Los Remedios es un barrio de Sevilla construido en la década de los cincuenta y todo un ejemplo de mala planificación urbanística. En sus calles crecieron Pablo Chaves y Fernando Delgado-Hierro, dos actores de cuyo reencuentro ha surgido la obra que se representa en el Teatre El Musical, pieza reconocida con el último Premio Max a la Mejor Autoría Revelación. «Los Remedios» es, ante todo, una pieza sobre la amistad como respuesta al desconcierto.
En el montaje, dos amigos de la infancia se juntan para tratar de entenderse a base de representarse tanto a ellos mismos como a las personas que marcaron su desarrollo en el contexto social de sus primeras décadas de vida. «Los Remedios» nace del deseo del reencuentro con uno mismo, con el otro, con el lugar de donde vienen, con las personas que marcaron su desarrollo y les ayudaron a conformar su identidad. «Dentro de la línea de exhibición de propuestas estatales en el TEM, no había mejor manera de iniciar nueva temporada que con el estreno de esta joya escénica, genuina, divertida y profunda a la vez. Una obra que reflexiona sobre el arraigo y el desarraigo, provocando que nos cuestionemos si eso que fuimos es lo que somos. Un texto magistral con un ritmo frenético y un ejercicio actoral impresionante que el público valenciano no debería dejar de ver», aconseja el director artístico del TEM, Juanma Artigot.
Esta producción de La Compañía exlímite parte de una historia personal con vocación universal, porque todos hemos crecido en un entorno que nos ha marcado de por vida. Sus creadores e intérpretes se han juntado en una sala de ensayos para indagar en la memoria de sus cuerpos y en la necesidad de la representación y su capacidad transformadora. El ejercicio les ha servido para reconciliarse con sus recuerdos y para mirar al barrio con la perspectiva que da la distancia y el tiempo.
«La autoficción es tarea de funambulistas. Si la imaginación y la creatividad son inmanentes a la creación, nuestra labor ha consistido en mezclar la experiencia personal con la imaginación y la reescritura. Y tal vez el cóctel resultante, del uso de la deformación, la exageración y la máscara, pueda devolvernos una verdad más profunda acerca de nosotros mismos», avanza su director, Juan Ceacero.
El resultado es una pieza sobre la amistad como respuesta frente al desconcierto que produce la vida y a su vez, una propuesta que reflexiona sobre la raíz de la necesidad de actuar, del nacimiento del actor y de la posibilidad del teatro.