado de la orilla era la casa del verdugo donde se practicaban las ejecuciones. Frente a él, ahora en obras, se encuentra el primer puente colgante de Europa (1834).

La casa de Alberto Durero

La casa de Durero A.B.

El artista más famoso del Renacimiento alemán nació en 1471 en Núremberg y la ciudad presume de ello. La casa en la que vivió el artista, desde la que se ve el castillo imperial, está abierta al público desde 1871. El edificio de tres plantas, curiosamente, no fue derrumbado en los bombardeos. Además de por Durero, en la ciudad presumen de ser la cuna de las brújulas y tener la denominación de origen de las salchichas.

Tribunal de los Juicios de Núremberg

Sala 600 del Tribunal más famoso de la historia A.B.

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, entre el 20 de noviembre de 1945 y el 1 de octubre de 1946, tuvieron lugar en la audiencia provincial de Núremberg-Fürth, concretamente en la sala 600, los conocidos como Juicios de Núremberg contra los principales dirigentes capturados por el partido nazi así como de su red organizativa. Se trataba de impartir justicia y condenar a los criminales de guerra. Se escogió esta ciudad, adalid del III Reich y en ese momento completamente en ruinas, para dar una lección a todo el mundo y en cierto modo poner las bases para la reconstrucción de una ciudad que no quería olvidar su pasado para seguir avanzando.

Una estética muy característica

Una calle del centro de Núremberg A.B.

Destruida la ciudad en la Segunda Guerra Mundial, las viviendas se reconstruyeron con la estética anterior pero con materiales modernos ya que, las primeras, sobre una base de piedra, se alzaron con adobe, paja y pelo de cerdo por lo que prendieron con facilidad. Todo el centro de la ciudad, delimitado por una muralla de 5 kilómetros, está adoquinado y es peatonal. Durante el invierno, los vecinos están obligados a retirar de la cera la nieve antes de las seis de la mañana; si no lo hacen y algún peatón se lesiona, tienen que correr con todos los gastos hospitalarios y de su recuperación.  

Búnkeres y refugios antiaéreos

Túneles subterráneos A.B.

De origen medieval, los túneles en los que desde 1380 se fermentaba y almacenaba cerveza, fueron utilizados por la población, así como por miembros del partido nazi, para refugiarse de los ataques aéreos que vivió la ciudad en 1943 y que la devastó casi por completo en 1945. En estas grutas se ocultaron obras de arte de iglesias y museos así como balcones y vidrieras que, tras la guerra, permitieron reconstruir la ciudad. Gracias a los túneles, en una población de 74.000 personas, en los bombardeos solo murieron 6.000.

Bayreuth, Wagner por bandera

Teatro de la Ópera del Margrave

La Ópera del Margrave A.B.

Es el teatro barroco mejor conservado de Europa, para asegurarse de que la acústica era la mejor, sus autores -Giuseppe y Carlo Bibiena, a quién les encargó la obra la margravina Guillermina, hermana del rey de Prusia en aquel entonces-, construyeron las columnas en madera, cubiertas de papel pintado como si fuera mármol y oro. La ópera es, desde 2012, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

Los jardines del Eremitage

Los jardines del Eremitage A.B.

Es toda una obra maestra del rococó europeo. El complejo fue un regalo de Federico a Guillermina cuando tomó posesión del título de Margrave y en él no se echa nada en falta. Es un palacio que empleaban como residencia de verano, bóvedas de jardinería, grutas, fuentes ornamentales, estanques, juegos de agua, un invernadero y un templo dedicado a Apolo.

Museo Richard Wagner

La casa de Wagner A.B.

 Wagner puso a Bayreuth en el mapa del mundo y esta vivienda fue construida para él y siguiendo sus exigencias entre 1872 y 1874. En ella se exhiben objetos, documentos y muebles personales. La ciudad se llena durante los meses de julio y agosto de amantes de la música que ascienden, casi con reverencia, la Grünen Hügel (la colina verde) en la que se alza el Festspielhaus, donde se celebra el festival y en el que representan, únicamente, obras de Wagner. La sala la diseñó el propio compositor con la financiación de Luis II de Baviera y se estrenó con Anillo. El espacio es austero para el público para que no se distrajera un ápice -Wagner dixit- de lo que sucedía en el escenario.