Pedro Salas es uno de los cocineros más sólidos que ha parido Castellón. Representó, junto a Modesto Fabregat (quien fue su maestro), el despertar de la cocina castellonense. Tal vez los dos llegaron demasiado pronto. Antes, incluso, de que los vecinos de la plana comenzaran a sentir curiosidad por la cocina más atrevida. Modesto puso Castellón en el mapa gracias a su restaurante Arbequina, pero acabó exiliado en la Sierra de Irta, donde hoy hace una fantástica cocina de mercado. Pedro vinculó su carrera a grandes grupos empresariales. Primero fue la cadena Civis. En el Hotel Luz nos demostró el cocinero que lleva dentro. Todavía recordamos su cous-cous mediterráneo, que servía en varios pases. Después dirigió empresas aún más grandes y ahora, con más edad y mucha sensatez, abre un restaurante en el centro mismo de Castellón

Clara Puig y Borja Susilla URBAN

El lugar elegido por Pedro para ubicar Arre es el antiguo «Forn del Canyaret». Se trata de un edificio que data del siglo XIV (sólo cien años después de la fundación de la ciudad). Toda la construcción gira en torno a un gran horno que ha estado en funcionamiento desde la edad media hasta las década de los 70, cuando se sustituyó por un moderno horno de gasóleo. Allí quedó, en cualquier caso, el viejo horno moruno. Testigo de la historia de la ciudad. Arre se articula a su alrededor. Hay mesas repartidas por el caló (la parte superior donde fermentaba el pan con el calor que despedía el horno), la flaca (estancia en la que se amasaba el pan) y la propia fachada del horno (convertido hoy en el comedor principal).

En este entorno Pedro plantea, con Beatriz Villalba como socia, una cocina que tiene mucho de raíces. Se sirve en menús fijos de distinta longitud y precio. En ellos aparecen platos evocadores como sus cerezas a la brasa con panceta de bellota y quisquillas del grao, o la rosquilleta de ahumados y encurtidos. También otros más contundentes como su tortilla con mantequilla de oveja y huevas de salmón o las mollejas de ternera con calabacines. Casi todo se comparte al centro de la mesa. Da la sensación de que Pedro huye deliberadamente de la pomposidad. Los menús más largos se terminan en el centro con las brasas. En cada mesa se destapa una parrilla donde los comensales preparan sus carnes. La opción más popular es «La Torrá». A la mesa llega una bandeja de embutidos de calidad que el cliente pasará por las brasas que presiden su mesa. Existe también la posibilidad de acabar con una chuleta de vaca Simmental (una raza muy de moda), Uno pensaría que el humo va a invadir la sala, pero lo cierto es que Pedro tiene instaladas buenas extracciones que lo evitan. Otra opción, muy aconsejable en verano, es sustituir el servicio de las brasas por un arroz al horno. Se trata de un plato de inspiración árabe que Salas prepara con cordero y limones fermentados. Tiene un sabor elegante y Pedro logra sacarlo en un buen punto de cocción. Su carajillo ha adquirido fama y se ha convertido en un argumento muy importante del restaurante.

Su famosa "La Torrá" URBAN

Junto a Beatriz Villalba acaba de inaugurar el Bar tortilla. En él la tortilla adquiere una dimensión diferente. Los ingredientes se funden con los huevos pero también se adornan con salsas y cubren con otros elementos. Sirva como ejemplo su tortilla de chipirones, patata y cebolla que viene con salsa chipotle y se cubre con unas hojas de espinacas salteadas. Las combinaciones son infinitas: de setas, trufa y foie; de pera y gorgonzola…Las hay, incluso de chocolate. Además, molletes con mucha enjundia y croquetas muy interesantes.