Ha recorrido buena parte de los pueblos de la Comunitat Valenciana y ahora es el rostro de «Atrapa’m si pots», el concurso de À Punt. Óscar Tramoyeres (Rafelbunyol, 1977) asegura que no quiere ser rico y que prefiere que lo conozcan como humorista.

¿Cuándo fue la primera vez que hiciste comedia?

No me acuerdo. Desde que tengo memoria he intentado hacer reír. Llevo toda la vida haciendo eso. De pequeño imitaba a Julio Iglesias.

¿Y ante el público?

El día que dije «venga, me animo» fue en un concurso de mi pueblo, el 4 de febrero de 2001. Me apuntaron mis amigos. Fue en el pub Colors de Rafelbunyol. Pasé a la final y gané. A partir de ahí, empecé a pensar que lo podía seguir haciendo con regularidad. Los finalistas del concurso nos animamos a hacer una especie de ciclo. Vino la concejala de Cultura del momento y nos preguntó si lo podíamos hacer en la Casa de la Cultura. Nos pagó 50 euros a cada uno. Llenamos el auditorio.

¿Te planteabas hacerlo de manera profesional?

Que va (ríe). A todos se nos ocurrió lo siguiente: «¿Por qué no hacemos esto por los pubs y bebemos gratis?» (ríe). Cobrábamos con las siete u ocho cervezas que nos bebíamos.

Cobrabas en especie.

Tenía 24 añitos. Veíamos que podíamos seguir haciéndolo, así que fundamos una asociación sin ánimo de lucro. El poco dinero que ganábamos lo invertíamos en altavoces, gasolina, focos... Estuvimos así 8 años. Pero yo solo pensaba en conseguir 1.000 euros al mes por hacer lo que me gustaba. En ese momento me dedicaba a ir de aquí para allá con el camión. Cada vez trabajaba más y me pagaban menos. En el 2008, la empresa dejó de ir bien y me despidieron. Éramos dos en la misma línea y mi compañero llevaba 20 años en la empresa, yo, cinco. Mi mujer estaba embarazada de gemelos. Estuve dos años en el paro criando a mis hijos, pero me preguntaba: «¿Ahora qué?». Estaba la opción de trabajar de albañil, coger naranja... Pero pensé que si no intentaba ser cómico en ese momento no lo sería nunca. Empecé a venderme como cómico. A los dos meses ya tenía una actuación por semana. Conseguí entrar dentro del circuito de café teatro.

¿Cómo conseguías compaginarlo todo?

Cuando iba con el camión escuchando la radio y se me ocurrían cosas me las anotaba en un papel. Pero cuando ya no trabajaba con el camión, la cosa era más fluida.

¿Tu humor ha cambiado en estos años?

Claro, lo que no ha cambiado es la esencia. Soy un chico normal de pueblo. No quiero ser ni rico, ni famoso. Quiero ser feliz con lo que tengo. Ahora tengo más cosas que antes, pero soy igual de feliz que lo que era antes.

Habrá gente que piense que esto no puede ser. ¡Sales en la televisión!

Pues ojalá esa gente me hubiese visto cuando estaba colgando pollos vivos durante tres años. Me acuerdo que no podía ni abrir la puerta de mi casa porque parecía que tenía cristales en las manos. Yo he estado recogiendo naranja, llevando un camión de chatarra... He hecho lo que ha hecho falta para vivir, mientras poco a poco me iba formando en lo que a mí me gustaba. Hay gente que empieza en el sector y dice: «Esto no lo hago porque yo ya llevo un año». Toni Acosta dijo una vez: «Los sueños no se cumplen, se madrugan».

¿Qué es lo que ha cambiado entonces en el ‘show’ de Óscar Tramoyeres?

La experiencia. Por ejemplo, ahora leo al público muy bien. Siempre suele haber alguien que se duerme, que lucha contra el sueño porque no ha hecho la siesta. También sé ver quien puede ser el típico que te está comentando cosas todo el rato, que no se puede callar. Esto último suele pasar más en pueblos. También está la persona que se está descojonando todo el rato. He ganado picardía y he aprendido a sacar provecho de las cosas que van pasando en directo.

Te has recorrido gran parte de los pueblos de la Comunitat Valenciana, y prácticamente todos los de la provincia de Valencia. ¿Estos pueblos te han forjado como cómico?

Sí. Y me acuerdo de la mayoría de actuaciones que he hecho.

¿Te tratan diferente ahora que actúas en grandes teatros y sales en À Punt?

Sí. Me han llegado a decir que soy ‘influencer’. Qué vergüenza por Dios. ¿Yo ‘influencer’? Mucha gente me pide que me ponga sus camisetas o me invita a almorzar (ríe). Pero jamás sacaría algo de provecho de esto. Me conocen por ahí y me dicen cosas. Me ha pasado hasta en el hospital.

¿Cómo?

Mira (ríe). Me tienen que operar de la vesícula ¿vale?. Un día fui al hospital Clínico y le dije al médico que me dolía mucho. Él me respondió: «Deberías comer menos, porque esos almuerzos...». Yo me defendí diciendo que no me pasaba para nada con la comida, y me contestó: «¿Antes de ayer no te cascaste una flauta así de grande en el almuerzo?». Me seguía por Instagram. Esta gente, la que me conoce por las redes sociales y la que me pide fotos por la calle es la que viene al teatro y paga mi hipoteca. Hay que ser agradecido en estos tiempos, porque esas personas podrían haber optado por quedarse en su casa viendo el «Sálvame».

Eres de los pocos cómicos que ha elegido el valenciano para hacer su humor, como Xavi Castillo, Maria Juan, Eugeni Alemany...

El grupo que hice en mi pueblo era para hacer humor en valenciano. Me emociono y todo por hablar de esto. Admiro a todos los que has mencionado y soñaba con estar al lado de ellos en una programación.

¿Cómo estás viviendo tu nuevo rol de presentador?

Me lo paso bien, pero es muy diferente al teatro. Para mí, el teatro es más verdadero que la televisión porque hay que repetir. Muchas veces me cuesta pronunciar algunas cosas en valenciano normativo porque nunca lo había hecho. Intento rectificar en el momento (ríe).

¿Te gustaría continuar en televisión?

Sí. No sé si haciendo el mismo concurso, a lo mejor sí.

¿Qué clase de programas le gustaría hacer en el caso de continuar?

Me gustaría hacer algo rollo «¿X cuánto?», que presentaba Arturo Valls. Era una locura. También me imagino haciendo un programa con visitas de famosos, yendo a almorzar, por ejemplo.

Esto parece una lluvia de ideas dirigida a productores de la tele.

Sí. Que me llamen (ríe).

Entonces te gusta la tele.

Sí, pero me gusta más el teatro. Ahí es donde me veo de mayor.

¿Cómo te gustaría que la gente te conociera?

Soy humorista, no presentador. Quiero que la gente me conozca como tal porque ser humorista es lo que he elegido. La primera vez que me ofrecieron «Atrapa’m si pots» dije que no, pero al final acepté porque era un reto. Me iba a permitir salir de mi zona de confort.

La audiencia ha subido.

Este miércoles un 7,6 de share, récord de audiencia.