Corcho sintético o de rosca, ¿influye el tapón en el vino?

Tendemos a creer que los vinos que no se cierran con corcho natural son de peor calidad... Nada más lejos de la realidad. Los tapones de rosca y los corchos sintéticos se han revelado como la mejor opción para mantener la hermeticidad en frizzantes, vinos blancos y rosados jóvenes. Como todo en la vida, cada tipo de vino tiene su cierre perfecto.

CORCHO

CORCHO / POR VICENTE MORCILLO

Vicente Morcillo

Hasta no hace mucho tiempo el tapón de corcho era la única opción para tapar una botella de vino. Se empezó a usar de manera generalizada en el siglo XVII y su presencia da pie a uno de los rituales del vino, el del descorche y servicio. El tapón de corcho le da credibilidad al vino y aumenta nuestra percepción de calidad. Pero desde hace años nos encontramos con cierta asiduidad otros tipos de cierres para las botellas: el tapón de corcho sintético y el tapón de rosca. Entre los consumidores españoles, franceses e italianos existe la poco justificada creencia de que los vinos con cierre de corcho natural son de mayor calidad que los que se sellan con tapón de rosca o de polipropileno (material habitual en la fabricación de tapones sintéticos), pero en cambio, en países del nuevo mundo es cada vez más frecuente ver botellas de vino que no están cerradas con corcho. En Chile o Sudáfrica, por poner un ejemplo, más del 60 % del vino que se produce no tiene tapón de corcho, porcentaje que supera el 80 % en países como Australia y Nueva Zelanda.

¿Quien se equivoca? En realidad cualquiera de las tres opciones es perfecta para según que tipos y perfiles de vino, y en la actualidad el empleo de uno u otro nada tiene que ver con la calidad del vino que vayamos a tomar. Todos tienen sus ventajas e inconvenientes, por lo que su uso queda normalmente a criterio de cada bodega. La elección del tapón de corcho es, sobre todo, una apuesta por la tradición. El corcho ofrece ventajas que ningún otro cierre tiene. La principal es la de la microoxigenación, ya que la porosidad del corcho permite al vino ‘respirar’ en su justa medida, por lo que se considera que es el cierre perfecto para aquellos vinos criados en barrica de roble que requieran de un posterior afinado en botella. Un buen tapón de corcho garantiza la longevidad del vino a lo largo de los años. Es un material con propiedades antiestáticas y es un buen aislante. Existen de diversos tipos según se fabriquen a partir de una única pieza de alcornoque (suelen ser más caros y se emplean normalmente en referencias de alta gama y vinos con capacidad de guarda) o como aglomerado a partir de corcho granulado (algo más económicos pero también aptos para vinos que requieran de ese efecto de microoxigenación).

Pero el corcho tiene también un inconveniente que puede afectar de manera directa al contenido de la botella, el temido TCA, un proceso químico que deriva en la aparición de cloroanisoles (conocido como ‘sabor a corcho’) que generan desagradables olores a humedad y moho y que lo deja imbebible. Con todo, en la actualidad existen varios proveedores que ofrecen sus corchos analizados y garantizados para que no trasladen al vino este defecto. Pablo Ossorio, director técnico de Bodegas Hispano+Suizas, lleva más de un lustro usando tapones de corcho testados para todos sus vinos. «Para nosotros es muy importante evitar que agentes externos arruinen el trabajo que realizamos para elaborar un vino en Hispano+Suizas. Los corchos que usamos se analizan uno a uno, y el proveedor garantiza una transferencia de la molécula que provoca ese defecto nunca superior a 0’5 nanogramos, cuando el umbral de percepción del TCA está por encima de los 2 nanogramos. Lógicamente estos corchos son más caros que los convencionales, pero para nosotros es fundamental que los vinos que elaboramos lleguen al consumidor en perfectas condiciones».

Este tipo de soluciones técnicas para evitar transferencias contaminantes al vino han ido apareciendo en el mercado, paradójicamente, a medida que otros tipos de cierre (sintético y de rosca) han ido ganando terreno en el sector. Los fabricantes de tapones de corcho natural se han tenido que adaptar a las nuevas tendencias tras décadas de absoluto monopolio, lo que ha supuesto implementar innovaciones que garantizan el perfecto estado de cada tapón.

