Violencia sexual, Primera sangre
«Primera sangre» refleja la durísima realidad de la violencia sexual contra menores a través de la invocación a una niña secuestrada y asesinada en los años noventa, cuyo caso fue sobreseído sin que se hallara al culpable. Hoy y mañana en el TEM.
Maria Bas
El pasado 26 de septiembre se concedía el Premio Nacional de Literatura Dramática a María Velasco por «Primera sangre», la obra con la que hoy y mañana visita el TEM. Tal y como destacó el jurado del galardón, su texto acerca «con una delicadeza exquisita, el terror que provocan los abusos y las muertes de mujeres y niñas».
La autora burgalesa denuncia la durísima realidad de la violencia sexual contra menores a través de la invocación a una niña secuestrada y asesinada en los años noventa, cuyo caso fue sobreseído sin que se hallara al culpable. Con lirismo y rotundidad, «Primera sangre» invita a recuperar la memoria de las que ya no están para multiplicar nuestra existencia.
«Bailamos en ‘Primera Sangre’ un duelo diferido por todas las menores asesinadas en los noventa y por las niñas que salían a la calle pidiendo perdón, con la sensación de que el espacio público no era suyo», desarrolla Velasco.
La autora rememoró a la víctima de este crimen treinta años después de muerta, cuando una amiga de la ciudad en la que nació le dijo que estaba embarazada de una niña. Aunque empezó a escribir a raíz de esa noticia, declara que siempre albergó un recuerdo nítido del cartel de Se busca.
«Tenía la misma edad que Laura, la niña desaparecida (luego asesinada) y estaba aprendiendo a distinguir lo conocido de lo desconocido y el temor de la temeridad, como el verde del rojo. Toda mi pubertad basculé entre estos polos, hasta hacer muy mío eso que Hölderlin expresa sublime: “Donde está el peligro, crece también lo que salva», detalla la reconocida dramaturga.
A medio camino entre el memorial y el documento, el thriller y el cuento de fantasmas, esta autoficción galardonada también con el XXXI Premio SGAE de Teatro Jardiel Poncela obliga a la reflexión en torno a los abusos sobre la infancia que se escriben en el cuerpo de las mujeres.
«Es una mentira que se eduque igual a las niñas: no poder pasear libremente por las noches, no poder confiar en la bondad de los desconocidos…», lamenta Velasco.
En el montaje, Laura interpela a las vecinas de su edad, al comisario encargado del caso y a un educador. Entre los temas que aborda destaca la educación en el miedo, las estructuras del abuso con las que convivimos a día de hoy y la cultura de la violación.
María Velasco repetirá en el teatro municipal de El Cabanyal el 26 de enero con «Amadora», un musical dramático donde colabora con Miren Iza, líder del grupo Tulsa. Esta propuesta transgresora consta de canciones, monólogos y diálogos para visibilizar la labor de las mujeres más abnegadas y resilientes: las madres.
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