Crítica de teatro

La Fura borda el Carmina Burana

La sinfonía visual sobre la adaptación de la clásica lírica bávara transporta al público en un viaje escénico único

Voces, instrumentos e imágenes mágicas crean un espectáculo muy impactante

Una de las impactantes escenas del Carmina de La Fura.

Una de las impactantes escenas del Carmina de La Fura. / L-EMV

Joan-Carles Martí

Joan-Carles Martí

Solo la Fura dels Baus es capaz de convertir el Carmina Burana en un buen número de cabaret parisino y salir exitoso en el intento. No hay retos menores para la compañía catalana, da igual actuar en un estadio olímpico, Les Arts o el coqueto Olympia. Igual que actualiza los clásicos a la escena moderna, es capaz de llenar el espacio con el oficio de una tramoya única. Siempre sorprendente, con el uso de mecanismos de atracción para impactar en todos los sentidos del espectador, con el visual en primer plano, seguido de cerca de los sensacionales efectos sonoros, donde la mezcla de la tecnología con la orquesta y las voces se funden en una resonancia envolvente. Un acierto que parece sencillo, pero que requiere de una técnica que dominan a la perfección los de La Fura. La exigente dirección escénica de Carlus Padrissa y la dirección musical de César Belda se completa con un elenco de sopranos y barítonos, donde sobresalen las actuaciones de Lorenzo Moncloa y Amparo Navarro, acompañados de un coro con la impagable voz de Yerim Jung y los tenores. Un conjunto al que se une una coreografía sencilla, pero efectista que recrea los pasajes más íntimos del Carmina para completar ese paseo de los monjes errantes y libertinos que proclaman la alegría de la vida sin reglas establecidas.

Esos caprichos de la fortuna de una de las cantatas más populares de la música clásica, lo ha convertido La Fura en uno de sus mayores éxitos, un espectáculo vital y enérgico desde 2009. Aquellas impactantes escenas, efectos especiales que parió entonces Carlus Padrissa es un carrusel escénico que mejora con el paso del tiempo, con los reseteos oportunos. El gran cilindro sobre el escenario envuelve la orquesta adecuada y con la percusión adecuada, mientras se proyectan sobre él unas imágenes que ilustran la obra de principio a fin. La luna gigante, el deshielo, las cascadas de agua, el éxtasis floral o la vendimia en directo resaltan la sensualidad de aquel códice bávaro de unos 300 poemas, escritos en latín, alemán y francés.

Carmina Burana se representa en el teatro Olympia hasta el 16 de febrero.

Carmina Burana se representa en el teatro Olympia hasta el 16 de febrero. / Bofill

Una composición lírica que insiste en el interés por los placeres terrenales y el amor carnal sin descuidar la obligada satírica hacia los estamentos sociales y eclesiásticos de la época, que una docena de siglos después se pueden identificar perfectamente en la actualidad. Esas canciones han pasado por la cocina escénica de La Fura dels Baus para que voces, instrumentos e imágenes mágicas creen un espectáculo impactante que sigue gozando del reconocimiento de un público entregado desde la salida del coro por el patio de butacas, donde además el embrujo de la flauta de Cristina Santirso, el vestuario y la caracterización hace que el chute escénico te reconcilie con el arte. 

Solo quedan cinco sesiones en el Olympia. No se la pierdan.

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