Entrevista | Leo Rivera Actor

«Cualquier tema puede ser objeto de risa si se maneja con inteligencia»

La Rambleta cierra 2024 con una gran fiesta: «El cabaret de los hombres perdidos». Leo Rivera interpreta a «Destino», una suerte de encargado del local que decide los posibles futuros de quien ‘cae’ por allí. Musical de éxito, ya estuvo como espectáculo residente en el centro de San Marcelino hace una década.

Regresa ahora hasta el 4 de enero.

El actor Leo Rivera.

El actor Leo Rivera. / Jau Fornés.

Begoña Jorques

Begoña Jorques

La Rambleta cierra 2024 con una fiesta por todo lo alto: «El cabaret de los hombres perdidos», un musical que ya triunfó en el centro cultural como espectáculo residente hace casi una década (2016) y que ahora regresa a los escenarios con una puesta en escena completamente renovada y actualizada bajo la dirección de Israel Reyes. El espectáculo -protagonizado por Cayetano Fernández, Armando Pita, Supremme de Luxe y Leo Rivera- se sitúa en un cabaret a punto de cerrar. El ruido de una carrera alerta a los personajes que se hallan en el local. Un muchacho es perseguido, alcanzado, golpeado. Aun así, logra escabullirse y entrar en el cabaret. Todavía no sabe que esa persecución le ha llevado a una nueva forma de vivir. Dentro le están esperando el Destino (Leo Rivera), un tatuador y Lullaby, que le curarán las heridas y escenificarán cómo puede ser su futuro. El muchacho quiere ser cantante, pero la oferta que recibe es diferente. «El cabaret de los hombres perdidos» estará en cartel hasta el 4 de enero.

 ¿Cómo es este cabaret?

«El cabaret de los hombres perdidos» es un lugar mágico, irreal, que no existe o sí, un lugar al que el público asiste para ver la vida de un elegido cada noche -o no- y se le ofrece un posible «destino». Este cabaret, ubicado en un antro de jazz con estudio de tatuajes, cuenta con la presencia de tres misteriosos personajes. Lullaby, una drag queen; El Tatuador y el Destino. Y Dicky, huyendo de una paliza, entra a refugiarse allí.

¿Cómo es tu personaje?

Interpreto al Destino. Es el encargado del local y el que propone los diferentes «futuros» a los que pasan por allí. Narra la historia del «elegido» y decide los personajes que formarán parte de la historia.

¿Qué se puede encontrar en un cabaret como este?

 El público va a encontrar un lugar en el que se le invita a irse de allí desde el principio. Si se quedan serán voyeurs y cómplices de todo lo que allí se le proponga al elegido. Los números del cabaret serán escenas de la vida que se le propone a Dicky.

¿Qué ha sido lo más difícil de este papel?

Esta función es completamente multidisciplinar. Además de ser un musical, interpretamos a varios personajes, movemos la escenografía y somos todos los regidores de las escenas. El trabajo en equipo que ha propuesto Israel, el director, es una maquinaria que requiere de mucha precisión. Es muy complicado por la cantidad de funciones que cumplimos cada uno, pero es muy satisfactorio conseguir que todo este juguete escénico funcione.

¿Cómo te preparas para cada personaje?

Siempre con un buen trabajo previo de mesa con el director y estudio y análisis del texto y la historia. Saber que se quiere contar y qué función juega tu personaje en la historia es lo primero. A la hora de componer un personaje, creo una especie de «paleta» de colores como trabajo previo. Pero es en los ensayos donde el personaje se manifiesta y va apareciendo. No trabajo con ninguna idea impuesta. Siempre con propuestas, que a veces se quedan, otras se van… pero siempre creo con lo que tengo en ese momento, con lo que me revelan de mi personaje mis compañeros, con lo que me guía el director y lo que me voy encontrando como actor a lo largo del proceso.

"El cabaret de los hombres perdidos".

"El cabaret de los hombres perdidos". / Alejandro Amat

¿Estamos en una nueva etapa dorada del musical?

Creo que, afortunadamente, llevamos unos cuantos años ya en una etapa así. Hace tiempo que España es el tercer país con más oferta de musicales en el mundo y el primero con más musicales en castellano. 

Te hemos visto en distintos géneros (comedia, musical) y medios (televisión, cine o teatro). ¿En cuál te sientes más cómodo?

Lo que mas disfruto es el teatro, sin duda.

¿Qué tiene el teatro que no tienen los demás?

Tiene el aquí y el ahora, el no saber que va a pasar, el contacto con el público, la ceremonia, el proceso, la artesanía de hacerlo cada día. El teatro es muy duro y sacrificado, pero si te entregas sin reservas, te devuelve siempre más y te enseña cada día.

¿Cuál sería el papel de tu vida que aún no ha llegado?

Nunca he tenido ese pensamiento. Siempre he agradecido cada personaje que me ha llegado y he volcado en ellos toda la experiencia que he ido acumulando todo este tiempo. Al siguiente personaje que me llegue, le podré aportar más cosas aún. Eso si lo pienso.

 Muchos te recuerdan por tu papel en «Siete vidas». ¿Qué recuerdas de aquel tiempo?

Para mí fue un regalo de la vida y una escuela increíble. Recuerdo la primera lectura de guión, con Gonzalo de Castro, Amparo Baró, Santi Millán, María Pujalte, Santi Rodríguez, leyendo conmigo y pensé «¿yo que pinto aquí?» Aprendí muchísimo con estos maestros y maestras a mi lado.

¿Debe haber líneas rojas en el humor?

Siempre pongo el ejemplo de Ricky Gervais, al que admiro. Debe haber libertad total en el humor. Libertad no es decir cualquier estupidez burda y sin sentido. Es conocer los límites y caminar cerca de ellos e intentar mover esas líneas, que suelen ser tabús, cada vez un poquito más. Cualquier tema puede ser objeto de risa si se maneja con inteligencia y propósito. 

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