A medio camino entre el tapón de corcho y el tapón de rosca se encuentra el tapón de corcho sintético. Se trata de una alternativa más económica que la del corcho natural y su empleo está más o menos generalizado entre vinos jóvenes cuyo momento optimo de consumo se reduce a uno o dos años. A corto plazo aporta las mismas propiedades de hermeticidad y permite mantener el líquido en perfectas condiciones de dos a cuatro años. A partir de ese tiempo el material tiende a perder elasticidad y petrificarse, por lo que puede dejar de ser hermético. Este tipo de cierre empezó a usarse de manera habitual hace algo más de dos décadas y en la actualidad los fabricantes ofrecen a las bodegas infinidad de soluciones personalizadas tanto en el formato, color y tipo. Además del ahorro de costes, este tipo de tapón ofrece la ventaja de poder mantener ese ritual del vino a la hora del descorche de la botella. En el ámbito local, los consumidores no muestran rechazo cuando se trata de vinos blancos y rosados jóvenes, incluso algunos espumosos tipo ‘frizzante’, aunque suelen tener una percepción inicial de menor calidad si el corcho sintético se encuentra en una botella de vino tinto.

Pero si hay un tipo de cierre que genera controversia en el mundo del vino es el del tapón de rosca. Su uso en el mundo del vino se introdujo en la década de los años setenta, especialmente en países de América del Sur y del continente australiano. Suele ser de aluminio recubierto de distintos materiales y sus principales ventajas son de carácter económico y de hermeticidad, ya que se trata de un cierre que evita al 100 % la entrada de oxígeno. Se trata de un tapón que garantiza la frescura para aquellos vinos más jóvenes y no le resta calidad al contenido de la botella. Incluso algunos estudios aseguran que el tapón de rosca es perfecto para preservar todos los aromas de vinos blancos y rosados.

La chestana Reymos-Anecoop Bodegas viene empleando este tipo de cierre en muchos de sus vinos desde hace más de quince años. Su director técnico, Fernando Tarín, reconoce que «es el cierre que mejor resultados nos da, sobre todo en vinos ‘frizzantes’ como los Amatista. Más de la mitad de los vinos que embotellamos salen con este tipo de cierre, tanto para la exportación como en el ámbito local». Tarín advierte que «por el tipo de vinos que elaboramos no hemos encontrado rechazo por parte del consumidor. Son vinos para consumir en el momento de la compra, y el cierre de rosca es mucho más fácil, no requiere de otros accesorios para su apertura y podemos guardarlo una vez abierto durante más días».

El rechazo que provoca el tapón de rosca en diversos mercados ha llevado a algunas bodegas a producir sus vinos en dos versiones (con cierre de corcho para el mercado local y cierre de rosca para la exportación). El caso más llamativo es el de Bodega Sierra Norte, que embotella las gamas Pasión de Bobal y Mariluna con cierre de corcho o de rosca en función del destino que tenga cada botella. En este caso resulta revelador tener la oportunidad de catar a ciegas el mismo vino con los dos tipos de cierre, ya que no encontraremos diferencias entre uno y otro.

Queda claro entonces que no existe un mal sistema de cierre para el vino. En todo caso podremos encontrar una mala elección del tipo de tapón según el perfil del vino que hayamos adquirido, pero de ninguna manera se puede asociar uno u otro tapón a la calidad del vino que hayamos adquirido. El corcho natural sigue siendo la opción favorita para muchos bodegueros y consumidores y es el único que asegura microoxigenación en vinos de guarda. Por su parte, los corchos sintéticos cumplen la función de cierre para vinos jóvenes de consumo rápido y mantienen la mística en torno al descorche y servicio. Por último, el tapón de rosca se presenta como una alternativa mucho más funcional y cumple a la perfección con su cometido, que no es otro que el de sellar la botella y evitar que entre oxígeno.

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